I. Estatua

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Un repentino estruendo provocado por la fuerte lluvia que había comenzado minutos después de que el sueño invadiera su cuerpo, hizo que despertara agitado, salió de su habitación y caminó por los oscuros pasillos iluminados por los relámpagos hasta la cocina en busca de agua, agarró dos capsulas de sus pastillas de dormir habituales y las colocó dentro de su boca. Ya calmado regresa a la habitación especial donde lo esperaba su más preciada posesión.

Ya era la tercera noche desde que la estatua estaba bajo el techo de la mansión Jeon, la cual estaba apartada, así lo prefería su dueño Jeon Jungkook quien tenía una prometedora carrera como pianista y pertenecía a una de las familias más influyentes, un joven de 27 años, de abundante cabello oscuro como la lúgubre noche y ojos almendrados perfectamente adornados con finas pero avasalladoras pestañas, alto, de figura atlética si llegar a marcar demasiados músculos y por supuesto no podían faltar esas manos que se aprecian fuertes pero no dejan de ser delicadas. Un joven que decidió poner fin a los escenarios y mantenerse alejado en la solitaria mansión familiar.

Nadie sabe con certeza desde cuándo es el único habitante de dicho lugar. No tiene empleados, ni siquiera jardinero, quien lo pensaría al ver los hermosos jardines que rodean la mansión. No se cansaba de admirar aquel rostro blanquecino, tanto así que en ciertos momentos creía que lo observaba, lo que le hacía creer que había perdido la razón.

Hasta ahora no se había atrevido a tocar su rostro, su mano temblorosa se acercó, perfiló su pequeña nariz y soltó un suspiro volviendo a su anterior posición frente a la estatua.

—La expresión de tu rostro es tan triste y tan sensual, como si desearas caminar, correr, saltar sin logro alguno y a la vez como si tratases de seducirme—Se acerca nuevamente, no controla sus impulsos y termina abrazándolo por la estrecha cintura.
Cualquiera pensaría que un loco, un loco que abraza una estatua, pero para el es de lo mas reconfortante, la soledad es en ocasiones se convierte en una carga.
—Es raro que haga esto, espero que no te moleste—Posa suavemente su cabeza sobre el hombro contrario soltando nuevamente un suspiro desgarrador.

Desde aquella trágica noche, por lo menos para él lo fue, donde no pudo con la presión y huyó del escenario lejos de todos y de todo, a pesar de tener 27 años se sentía como un hombre de 40. Cada mañana se preguntaba por qué ya no sentía esa magia al tocar las teclas del piano. Todo para él había perdido sentido, estaba solo y las melodías no tocaban su ahora frío corazón. Solo esa estatua tan misteriosa comenzaba a devolverle un poco de color a su vida, aunque de momento solo se sumaban los tonos grises.

Tenía deseos de descifrarla, de unirse a ella. No comprendía que poseía esa escultura que lo llenaba de sensaciones, que lo hacía sentirse tan bien.
Su estado de tranquilidad desaparece al escuchar la vieja radio, la cual no se ha usado en años, que reposa en el salón principal de la mansión.

El silencio de la noche desaparece cuando de la nada ‹‹Baby come back›› de Player es reproducida por aquel trasto. Nada más extraño que música en medio de la noche y más cuando no hay nadie más en todo el lugar.

Se desplaza lentamente hasta dicha radio, extrañado la apaga tocando ese pequeño botón en la parte trasera de la misma, se gira para regresar a la habitación y vuelve a sonar la misma canción esta vez con un volumen más alto. Se alarma y corre aterrado lo más lejos posible del salón, entra en la habitación donde yace la estatua que ahora está totalmente oscura, avanza lentamente hasta tropezar y desplomarse en el suelo. La habitación se ilumina nada más Jungkook toca el suelo para que sus ojos encuentren la peor escena que podía ver, trozos y trozos de mármol.

—¡¡¡¡No, no, no, no, no, no, no!!!! No puede ser ¿Qué te ha pasado? —Tomaba del suelo frenéticamente los trozos en sus manos lo que provocó pequeños cortes en estas. Poco le importo el dolor de esas heridas mas no comprendía que había ocurrido en esa habitación.

A lo lejos nota que la música se detiene, rápidamente volvió al salón, ya frente a la radio no dudo en tomarla con sus manos ensangrentadas y lanzarla con todas sus fuerzas contra el gran espejo que adornaba la pared de la chimenea, simultáneamente cae sobre la alfombra perdiendo el conocimiento.

Mármol - Kookmin✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora