Había pasado mucho tiempo desde la última vez que sentía este vacío en el pecho,
vuelvo a la rutina y me consumo convirtiendome en polvo, ceniza, y quemando mis mentiras,
el cielo se queda demasiado lejos para tenerlo así que ardo en el infierno,
veo repetirse el mismo día como si al perder reiniciase la partida.
No he perdido aún el juego pero estoy cerca de hacerlo y no quiero,
la partida no está perdida todavía y sin embargo siento que no hay salida,
tirado en el suelo pensando como he vuelto a esto si estaba volando hacia el cielo,
pasa por tener confianza a la mínima y creer que pueden quitarme la espina.
Tengo una rosa clavada en el corazón que no se cura con tabaco ni alcohol,
es suave en partes y en otras se torna punzante como el amor de los padres,
a veces hace frío y otras tanto calor que deja de ser una zona de confort,
el alma se me parte y dejo que los pedazos los arrastre el aire.
Gotea por mi frente sudor y al abrir los ojos observo que la presa soy yo,
inmóvil dejo que me cacen aunque quiera ser libre como una burbuja al explotarse,
puedo ver al cazador orgulloso de su labor sintiéndose un vencedor,
yo asustado por no poder liberarme de este maldito amarre.
Amarrado a ti se podría decir, porque quiero que estés a mi lado hasta el fin,
cuando el mundo se rompa solo quiero ver a una persona,
quiero que tú estés ahí y aunque la flor esté por morir la intentaremos revivir,
te convertiste en mi droga y no quiero que pienses que te quise por moda.
¿Y qué si nuestra llama llegó a su fin y el fuego se terminó por extinguir?,
se acabó nuestra película loca donde el amor es la cura pero no perdona,
la flor paró de sonreír y sus pétalos uno a uno se dejaron de abrir,
el infierno me preparó la losa y el cielo me impulsó a una eternidad de tortura no piadosa.
