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Admito abiertamente que me gusta ver las expresiones de desagrado de Chuya, era simplemente algo encantador y nadie podría jamás convencerme de lo contrario. Su ceño fruncido, la forma en que también podía a veces fruncir sus labios en una mueca, la forma en que sus brazos de cruzaban frente a su pecho, sus ojos desafiantes y sinceros, claro que me encantaba todo eso.

Era como observar un pequeño gato enojado. Simplemente era encantador a su forma.

Y es que claramente se encontraría algo disgustado en ese lugar, al menos actuaria como si lo estuviese, observaba sus reacciones y la forma en que paseaba su mirada por el bar abandonado, claramente no estaba del todo enojado, podía apostar que incluso se encontraba algo complacido por mi elección, y es que a Chuya le agradaba que me comportase de forma sentimental, al menos a veces.

- Todo esta sucio

- Oh, lo lamento, no me dio el tiempo para venir a limpiar con anticipación, querido cliente – le dije mientras pasaba por arriba de la barra y me posicionaba del lado del barman, observando que aún quedaban algunas botellas abandonadas - ¿Qué desea para beber? – pregunté mientras Chuya se sentaba y apoyaba sus manos sobre la barra

- ¿hay vino? – repasé mi mirada por todas las botellas, algunas rotas, otras no, algunas ya abiertas y con su contenido a la mitad, algunas se encontraban regadas por el suelo y otras descansaban de forma desordenada en los estantes

- Claro – dije mientras tomaba una botella de vino y se la enseñaba a Chuya, este parecía reconocerla

- No es lo mejor que he probado, pero me sentiré conforme – dijo

Sonreí y procedí a sacar un cuchillo de mi bolsillo y quitar el corcho de dicha botella de vino, el cuchillo no pasó desapercibido para Chuya, frunció el ceño y me observo.

- Ese es mi cuchillo – dijo

- Siempre tan distraído – le respondí, entonces le tendí la botella hacía él, claramente no encontraríamos vasos o copas en ese lugar, y aunque lo hubiese dudaba que Chuya aceptase beber de estas, no sin otra mueca de desagrado en su rostro

- ¿Qué beberás tu? – me preguntó de vuelta

- Nada me convence en realidad – y es que realmente no había encontrado ninguna botella de whiskey intacta, aunque me había tentado de tan solo beber de alguna abierta

Chuya dio un primer sorbo a la botella de vino, bebiendo directo de esta de una forma tan elegante que solamente él sería capaz de demostrar, lo observé con atención hasta de devolvió esta a la mesa. Me recargué sobre el mesón, inclinándome mas hacía Chuya.

- No pienso cederte de mi vino – aclaró de inmediato

- Que cruel eres Chuya – le respondí

Me regaló una pequeña sonrisa antes de que sus manos comenzaran a jugar con la botella entre nosotros, lo observé de forma fija y consciente, eso hacía que él bajase un poco la mirada como si la mía terminase por incomodarlo de cierta forma, pero simplemente deseaba observarlo.

- ¿Por qué me trajiste a este lugar? – me preguntó, yendo al grano

- Pensé que te agradaría

- ¿a mi? – me preguntó - ¿o eras tu el que deseaba venir a visitar este lugar? – tomé aire y pensé por un breve momento en que camino debía tomar, había concluido que podía ser un poco honesto

- Este lugar es asociado a algo positivo, para mi – terminé por decirle – me gusta la idea de monopolizarte por un rato y siempre pude hacerlo aquí – Chuya me observó, interpretando mis palabras con cuidado

Déjalo FlorecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora