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Fuimos a un sitio de tapas donde empezamos la noche con cervecitas. Ella estaba alegre desde antes incluso de empezar a beber, por primera vez me parecía que estaba contenta, sonreía todo el rato estaba animada y bromeaba constantemente. Yo estaba atónito con su actitud, pero no quería decir nada que lo gafase.

Cuando estuvimos hartos de tapas fuimos a un bar donde servían unos cócteles muy ricos, no con mucho alcohol pero de buen sabor; me pareció lo más apropiado para su primera vez con el alcohol. De hecho después de tomar una clara de limón y dos "tequila sunrise" ya estaba bastante contentilla y hasta se tambaleaba un poquillo cuando se levantaba para ir al baño.

–No recuerdo haberme divertido así nunca, muchas gracias –dijo una de las veces que volvía del servicio, mientras se sentaba de nuevo y volvía a coger su copa ya casi vacía.

–Es inevitable, los adolescentes borrachos sois así. –Nos reímos los dos.

–No es por el alcohol, me estoy divirtiendo mucho contigo y hoy es un buen día, todo está saliendo bien.

–Supongo que sí, es una buena noticia que encontraras a tu hermana después de su intento de fuga.

–Sí, eso también.

–¿Cómo que eso también? ¿Qué más ha salido bien hoy?

–Bueno... –sonrió –la cena y bebida gratis –rio a carcajadas un rato antes de poder controlarse –es broma, es broma... otra cosa, ha salido bien, otra cosa.

–Oye, oye, no se suponía que borracha me ibas a dar más información.

–Es verdad, es verdad... a ver... como te lo puedo decir, sin decirte nada... vale, pues que pensaba que ese hombre con el que nos encontramos hoy venía a buscarme y no, resulta que no me busca, así que no me tengo que preocupar de esconderme, no me busca nadie.

–¿Por qué te iba a buscar?

–Porque soy una buena chica. Basta de hablar, ¿por qué no vamos a un sitio dónde se pueda bailar? Hace muchísimo que no voy a una discoteca, y nunca a divertirme.

Estaba borracha, pero tenía el puntito justo así que estuvimos bailando hasta que cerraron; era incansable, yo me sentía muy mayor a su lado, me dolían los pies y pensaba que todo el mundo estaría pensado qué hacía un hombre de mi edad con una chica como ella.



Al llegar a casa ella tenía una sonrisa de oreja a oreja.

–Muchísimas gracias por lo de hoy. Ha sido una pasada.

–Yo también lo he pasado bien, me gusta verte contenta, siempre estás tan seria.

–Soy una chica seria –sonrió. –Por cierto, la próxima vez invito yo, que soy una chica seria y orgullosa. Buenas noches –me abrazó rodeándome el cuello con los brazos y cuando se separó me besó fugazmente en los labios. Estaba muy borracha.



Al día siguiente, que por suerte, teniendo en cuenta la hora a la que habíamos llegado, era sábado; me despertó el telefonillo, alguien estaba en el portal. Salí de la habitación adormilado, Sara estaba estudiando un manual en el salón y me miraba con ojos de pánico, sin saber qué hacer.

La del telefonillo era mi madre, al parecer estaba de paso por la zona y quería que fuera a comer con ella y con mi padre, tuve que dejarla subir.

Sara, antes de que pudiese decirle que no hacía falta, se escondió en mi habitación.

–Bueno, ¿te vienes a comer entonces con tu padre y conmigo, nos tienes abandonados. ¿Saliste ayer? Menuda carita tienes. Comemos tarde si quieres, así te da tiempo a recuperarte un poco más. A las dos y media, ¿vale?

Mi joven empleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora