CAPITULO X

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"Un puñado de sensaciones"
Pt.2

La mirada de Patrick me encontró en medio del silencio mientras viajábamos en el auto y note como aferraba el agarre al volante; si quería decirme algo podía ahorrárselo porque mi humor estaba estropeado y mi ansiedad se encontraba por encima del ...

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La mirada de Patrick me encontró en medio del silencio mientras viajábamos en el auto y note como aferraba el agarre al volante; si quería decirme algo podía ahorrárselo porque mi humor estaba estropeado y mi ansiedad se encontraba por encima del límite.

— Yo no lo sabía.– se encargó de arruinarlo más. — Si lo hubiese hecho habría dejado que le rompieras la cara a golpes y con más suerte me hubiese unido también.

Mire el vendaje sobre mi mano y las manchas sutiles de sangre que tenía.

— Hubiese sido un escándalo.– alce la vista hacía el embotellamiento.

— La justicia siempre es escandalosa.

Asentí sin despegar la vista del frente y el silencio volvió a envolvernos. Ya eran pasadas las cuatro y Helena seguía desaparecida: sin llamadas, ni mensajes o señales de humo, la tierra se la había tragado provocándome un nudo en la garganta; tenía miedo de que pudiese estar en peligro, anoche  había renunciado a su empleo y se había  marchado sin decir a dónde iba.

Me había negado a pegar el ojo  en toda la noche y solo había parado para cambiarme la ropa y atenderme los nudillos, necesitaba respuestas sobre su paradero y Cecile nos había informado sobre sus pertenencias en la oficina, si había huido algún sitio entonces no era muy lejos.

Patrick y yo intercambiamos miradas tensos cuando el móvil vibró y me esforcé por escuchar lo que decían mientras lo mantenía pegado a su oído con el rostro serio; mi corazón dio un vuelco cuando me miro de reojo y sin esperar le arrebate el celular.

— ¿Qué pasa?– escuche silencio al otro lado y mire a Patrick de soslayo que estaba molesto. — ¿Sabes algo de ella?

Acaba de irse...– se le quebró la voz. — Vino a despedirse William...

De repente mi sangre era espesa y ardiente.

— ¿A donde dijo que iba?

Tenemos que hablar.

Su voz estaba cargada de angustia y no tuve que decir nada cuando Patrick ya había dado la vuelta en dirección a la torre Vidatti y treinta minutos después ya estábamos en el vestíbulo cuando las puertas del ascensor se abrieron; abrí la puerta de golpe encontrándome con Ellen sentada en el sillón, tenía los ojos rojos y una copa de vino en la mano.

— ¿Donde mierda está?– me acerqué violento y se puso de pie.

— Te dije que se fue.

 Oscuros de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora