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Sentí una descarga de placer recorrer todo mi cuerpo y me estremecí, me gustaba lo que estaba sintiendo. Solté un jadeo en respuesta a las sensaciones que me estaban visitando, cerré mis ojos con fuerza, deseaba sentir mas que eso, deseaba mucho mas. Pero tampoco deseaba moverme en realidad, dejaría a mi compañero encargarse de todo y yo actuaria de forma obediente.

Un par de manos se colaron entre mi ropa, desarreglando esta y encargándose de quitarme cada prenda, entreabrí mis ojos para observar un poco a quien tenia encaramado encima de mi cuerpo, solo pude visualizar una cabellera pelirroja bajando por mi abdomen y acercándose de forma peligrosa hasta mi ingle, claramente mi erección estaba mas que lista para lo que fuese que planeaba él hacer.

Sentí como comenzaba a besar la zona, mis piernas, sus manos trepaban por mis muslos y se divertían torturándome de forma lenta. Intenté sentarme sobre la cama en la que me encontraba, sabanas negras nos rodeaban, desconocía la habitación en al que nos encontrábamos, pero en ese momento eso era algo completamente irrelevante. Terminé por posicionarme sobre mis codos sobre la cama, levantando la mitad de mi cuerpo para observar lo que sucedía abajo, conocía ese color de cabello, lo reconocería a kilómetros de distancia y lo haría sin problemas.

Entonces él comenzó a besar mi erección, era un ritmo lo suficientemente lento como para hacerme perder la cabeza, solté un gemido en voz alta y arqueé mi espalda en respuesta a sus caricias.

Me moví de forma inquieta sobre la cama, preso del placer que me otorgaba la boca de Chuya, solté un gemido en respuesta, un sonido que me llegaba de una forma bastante desconocida a mi mismo. Llevé mi mano hacia el cabello de él y lo acaricié, marcando un ritmo mas acelerado.

Pero eso sería todo. Y es que entonces la realidad me llamo de vuelta y fui despertado de mi sueño.

Chuya se esfumo y la habitación en la que nos encontrábamos también, pero mi erección seguía presente, hubiese deseado de forma sincera que eso también desapareciese, y es que la idea de masturbarme pensando en el enano era bastante desagradable. Y extraño.

Pero mi cuerpo comenzaba a ser cada vez mas incontrolable y simplemente actuaba por si mismo, bien, mi mente también contribuía en hacerme pasar por ese tipo de cosas, y es que ahora mas que nunca tenia una imaginación bastante viva e inquieta.

Habían pasado semanas desde mi diagnostico y continuaba sin volver a ver a Chuya, hace algunos meses, antes de que comenzase todo este problema, podía pasar por periodos bastante largos de tiempo sin saber nada sobre el enano molesto, y no me importaba si era de esa forma. Pero últimamente me encontraba demasiado consciente y al tanto de su presencia.

Y eso significaba que comenzaba a buscarlo de una forma casi inconsciente.

Mientras mas lo buscaba con la mirada, casi esperando encontrarme con él en cualquier momento, esto no sucedía, como si se tratase de una relación inversa entre ambos factores.

La vida estaba realmente llena de relaciones inversas, cuando deseábamos algo demasiado, esto parecía alejarse aun mas.

No trataba de pensar que realmente deseaba a Chuya, sabía que estaba sucediendo todo eso con mi cuerpo y mi cabeza debido a que en la agencia me hablaban sobre el enano todo el día y todos los días, dando por hecho que él era el que provocaba que creciese una flor en mi pulmón, yo negaba aquello y seguiría haciéndolo.

Pero a los chicos de la agencia poco les importaba mi opinión, ellos decían que Chuya era mi enamorado y el caso estaba cerrado, lo que yo dijese no tenia real importancia.

Además de que constantemente se encontraban intentando convencerme de declararme como se debía, Yosano me recordaba siempre el hecho de la efectividad perdida de la medicina que ella me había dado, mis días de confiarme en esa medicina estaban contados y ella me aseguraba que debía comenzar a poner en marcha mi cerebro de "genio" e idear un plan.

Déjalo FlorecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora