007: Sɪʟᴇɴᴄɪᴏ

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Las sombras son testigos de la desaparición del último sonido de la casa. Con la pila AA en la palma de la mano, posó el reloj de la pared en la mesa y da la tarea por culminada. La casa ahora es un cementerio. El reloj en su muñeca marca 20:35 pero podrían ser las 3 de la madrugada. Algo ya no está presente...

La gente marcaba el paso del tiempo con sus rutinas. Hoy en día lo hacen ellos y siempre es la hora de la cena. El día comienza y ya están preparados para desgarrar la piel de los vivos. El día termina y aún siguen allí, con sus ojos vacíos, sus mandíbulas abiertas, su piel reseca, su inhumanidad... <<No, ellos no marcan el tiempo —concluyo— Ellos son el tiempo>>.

Allí en oscuras escucha como alguien es despedazado por una hora de infectados. Es el sonido de todas las noches. Algún iluso juzga que la oscuridad jugara en su favor y no el de ellos. Se aventura hacia Seul muerto en busca de lo que sea y descubre que la perseverancia de los infectados no distingue entre día y noche.

Se a acostumbrado a tal sonido, no. Pero encerrado en esas cuatro paredes aprendo de los errores de los demas. No hay nada que pueda hacer por esos desafortunados... pero hay algo que ellos te pueden enseñar: qué es lo que no debes hacer.

El último grito acaba de escapar de su boca y ahora oye el masticar de las criaturas. El hedor impregna la ciudad habita ya en su cerebro. Mira por la ventana y distingue una luz diminuta a lo lejos. No sé si será un incendio, luz eléctrica o un avión; sólo sabe que debe ir a dormir para no terminar como el desgraciado que acaba de oír. Se dirijo a la habitación, deja caer su cuerpo sobre la cama y duerme al instante.

☯︎☯︎

No sabe si esta dormido o despierto. Los ojos están abiertos, de eso no hay duda, pero la escuridad ya no es lo que era. La ciudad muere en medio de gritos, rugidos, explotaciones... el viento se hace con todo tipo de sonidos y los lanza contra la ventana. Uno de esos sonidos proviene de dentro de la urbanización. El ladrido de un perro. El sonido haciendo por las escaleras, se cuela por la puerta cortafuego y llama a su morada; explosivo y repetitivo. Rambo, el perro de los terceros —un matrimonio, sus dos hijos y Rambo—, el husky siberiano. No lo ha visto salir ni entrar en semanas. ¿Tal vez está intentando proteger a sus amos? O, quizás, ¿defenderse de ellos?

Los ladridos se van mezclando con el resto de sus pensamientos y comienza a cerrar los ojos. CRASH un golpe en la puerta del portal le abre los párpados de par en par. Puños descienden enfurecidos una y otra vez sobre la puerta de hierro y cristal. Los ladridos del animal parecen arengarlo. Su mente cansada toma nota llega a la conclusión que los infectados seguían por los sonidos. Los ladridos del perro y los golpes en el portal componen una sinfonía macabra y como único oyente cuenta con el sudor de su cuerpo. De repente, una gota aguda se separa de la melodía... <<¿Cristal rompiéndose?>>, se preguntó con la mirada fija en la ventana. El corazón empieza a galopar emulando el tempo de los ladridos de Rambo.

La ventana de la cocina se encuentra en la fachada del edificio, 5 plantas sobre el portal. Se asomo por ella y se escora hacia el lado derecho quedando, prácticamente, mirando sobre la puerta de entrada. Tendido en la cama y rodeado por la escuridad decide: dirigirse a la cocina y asomarse por la ventana. Navega por la casa tratando de no tropezar con ningún objeto. Al entrar por la cocina se chocó con un haz de luz... la farola del otro lado de la calle se enciende y se apaga, inundandolo todo de amarillo por un segundo para luego desaparecer. Tragó saliva y continuó. La luz se refleja en su rostro. Esta a tres pasos de la ventana. El ruido no cesa. Dos pasos. Se oye un rugido. Un paso. Oye un cristal resquebrajandosé. Abre la ventana. Un viento frío entra en la casa cortando su piel y un hedor sube por la fachada llegando hasta su garganta. Se apoya sobre el alfeizar y otea hacia abajo.

ᴀᴘᴏᴄᴀʟʏᴘsᴇ | ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora