"Algo que no pude evitar"Narrador omnisciente
Los jadeos se perdían en la inmensa habitación mientras que las sábanas colgaban del borde de la cama que se movía con las embestidas duras y rítmicas de su pelvis contra la de ella; con una mano tiraba de su cabeza hacía atrás mientras accedía a su cuello dejando besos desesperados que lo único que propiciaba en ella era la humedad de su entrepierna.
La respiración fría de él le causaba que la piel se le erizara y aferrada a su espalda dejó que su entrada se amoldara a lo que pedía, a ese instinto que le prendía y le subía el ego cada vez que la buscaba a ella y solo a ella para saciar su hambre de carne y lujuria.
Salió de forma abrupta y le encajó los dedos en las caderas girándola para deleitarse con la curva en su espalda y la piel pálida por la qué pasó la nariz y los labios antes de incrustarse en ella con violencia de nuevo muy absorto en el lívido hiriente que lo atrapaba.
Él era como la noche, temperamental y oscuro, ella como el caos y la decadencia, ambos pasionalmente fríos acostumbrados a arder en deseos no correspondidos.
Ninguno de los dos emanaba amor mucho menos compasión, sino enfermedad y dependencia que terminaba en orgasmos delirantes y vacíos sin final.
Él no la amaba y ella estaba loca por él; su pecho tocaba el suyo con la respiración agitada y de su frente resbalaron gotas que le humedecieron el cuello, intentó buscarle la rostro pero se negó y de un movimiento rápido ya había salido de su cama dispuesto a marcharse sin decir nada.
Helena
Me arrepentí de permitir que nos llevara en su auto, al pequeño caribe amarillo le sonaba todo y a juzgar por su modo de conducir, caminar en medio de la carretera boscosa hasta la ciudad no me pareció tan mala idea.
— ¿Puedo hacerte una pregunta un poco más personal?
Bajo el volumen de la música y yo subí la ventanilla
«Siendo honestos si podemos guardar silencio hasta llegar, entonces estaría mejor.»
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Oscuros de amor
RomanceHelena Dawson es la hija de un dios mientras que Vladimir Blackwood el hijo de un rey, pero nada bueno sale de juntar a los dioses y a los reyes porque entonces el mundo arde en pecado. Adán y Eva no habían sido los únicos en desobedecer la volunta...