Capitulo 6

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La expresión del rostro del caballero reflejó que nadie lo habian llamado de ese modo en toda su vida. Tomó asiento en una silla que le permitia seguir mirando a su prometida.
----Me habria gustado tomar una taza de té, pero ya está frio-- dijo Lady Gertrude, que acababa de rozar la tetera con el  dorso de la mano. Al reparar en los trozos de porcelana esparcidos0 por el suelo hizo un gesto de extrañeza----.¿Has rotos una taza?
   Anastasia, es decir, Leila para ellos, enrojeció al tiempo que escondia la mano herida entre sus ropas.
----Si, lo hice--respondió.
----¡ Oh, eso no es propio de ti! Al menos, por lo que yo recuerdo. Pero, en fin, tampoco es para tanto...¿ Quieres llamar para que traigan más agua caliente, por favor?
----Con su permiso, mister Grey--murmuró Anastasia, al tiempo que cogia la campanilla.
----Faltaba más--respondió él, y acompañó sus palabras con un gesto de consentimientos----. Quiero que os sintáis  en esta casa como en la vuestra.
-----Me...me temo que no... que no es posible. ¡ Debo volver a mi hogar!
-----Mientras dependa de mi voluntad, nunca volveréis a casa de vuestro padre.
   Ella le volvió la cara. Cada uno de sus movimientos era de rechazo.
   A mister Grey le resultaba divertido. Habia aceptado un reto, y aquella duquesa modesta y modosa lo estaba poniendo a prueba. Advirtió que ella habia agitado la campanilla con la  fuerza suficiente para que acudiese un criado. También advirtió, mientras ella se dirigia a aquél con firmeza pero con tranqulidad, que se trataba de una mujer capaz de obtener lo que queria sin recurrir a quienes la rodeaban.
----¿ Podriáis tener la gentileza de aclararme cómo es que su Excelencia goza de semejante titulo cuando aún no está casada?----inquirió Christian cruzándose de piernas.
----Por deseo de su Majestad, la reina Isabel---respondió Lady Gertrude, como si eso lo aclarase todo.
----Creo que una explicación tan simple está fuera de mi alcance---Christian esperó antes de insistir en su demanda.
----Probablemente no lo entiende usted porque  es americano. No es que tenga nada encontra de los americanos. No, de ninguna manera. Opino que con  su acento particular y sus costumbres francas irradian frescura---dijo Lady Gertrude, mirándolo a través de sus impertinentes----. Aunque, a decir verdad, coger la mano de mi querida sobrina en presencia de la dama que la vigila me parece demasiado<< franco>>.
   Era cierto que todo era menos estricto en Estados Unidos, pero él no tenia intenciones de admitirlo; siempre llevaba cada uno de sus asuntos tan rápido como podia hacia su fin natural, y es fin estaba determinado de antemano por él. No era un hombre dispuesto a dejar en manos de la voluntad de Dios su destino; él era quien trazaba su propio futuro y , ahora, también el de la duquesa.
----Una de mis antepasadas, que era dama de honor de la reina Isabel, en cierta ocasión salvó la vida de su Majestad. En prueba de gratitud, la reina Isabel le otorgó un ducado. El titulo, por supuesto, lo heredaria su hijo, si habia alguno. Sin embargo, si primero nacia  una niña, entonces lo heredaria ella.---Leila hablaba con lentitud, eligiendo cada una de sus palabras. Habia congoja en su voz.
   ¿ Por qué habia de estar acongojada la futura duquesa de Magnus? Habia nacido rica y rodeada de privilegios, y Christian habia podido comprobar muy bien de qué manera trataban los aristogratas ingleses a quienes consideraban sus inferiores. No parecia haber motivo para ello. Ninguna norma ética les respaldaba. Sólo pensaban en la ruina...o el asesinato.
   Él se tomaria la justicia por su mano, y Leila acabaria por comprender el verdadero sentido de su congoja.
  Mister Grey no permitió que sus pensamientos se le reflejasen en el rostro.
----Semejante titulo es muy extraño, ¿no lo creéis?--dijo en tono respetuoso.
----Mi familia ha sido la única que ha recibido ese honor---respondió Anastasia----. Pero nadie puede oponerse a la voluntad de la reina Isabel.
----Una mujer fuerte--dijo el caballero. No como la chica dócil e impresionable que tenia ante él.
   De manera extraña, le lanzó una mirada dura. Mister Grey prefirió pensar que la joven le habria leido los pensamientos.
   Se sintió como alguien que se propone dar un puntapié a un cachorro, pero, aun asi, decidió aprovechar su ventaja.
----Mientras vuestro padre viva, no seréis la duquesa. Todas esas deferencias no tienen garantias, ¿no es asi?--inquirió.
----Mi sobrina es la marquesa de Sherbourne---intervino lady Gertrude; se le notaba un tanto molesta----y la futura duquesa, una posición que garantiza mucho respeto entre la buena sociedad. De hecho, recibe a menudo el trato de <<su Excelencia>>y se le otorgan todos los privilegios de su futuro rango.
   Aquellas palabras sonaron a reproche a mister Grey, de modo que inclinó la cabeza en señal de reconocimiento hacia su respetable adversaria.
----El hecho de que me otorge o no el respeto debido a una condesa carece de importancia---dijo Anastasia sin ocultar su menosprecio----. A ustedes, los amaricanos, no les impresiona la aristocracia, o al menos eso es lo que pregonan. Es de esperar, de todos modos, que se comporte ante una mujer con la edecuada cortesia, en todos los sentidos.
   En verdad, lady Gertrude le habia hecho un reproche, pero Christian se sintió más herido por aquel aguijón de desprecio de su futura esposa.
----Haré todo lo que esté en mis manos para no molestaros---contestó.
----Especialmente para que no tenga que avergonzarse---aclaró Anastasia con actitud glacial---. Ah, ya está aqui Jason con nuestro té.
  El mayordomo entró con una resplandeciente bandeja y una nueva tetera, mientras la criada portaba otra fuente con más sánwiches y pasteles. Era esta ocasión, la muchacha no cometió el error de mirar a la duquesa; tras esbozar una sonrisa nerviosa dirigida a Christian, depositó la fuente en la mesa y salió del salón.
   Anastasia lo consideró reprochable.
¿ Qué esperaba  ella que hiciera?, se dijo él. ¿ Reprender a una chiquilla por mirar? En ocaciones, no lograba comprender a las mujeres.
   Aunque en otras le sucedia algo peor: las comprendia.
   Anastasia levantó la tetera, esta vez con pulso firme. Sirvió a mister Grey, a lady Gertrude y, por últimon, llenó su taza.
----¿ Qué te ha pasado?--preguntó lady Gertrude. Mientras la joven servia, habia observado el pañuelo que cubria su mano.
----Es una herida de nada. No tiene importancia.
  Christian se levantó. La joven pensó que iba en busca de su taza de té; sin embargo, cuando la tuvo al alcance volvió a coger la mano de Anastasia y, deshaciendo el vendaje, examinó la herida.
---Debéis tener más cuidado en mi casa. Hay en ella muchos peligros y no quisiera que os lastimaseis.
  La mirada de Anastasia voló hacia la suya. Entreabrió los labios  y, nuevamente, todo en ella reflejó ansiedad.
   ¡ Qué ambigua era! Resultaba timida hasta que él se permitia burlarse de su titulo; entonces se volvia  de ferocidad gélida. Pocos minutos después, bastaban unas palabras expresadas con arte para que sonasen a amenaza, para que ela volviese a su actitud desconfiada.
   Si no iba con cuidado, aquella mujer acabaria por resultarle fascinante.
   Cogió la taza y volvió a su asiento.
----Siguiendo el consejo de lady Gertrude, he aceptado invitaciones para varias fiestas a fin de celebrar el compromiso.
  Anastasia se puso de pie de un salto y se llevó la mano al cuello.
----¡ No, no es cierto!--exclamó.
Bien . La joven habia acabado por manifestar la conducta presuntuosa que él esperaba. No queria que le viesen en publico con él.
----Estoy seguro de que os oponéis porque no habéis traido los vestidos adecuados--dijo Christian mientras removia su té.
   Tras una profunda inspiración, ella se aferró a la cuerda que le tendia.
----¡Si! ¡Si por eso lo he hecho!--exclamó, con un suspiro de alivio.
   Mister Grey tiró suavemente de su mano.
----Una costurera aguarda para confeccionar los vestidos más espléndidos de mi esposa.
----¡ No , no puede hacerlo! ¡ No seria...correcto!--Y volviendose a lady Gertrude, agregó----:¿ Qué debo hacer , tia?
   Lady Gertrude miró a Christian con el ceño fruncido.
----No me dirá que se ha tomado la libertad de encargar vestidos para Leila, ¿ verdad?--preguntó la anciana dama.
----Me imaginó que os opondráis, pero preferi tener que pedir disculpa a tener que pedir permiso--explicó, logrando justificar asi muchos de sus posibles errores----. Durante las proximas noches nos esperan muchas fiestas en Londres; todos quieren contemplar a la duquesa y a su devoto prometido.
----¡Oh!--exclamó Anastasia casi sin aliento.
Christian podia haber jurado que esta nueva vuelta de tuerca la horrorizaria más que todos los sobresaltos anteriores. Pensó en lo mucho que difrutaria tomando del brazo a aquella pequeña esnob, forzándola a enfrentarse con una sonrisa a la sociedad londinese.
  Sin embargo, por el momento habia que esperar. En el transcurso del mes la aguardaban otras sorpresas aún mayores.
----Muy bien. Y dentro de tres noches, organizaremos nuestra fiesta aqui, en nuestra casa. Las invitaciones ya han sido enviadas, y he recibido infinidad de confirmaciones.
----¡Una fiesta! Aqui...---las oscuras pestañas de Anastasias temblaban; no lograba mantener la vista fija en Christian----. ¿ Es ...es absolutamente necesario?
  Christian rara vez sonreia, pero en esta ocasión lo hizo de una manera abierta  y encantadora.
---Debemos hacer una fiesta. Hemos de celebrar nuestro compromiso y próximo enlace. Esa noche, os regalaré vuestro anillo de pedida y os lo pondré. Es un sinbolo de amor eterno. No deberéis quitároslo hasta la muerte.

Un Beso TuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora