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Durante un rato nadie habló. La situación era muy tensa, yo estaba actuando como un maníaco, lo sabía, pero por fin la tenía allí, a mi lado, y podía hablar con ella sin medir mis palabras. Tenía la esperanza de que, al igual que cuando comimos con mis padres, hace ya una eternidad, Sara hubiera mentido un poco para apaciguar a Lidia. Esperaba que lo de que tenía novio fuera mentira.

–Creo que tu novia no está muy contenta contigo hoy –dijo finalmente Sara rompiendo el silencio que se había instalado en el coche –no la culpo la verdad, estás un poco raro.

–Ya... bueno... Lidia se presenta como mi novia, pero la verdad es que no recuerdo haberle pedido nada... nos liamos de vez en cuando desde hace unas semanas y ella, no sé, lo ha dado por supuesto.

–La has traído aquí... no me meto, pero creo que le has dado una impresión equivocada, a lo mejor tiene motivos para creer que sois algo más que un rollo para pasar el rato.

–... –Sara tenía razón, siempre tenía razón, eso me desesperaba un poco de ella y me dio por sonreír –te estás metiendo.

–Sí, la verdad es que si –ella también sonrió y el ambiente se relajó mucho.

–Te he echado mucho de menos, muchísimo. Creí que lo había superado un poco, pero cuando te he visto... necesitaba estar un rato contigo, así, a solas, para poder decírtelo, y para poder hablar de verdad. Dime, ¿cuánto de lo que contaste en la comida era cierto?

–¿Qué crees, que hice como con tus padres? –se rio –no, ahora mi vida es más sencilla, no tengo por qué mentir, todo lo que dije era cierto.

–... –mierda, sí que existía el tal Nacho. –Bueno pues, háblame entonces de tu novio, ¿qué tal es? ¿eres feliz?

–¿De verdad quieres hablar de eso?

–Sí, bueno, no sé... es curiosidad... además tendré que tener información para poder regocijarme en mi pérdida cuando llegue a casa, si no, ¿cómo esperas que continúe con mi drama personal?

–Eres único. –ambos nos reímos –En fin, como dije lo conocí en una fiesta universitaria, charlamos y nos divertimos mucho juntos, después de eso me invitó a ir a tomar algo otro día y acabamos saliendo... un inicio normal. Es un chico muy especial, es muy simpático, bueno, responsable y me trata genial. Estudia ingeniería y tiene un montón de planes y sueños por delante –se le iluminaba la cara cuando hablaba de él. Joder, parecía enamorada.

–¿Le amas?

–Yo... no sé... creo que sí –Auch, eso me dolió. La había perdido del todo.


Después de eso hubo un silencio incómodo que duró un buen rato y sólo finalizó cuando ella comenzó a preguntarme por temas de trabajo, antiguos compañeros y demás... como si le interesaran algo... pero sabía que tenía que agradecerle que consiguiera apaciguar un poco la tensión de la atmósfera, aunque yo ya no tenía ganas de nada.


Después de dos horas y cuarto de viaje llegamos a su casa.

–Pues aquí estamos... me parece que mi tiempo contigo terminó. –Suspiré.

–No pensarás que voy a dejar que te vayas a casa ahora, ¿no? Después de hacer más de dos horas de coche para traerme, lo menos que puedo hacer es invitarte a cenar y darte un techo que te cobije para que duermas plácidamente y así no hagas tantas horas de coche seguidas.

–No es necesario Sara, no quiero importunarte.

–Sube conmigo, anda. –Tiró de mi brazo para animarme a bajar del coche y, aunque mi humor no era el mejor en ese momento, no me negué a bajar para acompañarla a su apartamento.

Mi joven empleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora