"Un puñado de sensaciones"
Pt.2
La mirada de Patrick me encontró en medio del silencio mientras viajábamos en el auto y note como aferraba el agarre al volante; si quería decirme algo podía ahorrárselo porque mi humor estaba estropeado y mi ansiedad se encontraba por encima del límite.— Yo no lo sabía.– se encargó de arruinarlo más. — Si lo hubiese hecho habría dejado que le rompieras la cara a golpes y con más suerte me hubiese unido también.
Mire el vendaje sobre mi mano y las manchas sutiles de sangre que tenía.
— Hubiese sido un escándalo.– alce la vista hacía el embotellamiento.
— La justicia siempre es escandalosa.
Asentí sin despegar la vista del frente y el silencio volvió a envolvernos. Ya eran pasadas las cuatro y Helena seguía desaparecida: sin llamadas, ni mensajes o señales de humo, la tierra se la había tragado provocándome un nudo en la garganta; tenía miedo de que pudiese estar en peligro, anoche había renunciado a su empleo y se había marchado sin decir a dónde iba.
Me había negado a pegar el ojo en toda la noche y solo había parado para cambiarme la ropa y atenderme los nudillos, necesitaba respuestas sobre su paradero y Cecile nos había informado sobre sus pertenencias en la oficina, si había huido algún sitio entonces no era muy lejos.
Patrick y yo intercambiamos miradas tensos cuando el móvil vibró y me esforcé por escuchar lo que decían mientras lo mantenía pegado a su oído con el rostro serio; mi corazón dio un vuelco cuando me miro de reojo y sin esperar le arrebate el celular.
— ¿Qué pasa?– escuche silencio al otro lado y mire a Patrick de soslayo que estaba molesto. — ¿Sabes algo de ella?
— Acaba de irse...– se le quebró la voz. — Vino a despedirse William...
De repente mi sangre era espesa y ardiente.
— ¿A donde dijo que iba?
— Tenemos que hablar.
Su voz estaba cargada de angustia y no tuve que decir nada cuando Patrick ya había dado la vuelta en dirección a la torre Vidatti y treinta minutos después ya estábamos en el vestíbulo cuando las puertas del ascensor se abrieron; abrí la puerta de golpe encontrándome con Ellen sentada en el sillón, tenía los ojos rojos y una copa de vino en la mano.
— ¿Donde mierda está?– me acerqué violento y se puso de pie.
— Te dije que se fue.
ESTÁS LEYENDO
Oscuros de amor
RomanceHelena Dawson es la hija de un dios mientras que Vladimir Blackwood el hijo de un rey, pero nada bueno sale de juntar a los dioses y a los reyes porque entonces el mundo arde en pecado. Adán y Eva no habían sido los únicos en desobedecer la volunta...