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Ese fin de semana lo pasamos prácticamente desnudos, era genial poder estar así con ella. Ella estaba feliz, relajada. Sonreía, había bromas... era maravilloso verla así, y yo estaba muy cómodo con ella. No me había dado cuenta de lo mucho que me gustaba. Me había esforzado tanto en negarlo que al final me lo había acabado creyendo. Pero me gustaba, me gustaba mucho. Nunca había conocido a alguien como ella... ¡por qué tenía que ser tan joven!

El domingo por la tarde empecé a ponerme tenso... qué se suponía que iba a pasar de ahora en adelante, ¿estábamos juntos?, ¿íbamos a formalizarlo en el trabajo?... no me creía capaz de ponerme frente a otro adulto y decirle que estaba saliendo con una niña de 18 años... pero eso era lo que quería, ¿no? ¿salir con ella?... pero no quería que nadie lo supiera. Mierda. No sabía cómo salir airoso de esa situación, ahora no podía cagarla con ella y volver a arrepentirme de lo que había pasado... no me lo perdonaría, además, la verdad es que no me arrepentía... ¿o sí?... no, no me arrepentía... casi nada.

–Bueno, se acabó el fin de semana y la carroza se vuelve otra vez calabaza –dijo ella sentándose a mi lado en el sofá y dejando dos platos con la cena sobre la mesa. –Ha sido un fin de semana increíble. Gracias.

–¿Gracias? Entonces después de este fin de semana piensas pasar de mí –sonreí y la abracé. –Me gustas, Sara. Me gustas mucho. No quiero que este fin de semana sea el último que pasemos así. –Ella me miraba sin poder ocultar una sonrisa en los labios.

–¿De verdad?

–Bueno, si tú quieres, claro.

–¿Qué me estás diciendo? ¿Me estás pidiendo salir de manera indirecta? –Sonrió y me miró juguetona. No me iba a dejar librarme de la vergüenza de decírselo a la cara.

–Vale, ¿quieres una petición formal? –asintió con la cabeza. –Sara, me gustas y me encantaría poder salir contigo, si me lo permites.

–La verdad es que no estaba buscando una relación en este momento –dijo seria, y yo no me lo podía creer, después de todo ahora iba a decirme que no... y de repente se puso a reír –Claro que quiero, bobo. –Me besó y acabamos haciendo el amor sobre la alfombra del salón...

–Ya no estoy tan joven como antes –dije frotándome la espalda –lo de hacer el amor en el suelo...

–Perdona, fue la emoción del momento.

–Esto... Sara... si no te importa... me gustaría mantener esto entre nosotros de momento –me miraba como esperando una explicación algo más elaborada –me refiero a que, creo que es pronto para decirlo, o dejarlo ver en el trabajo... temo que podría mal interpretarse, ya sabes, soy tu superior y todo eso, no quiero que pienses que tienes trato de favor ni nada de eso. –Sonrió.

–Tranquilo, no tenía pensado entrar en el trabajo cogiditos de la mano ni nada parecido... pero sí que espero tener un poco de trato de favor... al menos, un poco de sexo en los baños de la empresa de vez en cuando. ¡Sólo bromeo! 





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¡¡¡Gracias a todos por esperar tanto por la continuación de la historia!!! Entre el trabajo y la familia me queda poco tiempo para escribir... ojalá pudiera dedicarme a esto en exclusiva pero...

Intentaré actualizar esta historia estos días que tengo algo más de tiempo, en mi cabeza ya está acabada, sólo queda trasladarlo al papel. 

¡Mil gracias por el apoyo a la historia! Comentad lo que queráis, todo ayuda. ;*

Mi joven empleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora