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Con solo observar el rostro de Yosano supe que algo iba mal, aunque no pude descifrar hasta que punto, luego de ir a mi encuentro con Chuya durante el otro día, me había comenzado a sentir bien, al menos había dejado de toser demasiado y el dolor solo me visitaba por las noches, cuando mi mente se volvía inquieta.

No hizo falta mas que un movimiento leve de su cabeza y la forma en que dejaba la puerta de su despacho abierta para que entendiese que deseaba que la acompañase y mantener una charla sobre lo que sucedía. Para esas alturas mi mente ya se encontraba algo mas ágil y despierta.

Podía hacerme unas cuantas ideas bastante probables de lo que sucedía y todas tenían que ver con mi salud o con Chuya, realmente esperaba que solamente fuese otra advertencia sobre mi condición en vez de algo que tuviese que ver directamente con Chuya.

Siendo sincero conmigo mismo, sentía que me encontraba progresando, al menos a un paso lento, pero lo hacia, y es que tampoco deseaba terminar por asustar a Chuya con una repentina confesión o hablarle sobre la verdad de mi padecimiento, en lo posible lo evitaría hasta el final.

Aunque últimamente mis determinaciones se encontraban constantemente cambiando, todo dependía de como se desarrollase todo con él y como reaccionasen mis pulmones florecidos al respecto.

Entré en el despacho de Yosano, ella se encontraba de pie a un lado de la ventana, sus brazos cruzados me indicaban que me llevaría un regaño, volvía a tener algunas ideas sobre la razón de esto, pero últimamente mis planes e ideas se encontraban constantemente erradas, ya no confiaba tanto en estas.

Me había vuelto torpe.

- Algo sucedió con Chuya – me aventuré a decir

- Así es – aceptó ella, bueno, entonces mis habilidades no estaban tan entorpecidas como lo había creído – él esta bien – me tranquilizó – solo me encontré con él

- No creo que haya sido un encuentro casual – dije mientras entraba y me acomodaba en una camilla cercana, sentándome sobre esta

- Claro que no, él me estaba buscando, sabe perfectamente que soy la única a la cual dejarías que te examinase – dijo ella

- Buscaba información sobre mi estado – continué

- Él es perfectamente consciente de que no puede confiar en tu palabra, mucho menos con respecto a tu salud, sabe que no deseas hablarle al respecto

Solté un suspiro, a pesar de todo eso era verdad, yo era un mentiroso y Chuya lo sabía, ni siquiera se molestaba en encararme o reclamar al respecto, podía apostar que él pensaba no necesitar de esa conversación inútil, como si se rindiese con respecto a mi.

Un dolor se instaló en mi pecho nuevamente, un dolor ya familiar para mi, no era de extrañar que reaccionase de esa forma ante esos pensamientos.

Chuya estaba buscando opciones y no había dudado en ir de inmediato hacia la persona indicada, no buscaba enterarse por Akutagawa o Atsushi, buscaba de inmediato la certeza y la opinión de alguien que conociese sobre el tema.

Y claramente hablar conmigo no era ni siquiera uno de sus planes de emergencia.

- ¿Qué tanto le dijiste?

- ¿Piensas que le dije algo? – me preguntó de vuelta – la información de un paciente es confidencial – sonreí, complacido con sus palabras – pero esa es una excusa que no me soportará por mucho tiempo, lo conoces bien

- Chuya es una persona educada – le dije – pero ambos sabemos que puede ser como una explosión si así lo quiere, dudo que te haga algo, pero no se quedará quieto

Déjalo FlorecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora