Capítulo 18. Confesión.

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—He tenido que prometer a mis padres que mañana a las diez estaré en casa —dijo Ariadna—. Y le he dado tu número Tamina, y el de tus padres. También el fijo de tu casa. Han sido diez minutos intensos intentando convencerlos de que eras de fiar, eso de haber agredido a un poli no ha ayudado mucho. Les he prometido que cerraremos con llave la puerta principal y sellaremos las ventanas... Mis padres cada día están peor. Estoy deseando independizarme.

—Tranquila —le dijo Charlotte poniéndole la mano en el hombro—. Algún día se darán cuenta de lo sobreprotectores que son. Algún día... Créeme. Te independizarás y los echarás de menos.

—Lo comprobaremos dentro de unos cuántos años —bromeó Ariadna.

—Bueno... ¿Ya lo tenemos todo? —preguntó Tamina.

—Todo listo —afirmó Sabrina con un movimiento de cabeza.

Tamina les prestó algo de ropa cómoda que les sirviera como pijama. Parecían las cinco un grupo de Rock Punk. Llamó a sus padres para que supieran que la casa estaba ocupada, de todos modos no tenían planeado dormir allí así que no supuso un problema. Habían terminado de colocar los colchones en el suelo de la habitación de Tamina, había espacio de sobra.

Tamina se encontraba sentada como una india a un extremo de la cama, detrás de ella Ariadna había conseguido tras mucha insistencia hacerle una trenza, tenía una debilidad por su pelo pelirrojo. Charlotte ojeaba una revista en la cabecera de la cama mientras Nicky tecleaba en el portátil de Tamina con Sabrina.

—No puedo creer que no tengamos ninguna pista para poder avanzar. No dejo de darle vueltas —confesó Charlotte cerrando la revista—. Empieza a dolerme la cabeza y todo.

—Para empezar no deberíamos habernos metido en todo este lío —dijo Ariadna, cogía un mechón y lo trenzaba entre los otros dos—. Hemos descubierto a la víctima de un asesinato y es por culpa nuestra... No es exactamente como yo creía que empezaría el nuevo curso.

—Un asesinato... —repitió Nicky en voz baja—. ¿Y si no fue un asesinato? Louder Perkins llevaba una pistola cuando lo encontramos. ¿Y si él mismo se pegó un tiro?

—¿Un suicidio? —intervino Sabrina negando con la cabeza—. No lo creo... ¿entonces porqué ocultarían el cuerpo? No tiene sentido. A demás de que no tenía suficientes razones como para quitarse la vida.

—A ver... —Charlotte se incorporó y se sentó cómo una india, formó un círculo junto con las chicas—. Los "supuestos asesinos", que según nuestras sospechas son nuestro profesor de Física y nuestra profesora de Química, crearon los xips. El padre de Edric los sacó del mercado porque eran peligrosos.

—Eso es todo lo que tenemos por ahora —corroboró Nicky.

—Pero hay algo... —Sabrina se frotó la barbilla—. ¿Si el homicidio ocurrió hace mucho tiempo por qué han vuelto ha fabricarlos ahora? Todo estaba sellado, el cuerpo a buen recaudo y bien escondido. ¿Que interés había en que se descubriera?

—Supongo que nuestro trabajo es averiguarlo —dijo Tamina, giró la cabeza y sacudió su trenza pelirroja.

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Cenaron cuando llegó la comida china que pidieron y se pasaron prácticamente toda la noche despiertas hasta la madrugada, cuando el sueño pudo con ellas. A las nueve la alarma sonó y las sobresaltó. La habían programado pronto para estar a las diez listas y poder marcharse cada una a su casa. Se vistieron prácticamente dormidas y se prepararon, media hora después se despidieron y cada una se marchó hacia su casa.

Los Inefables (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora