ʜᴀɴᴀʜᴀᴋɪ-ᴍ.ʏɢ~ᴘ.ᴊᴍ

ᴠ ᴇ ɪ ɴ ᴛ ɪ ᴄ ɪ ɴ ᴄ ᴏ

 
—  Toma...
 
La mano delgada ofreció un vaso de alguna cafetería genérica, llena de delicioso té verde humeante pero que esa mano se protegía del calor por un aro de papel grueso.
 
YoonGi miró el vaso con el nombre escrito de esa persona en él y las uñas pintadas de amarillo canario contrastando con el pálido de sus dedos.
 
— Gracias.... — Tomó el vaso agradeciendo despacio y con voz baja porque sentía que si alzaba solo un poco más su voz su garganta se rasgaba como miles de agujas enterrándose en sus cuerdas vocales.
 
Mina, se sentó a un lado de él descansando de su caminata y preocupada por el de cabello negro que no había hablado mucho desde que llegó a la facultad.
 
El frío aún gobernaba obligando a todos ir con chamarras o abrigos gruesos si o si, los patios estaban casi vacíos por las corrientes heladas de aire viajando y haciendo que no sea muy amena la estancia ahí, pero que en esas horas el sol inundó todo el campo trayendo calor y un poco de vida a ese invierno mañanero.
 
Y ahí estaban, Mina y YoonGi en una mesa de concreto de la facultad, esperando una hora para la siguiente clase y perdiendo el tiempo. Aunque YoonGi estaba seguro que en otras circunstancias estaría arreglando algunas partituras de su clase de composición o mirando su celular, ahora estaba recargando su rostro en su antebrazo cubierto de su sudadera y con un cortado de cuerpo infernal.
 
Se veía mal...
 
Mina hizo una mueca mientras veía ese brazo temblar llevando el vaso de té a sus labios para volver a esconderse en la tela.
 
Si... definitivamente era más café.
 
Ayer solo pudo dejarle en el campus antes que éste insistiera en que estaba bien y que podía ir solo a casa, lo había dejado con la nariz roja y el evidente mormado de esta, ojos somnolientos y voz con fiebre. Pero ahora solo era un débil YoonGi que temblaba de vez en cuando, tosía con violencia y con escalofríos escalando en su espalda.
 
— Ya no me gusta cómo te estás sintiendo... — Mina habló quitando el silencio entre ellos, solo en ellos porque en realidad dentro del campo podías escuchar los pájaros y sus cánticos o bullicio en voz baja de los demás estudiantes que solo pasaban.
 
YoonGi alzó su cabeza escondida en sus antebrazos con una ceja alzada, aunque ya sabía a qué se refería su amiga.
 
— Es solo... como una resaca. — Simplificó el mayor sabiendo que era mentira.
 
O mierda... otra vez.
 
Una bola de fuego quemó en su tráquea como volcán escalando hasta llegar a su garganta, aguantó todo lo que pudo, pero terminó tosiendo con violencia a dirección contraria de Mina y sintió además de ardor, dolor en su pecho comprimido y apretado.
 
Ayer en la noche, apenas pudo darle un mísero emparedado bien hecho a LeeGi antes de caer en cama completamente destrozado, mareado y hasta con ganas de vomitar al ver que tenía temperatura.
 
Era un poco temprano a decir verdad... pero apenas y se aseguró que LeeGi se había dormido, no espero ni un minuto más en llamarle a su vecino sin ninguna intención en que le ayudará, simplemente le pediría unas pastillas para el dolor de cabeza y algunos consejos para bajar la temperatura.
 
Jamás tenía planeado tener siete minutos de llamada con preguntas llenas de preocupación por parte de JiMin y un mensaje de "Estoy afuera, ábreme" apenas cortó llamada con él.
 
Sin embargo, eran las 10:30 de una noche fría y él había salido de bañarse estrictamente con agua tibia ordenado por JiMin mientras que el otro prepara fomentos de toallas frías listas para poner en su frente y él se recostaba en su cama como si se quitara toneladas de peso encima con un JiMin, conversando con él en voz baja y él contestando cansado y somnoliento.
 
Quería quedarse despierto toda la noche en el transcurso que el menor estaba en su casa, pero se sentía tan a gusto la voz baja de JiMin arrullándole y esas manos monitoreando constantemente su temperatura, que no pudo más y cayó dormido olvidándose incluso minutos antes, que tenía fiebre y unas ganas de toser infernales.
 
— Aja... una resaca. — Mina por supuesto que no le creyó... — Deberías ir a un doctor... Mi tío es un médico muy bueno, podemos ir y que te revise rápido. — Sugirió tratando de convencer al mayor. — YoonGi, creo que esto no es un simple resfriado.
 
YoonGi rodó los ojos dentro de él y sorbió su nariz regresando a esconder sus ojos en sus brazos.
 
— Muy pronto serán mis análisis. — Simplificó. — Si esto sigue, estoy seguro que ahí me dirán que tengo y listo, asunto arreglado.
 
El problema no era que no quería ir al doctor, el problema era que no podía ir a uno...
 
¿Y uno particular?... pfff peor.
 
Su sueldo se acortó desde que no trabaja extra, ha podido organizarse con lo poco que le queda y no necesita otro hueco de dinero por cual preocuparse.
 
Y por supuesto que no le dirá a Mina, estaba seguro que ella pagaría por todo y ya tiene suficiente con deberle a JiMin.
 
— Pero... — Mina mordió su labio desesperado por lo necio que es YoonGi — ¿Y si en ese lapso de tiempo no mejoras o empeoras?...
 
— Bueno, los ataúdes no son caros, asegúrate que sea negro. Me encantaría que mi caja de ataúd sea negra.
 
— ¡YoonGi!...
 
— Bueno, ataúd negro va a ser.
 
Mina y YoonGi de inmediato voltearon hacia arriba en la sombra que se reflejaba en la mesa y mirando a la sonriente persona que atrás suyo el sol se presumía, pero también dejando que varios rayos de este marcaran su silueta como si de una deidad se tratara.
 
Joder ¿acaso eso es un maldito ángel?
 
YoonGi se preguntó si de verdad ya estaba muerto.
 
— JiMin... — Mina habló.
 
Ah... es JiMin, con razón.
 
— Buenos días Mina... — Saludo, pero sin manos porque sostenía dos vasos de café en ellos.
 
— Ah... eres tú... — YoonGi le habló recargando su mandíbula entre sus brazos y encorvando su espalda.
 
— Sipi... yo. — Se sentó en la banca vacía que quedaba en el lado más estrecho de la mesa y arrimó un vaso lleno de café humeante al peli negro de ojos con sueño — Toma...