Capítulo 11. ¿Dos?

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Estaban conmocionados y paralizados. Analizando la situación lógicamente, era descabellado pensar que aquello fuera real.

¿Cual se suponía que era el siguiente paso? ¡Solo era un puesto que Edna y a Erza utilizaban para ganar votos! ¿Como podía aquel puesto emitir las dichosas ondas que iban buscando? No tenia ningún sentido y les aterraba pensar que todo aquello no había servido para nada al final. Ganarse la ayuda de Ethan no había sido nada fácil.

—No era lo que me esperaba... —les dijo Ethan con una ceja alzada.

—Ni tu ni nadie Ethan —añadió Charlotte cruzando los brazos con un suspiro.

—Es aquí, no hay otro lugar —dijo Ariadna.

—Lo mejor sera que lo revisemos, si no encontramos nada volvemos al patio antes de que nos pillen —sugirio Ethan empezando a revolver los bolígrafos del bote.

—Esa es una idea... horrible. —constató James.

Los seis lo miraron, luego compartieron una mirada de ¿Y que remedio queda?, y se encogieron de hombros. ¿Que otra opción tenían? Se unieron al plan de Ethan y empezaron a revolverla de arriba abajo.

La mesa era rectangular, nada fuera de lo normal. Tenía un mantel con los mismos colores impresos en las chapas que llegaba hasta el suelo. También lucían los mismos colores los papeles que envolvían los caramelos para ganar votos y las pancartas. Una serie de colores que llamaron la atención de Ariadna la primera vez que los vio.

Azul,
plateado,
azul,
naranja,
morado,
plateado,
naranja,
azul,
naranja,
azul.

A los dos extremos de la mesa, dos pequeñas banderas con la misma serie de colores en el fondo, se extendía luciendo las caras de Edna y de Erza.

Dos sillas detrás de la mesa, obviamente para las dos gemelas , y sobre la mesa un bol con caramelos, unos cuántos bolígrafos, dos montones con folios y otro cuenco lleno de chapas. Sobre el puesto, una pancarta alargada unida por los dos extremos sobre sus cabezas, lucia los mismos colores de fondo solo que con unas letras grandes que decían;

"VOTA EDNA Y ERZA. REPRESENTA A TU INSTITUTO"

Solo había eso, nada a parte de lo que podía verse a simple vista. Por lo que el descontento y la frustración se olían en el aire. Cada vez todo parecía mas difícil y se preguntaban si de veras valía la pena seguir con todo aquello. No escuchar música en el instituto no los mataría.

Dándolo todo por perdido Ethan pensó fugazmente en meter la mano bajo la mesa, no perdía nada por intentar encontrar algo allí abajo, y lo hizo. Al instante sintió que algo no iba bien, no supo identificar lo que tocó. Sacó la mano y metió el cuerpo entero bajo la mesa, para entonces los chicos lo observaban interesados por el hallazgo.

—Chicos —les dijo al arrastrar el cuerpo a fuera, guardando la linterna del móvil—. Tenéis que ver esto. —Los chicos lo miraban expectantes. El joven empujó la mesa bruscamente hacia delante, de este modo pudieron ver la puerta cerrada de una trampilla en el suelo. Estaba allí, en medio de un pasillo de instituto, una trampilla.

—¡Bingo! —brincó Tamina emocionada.

Se arrodillaron alrededor de la trampilla formando un círculo, nadie quería perderse lo que iba a continuación. Ethan tuvo el honor de abrirla, por suerte no estaba cerrada, y después de forcejear unos instantes se abrió lentamente. El engranaje de la puerta de madera crujió.

La puerta era pesada pero pudo abrirla por completo, con alguna dificultad. El interior no era visible, estaba oscuro, o más bien negro, y desprendía un olor particular. Una mezcla de polvo, madera y humedad. No era en verdad nada atrayente aquel agujero. Pero la curiosidad se los comía por dentro.

Los Inefables (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora