Capitulo 24. Recordar no es malo.

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—¡Es muy sencillo! ¿¡Qué sabéis de Louder Perkins y su asesino!? —sentenció la horrible voz que Charlotte y Nicky habían estado oyendo durante horas.

Las chicas ya no tenían fuerzas.

—E... eres... tú —balbuceó Nicky e instintivamente cerró los ojos, poco después le asestaron un golpe en la mejilla. Nicky giró la cara del terrible golpe sintiendo que la mejilla le ardía cómo una quemadura y el cuello le dolía horrores.

—¡Nicky!

—No sé si sois conscientes de lo que estáis haciendo. —La frase fue precedida por unas graves y siniestras carcajadas que procedían del mismo y único hombre que se había convertido en el protagonista de sus peores pesadillas—. Cuanto más tardéis en contarme lo que sabéis, más personas llegarán aquí... ¿qué ocurrirá cuando encuentre al más débil? Todo esto habrá sido en vano.

—Déjala —exigió Charlotte temblando.

—Es tu culpa, si hablaras ella no sufriría.

—Mataste a Louder... —cedió.

—¡No, Charlotte, para! —gritó Nicky.

—Y luego enviaste el cuerpo...

—Vamos sigue —la incitó acercándose peligrosamente a su rostro mientras ella cerraba los ojos con fuerza, aunque si los hubiera abierto tampoco hubiera visto nada—. ¡Dilo! —gritó más alto agarrando el brazo de Charlotte y retorciéndolo hasta producir un crujido espantoso. Empezaban a transferirle la información que necesitaba y no estaba dispuesta a seguir hablando. Que ganas tenían de contárselo todo, de terminar aquella tortura y poder volver al aburrido instituto del que tanto se habían quejado, ahora lo añoraban.

Charlotte sollozó sintiendo que su brazo no daba más de si, iba a dislocarse en cualquier momento.

—Sabes que no podemos decirlo —intervino Nicky que no podía seguir oyendo a Charlotte agonizar de esa manera—. ¡Te lo contaré si la sueltas!

—¡No! —bramó Charlotte. El hombre la soltó, ella gritó de dolor—. No te voy a dejar, no. Olvidate. ¡No la oigas! Sueltala a ella y yo te lo contaré todo. —Su brazo no iba a mejorar, le dolía como si siguiera presionándolo y retorciéndolo, la punzada era mas intensa cuando intentaba flexionarlo. Sinceramente no tenía ni la menor esperanza de recuperar su brazo de antes, al contrario, no le importaba si lograba salir con vida.

Las chicas estaban completamente atemorizadas, doloridas y con necesidad de ser tratadas. Había varias heridas graves que empezaban a empeorar y las debilitaba.

Eso sí, él no consiguió que las chicas hablaran por mucho que ellas no sabían exactamente qué era lo que el hombre misterioso quería que confesaran. Pero es que a parte de casi no sentir sus cuerpos del dolor tan agudo que sentían no tenían absolutamente ninguna esperanza de que la situación mejorara. Sus amigos no sabían ni por donde empezar a buscar, no tenían ninguna pista para llegar hasta ellas. Sin duda se sentían desgraciadas, frágiles e insignificantes ¿por qué a ellas? ¿De verdad había ocurrido todo por culpa de su insolencia? Todas sus desdichas no podían haber sido por casualidad.

Llegaron a creer que nada valía la pena. Sólo esperaban que un próximo golpe pudiera darles descanso, tranquilidad, calma, la sensación de seguridad y terminar con todo el sufrimiento.

Para comprenderlas sólo tienes que ponerte en situación, Nicky y Charlotte se encontraban atadas en una sala oscura con la presencia de dos individuos peligrosos y cuyo alrededor no podían ver. Estaban totalmente expuestas, manipulables, no podían ver y tampoco podían intentar huir ni esconderse, por no hablar de lo desgastadas que se encontraban.

Los Inefables (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora