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El paraíso, el infierno, el limbo o simplemente un sueño.

Fuese lo que fuese donde me encontrase en ese momento, no deseaba despertar ni salir nunca de allí.

Solté otro suspiro en respuesta al placer que me encontraba experimentando en ese momento, había perdido la cuenta del numero de veces que lo había hecho y es que era simplemente perfecto, los sentimientos eran tan puros e intensos. Y por primera vez en mucho tiempo me sentía completamente pleno.

Enredado en esas sabanas cómodas y tibias, todo en una temperatura perfecta, en un punto perfecto, el aroma de Chuya llegaba sin problemas a mi, solo podía escucharlo a él, sus palabras, sus conversaciones, su risa. Tan feliz a mi lado, tan relajado, tan enamorado como yo de él.

Como si mi mayor sueño se hubiese cumplido.

Chuya me dejaba acariciarlo como quisiese y él hacia exactamente lo mismo conmigo. Estaba recostado a mi lado, la mitad de su cuerpo sobre el mío, me regalaba un millón de besos en el cuello y recorría la zona hasta mi mentón, luego repetía el proceso de vuelta.

Me gustaba que recorriese mi mentón con sus labios y me demostrase que me deseaba tanto como yo a él, me gustaba sentir el peso de su cuerpo tibio sobre el mío, tan satisfactorio, tan placentero.

Chuya emitía sonidos bastante similares a los míos, en otras circunstancias, y si todo eso fuese real, sería bastante vergonzoso, de seguro frenaríamos muchas de nuestras reacciones, pero en ese momento aquello no importaba.

Había perdido la noción del tiempo, hace unas cuantas horas Chuya había aparecido diciéndome que llegaría tarde, no había especificado a donde, también él había dicho "se pondrán furiosos" pero tampoco sabía a quienes se referían.

Iba a llegar tarde y algunas personas se pondrían furiosas por eso.

"Deja de pensar" me ordené, no te arruines el momento a ti mismo. Pero una parte de mi también pensaba que ya era tarde para eso, una vez que comenzaba a darle vueltas a algo, simplemente no podía parar, no sin que una parte de mi cerebro siguiese trabando en ello, sacando conclusiones y elaborando hipótesis.

"Ya estas muerto, nada de eso importa" pensé, pero una parte de mi sabía con certeza que en realidad no era de esa forma, solamente buscaba engañarme por un tiempo mas.

Me giré sobre la cama, llevándome a Chuya entre mis brazos, de inmediato él me permitió acomodarme entre sus piernas, sobre su cuerpo, acorralándolo contra el colchón, observé de forma dolorosa su rostro, hermoso, y el color profundo de sus ojos.

"No es el mismo color, es leve, pero diferente"

Chuya acarició con la palma de su mano mi mejilla, de forma lenta y cariñosa, no era el mismo tacto, era diferente. Cerré mis ojos para concentrarme en la sensación, pero eso solo confirmaba mis pensamientos. Sus manos acariciaron hasta mi nuca y jalaron un poco en la zona, guiándome hacia él nuevamente, los labios de Chuya se abrieron un poco, listos para darme una bienvenida.

Un beso lento, una probada, una simple prueba, me percaté de inmediato de lo que intentaba comprobar y me separé lentamente.

- Te ves como si deseases decirme algo – comentó Chuya

- Realmente tengo mucho que decir – empiezo – pero no creo que seas realmente tú el que deba escucharlo – Chuya enarcó una ceja, luego parecía entenderlo

- ¿Qué le dirías a él? – me preguntó, no me moví de mi posición, en parte porque temía que desapareciese si lo soltaba

Bueno, ya era un hecho, la persona que sostenía entre mis brazos, ese ser, no era mi Chuya, cerré mis ojos por un momento, pensando en su pregunta, la verdad es que si había muchas cosas que deseaba decirle a Chuya, y posiblemente ya sería demasiado tarde para ello, no recordaba nada en realidad, ni siquiera sabía que hacía realmente en esa habitación, solo sabía que probablemente me encontraba muerto.

Déjalo FlorecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora