Capítulo 2 - Chismes por aquí, chismes por allá.

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- Hermione, por favor, ven - insistió por decimocuarta vez su amiga Ginny

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- Hermione, por favor, ven - insistió por decimocuarta vez su amiga Ginny.

- No creo que sea adecuado ir a cenar a la madriguera, todo está muy reciente.

- Ha pasado un mes y mis padres te echan de menos. No hacen más que atosigar a Harry a preguntas cada vez que entra por la puerta.

- Lo siento Ginny, otra vez será.

- ¡Harry! ¡Plan B, Hermione no quiere ir!

- ¿Plan B? ¿Cuál es el plan B? - ambas escuchaban como el ojiverde subía corriendo por las escaleras.

Cuando el muchacho llegó se encontró a su amiga en un pijama azul, muy clásico y dos tallas más de la castaña. Su novia, sin embargo, llevaba unos vaqueros de talle demasiado bajo y un top rojizo, a juego con sus cabellos. La combinación de ambas era curiosa.

- Herms, si no vas a la cena de esta noche ninguno iremos - dictaminó el hombre, dejando caer su peso sobre el marco de la puerta.

- Pero Harry... - intentó protestar la castaña.

- En su lugar iremos a Una Macinata di Magia - intentó imitar el acento italiano sin éxito.

- Pero si ese sitio es carísimo.

- Tú siempre has querido ir al restaurante del mago Andrea Viecelli, yo me muero por comer una auténtica pizza napolitana y a Ginny le gusta cualquier postre de chocolate. Todos saldremos ganando.

- ¿Y quién lo pagará? - preguntó realmente preocupada.

- Mi amiga la bolsa, estoy ganando bastante dinero sin hacer nada.

- ¿En qué has invertido? - cuestionó su amiga escandalizada.

- Tranquila, no he hecho ninguna locura. Me han asesorado y me he pasado un año analizando las candidatas antes de decidirme.

- ¿Asesorado? ¿Quién?

Hubo un silencio bastante incómodo.

- Lucius Malfoy - respondió al fin el de cabellos azabaches.

- ¡¿Cómo?! - Ginny puso el grito en el cielo - Harry, no me has contado nada de eso. Sé que te sientes en deuda con su mujer, pero con librarlos de Azkaban fue más que suficiente, no hace falta que almuerces con ellos los domingos.

- Simplemente, hay una relación cordial. Al principio intenté que Snape me aconsejara, pero me echó por hacerle perder tiempo. Así que no me quedó otra opción.

- También vas mucho a ver al grasiento.

- Sí, y me pregunta mucho por ustedes. Aunque cuando sacia su curiosidad me saca de su casa a patadas.

- Nunca pensé que Snape fuera un cotilla - murmuró la joven en la cama.

- Bueno, da lo mismo - intervino la menor de la habitación -, el caso es que muevas el culo y te arregles, que yo ya tengo hambre.

Encuéntrame ~ SevmioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora