Nuestro sabor

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Veo nuestras fotos del verano
y rememoro el pasado
en el que nos enamoramos,
es precioso estar enamorado.

Las conversaciones hasta
altas horas de la madrugada,
los abrazos que se extrañaban
aun habiéndonos visto toda la semana.

El tiempo corría rápido
y dejaba paso
a un sentimiento cálido
según nos íbamos enamorando.

Que bonito es el amor improvisado,
aquel no preparado
que te sorprende a cada segundo que va pasando,
la sorpresa se va magníficando.

El deseo ardiente de vernos
para que se rocen nuestros dedos,
combinación de sentimientos,
mezcla de sabores propios y nuestros.

Abrazos por la cintura,
amor sin ataduras,
libertad que no acaba nunca
porque me siento libre cuando acaricias mi nuca.

Nuestro corazón en sintonía
cuando te veía
y me veías,
la paz aparecía.

Tus labios rosados,
tu cabello castaño,
tus ojos almendrados,
tu piel el oro más caro.

Tus manos eran
el sol tras la tormenta,
tu sonrisa era
la causa de que la esperanza permaneciera.

Ese vestido verde
te quedaba imponente,
resaltabas entre todos los presentes
y me diste el mejor presente.

Tenerte en el presente ha sido
un regalo que siempre he querido,
el universo me ha oído
y te ha puesto al lado mío.

Mis ojos marrones
agradecidos por las visiones,
de saber que no eran alucinaciones,
de que no eran ilusiones.

Mi actitud inconforme dejó de serlo
en el momento que conquistaste mi pecho,
avivaste el fuego
evitando el incendio.

Nunca nadie lo había hecho,
tus labios grabados en mi cerebro,
esa memoria se repite desde hace tiempo
y no pongo oposición de por medio.

Relatos de un dementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora