— Nosotras nos vamos ya —dijo Edna regalándoles una de sus falsas sonrisas.
— Pobrecitas... —susurro Erza al oído de su hermana.
Ambas chicas se mantuvieron en silencio hasta que las hermanas se hubieron alejado lo suficiente como para que no las escucharan. Nicky se giró con el ceño fruncido hacia Tamina, que no entendío el porqué de ese gesto tan desconsiderado por su parte.
— No necesito que nadie me defienda. No eres mi guardaespaldas, vale —le aspetó mientras daba media vuelta y se marchaba de brazos cruzados con la mochila sujeta de un hombro.
— No sé para que me molesto en ayudar... no te preocupes. ¡La próxima vez pasaré de largo! —gritó furiosa, pero Nicky no estaba lo suficientemente cerca como para oírla. Así que su esfuerzo por levantar la voz sólo sirvió para que la gente de su alrededor se la quedara mirando con los ojos muy abiertos.
Tamina dio un puntapié en el aire, enfurecida. Un único esfuerzo que hacía para simpatizar y ni siquiera se lo agradecían, era indignante.
Un poco más atrás, entre la multitud, una joven contemplaba la escena en la penumbra abrazando su pesado carpeta roja. Quiso decir algo y intervenir, pero sus piernas no reaccionaban, era tímida, demasiado tímida. Si por casualidad sus piernas hubieran obedecido y hubiera dicho algo para defender a esa pobre chica, luego no sabría como reaccionar y saldría corriendo con las mejillas encendidas. No era la primera vez que le pasaba. Sabrina bajó la mirada hasta el suelo y siguió su camino decepcionada, esperaba el día en el que alguna fuerza la ayudara a salir del cascarón.
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Martes, química era la primera asignatura que marcaba el nuevo horario y la profesora Doroty impartía la clase. Entró en el aula con la barbilla alta y la espalda recta. Fulminó con la mirada a todos sus alumnos, intimidando mayormente a los pobres chicos de la primera fila. Aquel día Tamina no había llegado tarde, todas estaban en el sitio que el día anterior habían elegido.
— Todos los años tengo nuevos jóvenes —empezó la profesora—, nuevas explicaciones, nuevos libros, nuevos exámenes... y como podréis entender una lleva aquí muchos años, y las charlas aburridas de los primeros días me resultan muy pesadas. Así que como yo también he sido estudiante y me he sentado en la misma silla que vosotros, he pensado en hacer una excursión al laboratorio. Para calmar los nervios del primer día. ¿Qué os parece?
Intenta ganarse nuestra confianza para luego poner exámenes sorpresa cuando le dé la gana, alegó Tamina en su mente.
Alucinante un laboratorio, nunca he visto uno, fue lo que Sabrina pensó.
¿Levantarse y andar? Estará de broma..., se quejaba Nicky.
¿Diseccionaremos alguna rana allí? Bueno pensándolo mejor... no quiero ver el interior de una rana, se asqueó Ariadna para sus adentros. Ganándose una mirada curiosa por parte del chico de las gafas que se sentaba a su lado.
Segundo día y ya vamos de excursión, no me puedo quejar. Charlotte siempre intentando ver la parte positiva.
— Vamos chicos —ordenó la profesora mientras movía la mano para que sus alumnos se levantaran y la siguieran.
Obedecieron y se levantaron de los pupitres con un estruendo colectivo ensordecedor. Seguido salieron del aula bastante animados, hablando unos con otros sobre el laboratorio de química que iban a visitar. Siguieron a la profesora por innumerables pasillos hasta llegar finalmente a su destino.
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Los Inefables (Editando)
Teen FictionAlgo tan increíble que no puede ser descrito con palabras, eso es inefable. Durante tu vida encontrarás momentos, sentimientos y personas inefables. Ellas eran cinco. Nicky era adicta al Heavy Metal, a los videojuegos y al negro. Ariadna era una so...