Capítulo 25. Todo tiene un final. Parte 1

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Tamina sujetaba la grabadora entre sus manos, pulsaba todos los botones y observaba cada detalle. La giraba en todos los sentidos intentando encontrar algo inusual en ella mientras los demás discutían sobre la situación y caminaban de un lado para otro pensando en una solución. Levantó la cabeza frustrada y miró a sus amigos perder el tiempo lanzando teorías sin sentido.

—¡Pensemos! —repitió Edric por quinta vez—. Tres desaparecidas, ningún sospechoso y una grabadora... nos estamos luciendo.

—Avisemos a la policía —sentenció Ethan. Los demás se giraron mirandolo como a un extraño.

—No podemos, nos preguntarían —replicó Edric.

—¿Y eso que mas da? Nosotros solos no podemos encargarnos, ya no se trata de guardar un secreto o de encubrir a alguien, estamos hablando de secuestros. —Tamina seguía oyendo los gritos de las grabaciones, no dejaba de repetirlos una y otra vez. Charlotte y Nicky agonizando, llorando, muertas de miedo—. Así esto terminará cuánto antes.

Cada tétrico sonido proveniente de las cuerdas vocales de sus amigas le calaban en el cuerpo provocando un dolor semejante a un puñetazo.

—¡No podemos acudir a la policía! ¿Que pasaría con los detalles de mi padre o de los Rofensburg?

—¡Déjalo ya, joder! Perdemos tiempo que podría ser vital para ellas, y tú solo tienes en cuenta tus prioridades —explotó—. Si tú o yo estuviéramos en su lugar solo querríamos que nos liberaran lo antes posible, fuera quien fuera y con las consecuencias que vinieran, ¡y nosotros no lo vamos a conseguir porque no tenemos nada! —Edric parecía dispuesto a rebatir sus argumentos pero Ethan se le adelantó—. ¿Quieres volver a ver a Sabrina?

—Claro que sí.

—Pues sé racional, contemos todo lo que sepamos a personas que han estudiado toda su vida para ayudar en este tipo de situaciones.

Edric se quedó mudo. Ariadna apoyaba a Ethan aunque no lo dijera, James se mantenía al margen después de pasar una situación delicada con su hermano y Tamina se limitaba a escuchar las grabaciones.

—¿Por qué no tienes ni un poco de confianza en nosotros? —Edric pareció defraudado, desanimado, abatido...

—Iluso —suspiró—. Estoy cansado de no poder hacer nada y de cruzarme los brazos intentando buscar una solución que no vamos a encontrar —se agarró la cabeza dolido y se giró hacia Tamina—. ¡Apaga eso!

Tamina lo apagó frunciendo el ceño y fulminándolo con la mirada a la vez—. No me grites Black.

—Esto es inútil —escupió Ethan apretando la mandíbula con fuerza —Ninguno quiere entrar en razón, pero en el fondo sabéis que es lo mas sensato. ¡Y lo único que las salvará! —se apartó del resto dando la espalda a sus amigos para poder calmarse.

James sintió que debía acercarse a hablar con él pero conociéndolo lo repudiaría y montaria otra escenita.

—Mira. —Edric se dirigió directamente a Ethan—. Nadie te obliga a seguir con nosotros, haremos las cosas así y si no lo aceptas tendras que irte —corroboró, y se sentó al lado de Tamina.

Ethan se giró reprimiendo las ganas de empezar a dar una patada a lo que fuera y sonrió con sorna.

—Bien, lo haré por mi cuenta. —Dicho esto dio media vuelta y se marchó.

Edric no podía creer que lo hubiera echo, que los hubiera abandonado. ¿Qué harían ahora? Ethan iba a confesarlo todo y a salvarlas. Ojala fuera tan fácil para él. No podía dejar que culparan a dos personas inocentes de la muerte de su padre, porque sabia que ocurriría y no podía impedirlo. Edric no lograba esconder su nerviosismo, la forma de hablar y el movimiento repetitivo de su pierna derecha lo delataban. Estaba de los nervios y sentía que toda era su culpa, al final Ethan quedaría como un héroe y él como el cobarde, solo por no renunciar a su dignidad. Era su padre quien había muerto no el de ellos, no podían entenderlo.

Los Inefables (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora