Capitulo 21. Un golpe bajo.

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El espeluznante grito que lanzaron los jóvenes hizo ensordecer a la pareja que les bloqueaba completamente la salida. Incluso a Ariadna, la cual tenían cogida de la muñeca para que no escapara. Literalmente estaban acorralados, si volvían a entrar en la estancia de la que habían salido se quedarían encajados porque no habían mas salidas que la trampilla de la primera sala que daba al exterior y que en ese instante bloqueaban los supuestos asesinos de Louder Perkins.

—¡Callaos! —gruñó la mujer. Había adoptado un carácter diferente al cual tenía en clase con los chicos, ahora parecía mucho más macabra y siniestra, aunque igual ése efecto era provocado por la poca luz que proporcionaba la bombilla del techo. No parecía la misma.

—¿Qué queréis, que nos descubran? Nosotros despedidos y vosotros expulsados ¿qué os parece? —les dijo Patrick Rofensburg. Aunque seguían aterrados les pareció algo irónico porque ellos ya estaban expulsados.

Ariadna casi parecía que se iba a ahogar debido al ritmo frenético de su respiración. El hombre seguía sosteniéndola por la muñeca y entre la hiperventilación y el hecho de que en su mirada pudieras ver como el miedo le calaba los huesos podías apreciar que temblaba de terror.

James tuvo un impulso repentino, cogió el brazo de la chica colocándose entre ella y el asesino, y tiró de él provocando que el hombre la soltara con brutalidad.

Ésta no pudo hacer más que esconderse detrás de él intentando recuperar el pulso normal. Los demás mostraban caras de entre miedo, asombro y específicamente Edric, venganza. Una especie de remordimiento extraño que quería darles su merecido pero después recordaba que éste no era su primer rodeo y ellos podrían ser perfectamente sus próximas víctimas. No parecían haber mostrado ningún signo de querer atacarlos ni nada parecido, era confuso.

—¡Vosotras! Sois las cinco chicas que quedaron atrapadas en mi clase el primer día de instituto —recordó la mujer al mismo tiempo que las apuntaba con el dedo índice.

—No nos hagáis nada, no... no vamos a contar lo del muerto a nadie —intervino Ethan pasando por alto el comentario anterior.

—Así que lo sabéis... —dijo el hombre mientras pensativo se rascaba la barbilla con el ceño fruncido.

Tremendo error, ahora se habían delatado. Y sabiéndolo no los dejarían escapar.

—Ese hombre era mi padre, hijos de... —explotó Edric encarándolos para colocarse frente a ellos—. Merecéis pudriros en la cárcel. Él hacia su trabajo ¡nada más! Y lo tuvo que pagar...

—Te equivocas chico... nosotros no hemos matado a nadie —se corrigió el hombre—. Bueno... no a él.

—Mientes —lo acusó Nicky—. Encontramos documentos en los que confirma que él os vigilaba. Cuando averiguó lo que estabais haciendo no dejó comercializar vuestra malvada creación por seguridad.

—¿Quién dejaría vender eso? —intervino Ethan.

—Cuando no aprobaron la venta buscasteis venganza clavándole un tiro en el pecho —terminó Tamina.

La pareja los miraba confundidos. Patrick frunció el ceño y se dispuso a hablar.

—¿Él nos vigilaba?

—¿No lo sabíais? —dijo James.

—No... Cuando inventamos los xips quisimos sacarlos a la venta pero nos llegó un informe de un tal Louder Perkins que decía que no podíamos venderlos. Sí que nos enfadamos es normal. Pero no lo matamos... el mercado negro nos compró casi media producción mucho antes de querer sacarlos a la venta, teníamos bastante dinero. Y después de tres años en la cárcel queríamos hacer borrón y cuenta nueva ¿por qué volveríamos a matar, no hubiera sido un buen comienzo, no creéis?

Los Inefables (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora