Capítulo 10. Reconciliación y plan en marcha.

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—¡TRES!

El caballo corrió en ese instante por delante de ella, tal como había planeado, saltó desde la vaya y aterrizó justo detrás de Ariadna. La morena, obedeciendo la orden anterior se dejó caer en cuánto sintió a Sabrina detrás suyo.

En un principio James debía sujetar a Ariadna cuando ella se dejara caer. En un principio. Pero Ariadna no había calculado dónde tenía que caer ya que seguía con los ojos cerrados, simplemente se había dejado caer. Así que en vez de sujetar Ariadna saltó encima de él y James sólo sirvió para amortiguar el golpe.

Terminaron James tumbado en el suelo y Ariadna sobre él, ambos tendidos en el sucio suelo del rodeo.

Sabrina por su parte consiguió coger las riendas y controlar de nuevo al caballo. Cuando se giró para comprobar que su plan había funcionado la invadió una sensación de alivio inmediato. No había heridos y nada había termianado afectado, no quiso pensar lo que hubiera echo su padre con ella si no hubiera podido solucionarlo.

—¡Ahora yo! —gritó Tamina desde detrás de la vaya. Levantaba las manos enérgicamente y saltaba emocionada.

Ariadna abrió primero un ojo y después el otro. Estaba entera, eso fue lo primero que se le pasó por la cabeza, entonces encontró la mueca dolorida de James a centímetros de la de ella.

—Lo..lo... siento — tartamudeó dolorida. Parpadeó intentando evitar el dolor de sus músculos entumecidos.

—Tranquila.

—¿Te has echo daño?

—No... ¿y tú?

—Estoy bien —Apartó un mechón rebelde del rosto y se lo colocó detrás de la oreja. El mechón rozó la nariz de James, por un momento creyó que iba a estornudar.

Sonrió humildemente y después de unos segundos se dio cuenta de que seguía encima de él. Ariadna se incorporó y le tendió la mano al chico. James la cogió y se levantó magullado.

—Está horrible. —Se quejó Ariadna mientras se sacudía el polvo de la ropa—. Éstas manchas no van a salir nunca...

—No te preocupes, sigues igual de guapa... —dijo colocándose las gafas—. Si es lo que te preocupa.

Ariadna miró a James sonrojada, no podía creer que de veras se estuviera refiriendo a ella tan directamente, y le dedicó una sonrisa tímida.

—Gracias.

Sabrina se acercó, aún encima del caballo, a la vaya blanca dónde se encontraban los demás.

—Vamos a dejar lo de las clases, de acuerdo —constató.

—Mejor —añadió Charlotte.

—No queremos terminar en el hospital —dijo Ethan.

—Ethan, nosotros tenemos que irnos —le dijo James mirando el reloj de su muñeca.

—Nos vemos mañana entonces. —Se despidió Ethan.

Todas los despidieron con la mano. Una vez se fueron alejando por el camino que se adentraba en la ciudad, las chicas entraron de nuevo a los establos y recogieron sus bolsos o mochilas. Mientras Sabrina se encargaba de guardar el caballo en su respectivo establo.

—Bueno, el taxi está fuera. Hasta mañana chicas. —Ariadna salió de los establos y subió en el coche negro que la esperaba en la puerta.

—Sí, nosotras también nos vamos —afirmó Tamina, refiriéndose también a Nicky y a Charlotte.

Les quedaba un largo camino de vuelta a casa, ya que las fábricas y las granjas se situaban a las afueras de la ciudad. Sabrina las despidió con la mano y cuando ya no podían diferenciarse en la distancia entró en la oficina y dejó los papeles de la madre de Edric sobre la mesa. Soltó un largo suspiro de cansancio y abrió el portátil de la oficina para empezar a revisar la pagina web de la granja de su padre, una de las tareas que su padre le había encargado.

Los Inefables (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora