CAPITULO II

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"Un corazón necio"

La lluvia caía en la ciudad con insistencia y el establecimiento comenzaba a alojar rostros lascivos como era costumbre

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La lluvia caía en la ciudad con insistencia y el establecimiento comenzaba a alojar rostros lascivos como era costumbre. Las luces neón iluminaban los techos y pasillos y una que otra mujer se deslizaba de arriba abajo sobre los tubos al centro de las mesas dispersas. Detrás de la barra de bebidas, un hombre alto y fornido atendía a los clientes y a su lado una adolescente se concentraba en hacer los deberes despreocupada sobre el lugar en el que se encontraba.

De entre todo el ruido y el movimiento un rostro fino casi delicado se asomó  por el pasillo principal y recorrió el lugar hasta encontrar refugio en una de las mesas al fondo; la gente que trabajaba ahí no pudo evitar mirarlo y antes de que pudiese darse cuenta, los susurros y comentarios ya se habían dispersado. Los clientes nuevos eran los preferidos, nunca se sabía que esperar sobre sus vicios ni tampoco sobre el tamaño de sus carteras, así que tan pronto hubo tiempo, las acompañantes se acercaron y los meseros ofrecieron sus servicios, pero para desgracia de todos, ninguna de las chicas parecía agradarle los suficiente pues las echaba tan pronto llegaban. Sin darse cuenta el nuevo cliente también había llamado la atención de la chica tras la barra que de vez en cuando le echaba un ojo y se divertía con su actitud arisca; le parecía gracioso que estuviese tan disgustado con el pasatiempo que había elegido por cuenta propia.

El sonido de la puerta chirriante tras de ella logró sacarla de entre sus pensamientos y un hombre alto de tez morena acompañado por otros dos hombres enfundados en trajes atravesaron su campo de visión y solo el de tez morena tomó asiento frente a ella en la barra llamando la atención de todos los que se encontraban cerca. Antes de que cualquiera de pudiese decir algo, el hombre que atendía la barra sirvió dos dedos de whisky y se los ofreció con respeto; el líquido amanerado se esparció entre las  grietas de sus labios cuando tocaron el cristal.

El hombre observaba  todo  a su alrededor  como si fuese un león al acecho. Se detuvo curioso sobre el recién llegado y se empinó lo que quedaba de whisky bastante interesado, le agradó que fuese guapo y estuviese bien vestido, pero más que estuviese solo;  chasqueo los dedos y una de sus mujeres atendió a su demanda con rapidez. La chica era delgada y de cabellos oscuros, tenia curvas sutiles pues aún era joven, casi igual de joven que ella que la miraba por detrás de la barra y sentía pena por lo que la obligaban a hacer.

Tímida se inclinó sobre él y con una mueca que intentó hacer pasar por sonrisa acató su orden,  pero poco  le agradó saber que esta también había sido rechazada por el joven al fondo del salón que parecía insistir en estar solo. Los ojos grandes y llamativos de ella observaban todo desde su esquina, sabía lo disgustado que ponía al jefe los clientes arrogantes y necios que se negaban a gastar su dinero en sus drogas o sus mujeres, así que se preparó para la pelea que sabía armaría tras ir por él, pero antes de que pudiese tener la oportunidad de juntar sus cosas e irse, sintió una mirada encima.

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