CAPITULO XIV

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"El príncipe que se fue y volvió como alguien más"

Tenía muchos recuerdos, casi ninguno bonito pero si muy útiles; cuando cumplí los seis años Adán me regaló mi primer piano el cual no solo aprendí a tocar, también aprendí a afinar y mantener porque dentro de esas cuatro paredes no había mucho que...

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Tenía muchos recuerdos, casi ninguno bonito pero si muy útiles; cuando cumplí los seis años Adán me regaló mi primer piano el cual no solo aprendí a tocar, también aprendí a afinar y mantener porque dentro de esas cuatro paredes no había mucho que hacer, hoy esos recuerdos me estaban siendo útiles con el pianoforte de cola que había encontrado bajo sábanas polvorientas al fondo de la galería. Arroje la herramienta lejos de mi y me sacudí las manos llenas de polvo llamando la atención de Effy que comía fideos chinos sobre un viejo sofá mientras ojeaba una revista de modas; me tire junto a ella y tome mi paquete entonces los sorbí haciéndome con su revista.

— Deberíamos ir de compras.– sugirió y seguí mirando.

— Mmm... pasó.– cambie la página. — La gente todavía me mira raro cuando salgo en el Mustang.

Effy se puso de pie y buscó paciencia sobre el domo de cristal que adornaba el techo.

— ¡Deben superarlo! No eres la única que va por ahí paseándose con un buen auto ¡Los Blackwood y el alcalde también tienen autos caros!

La mire de reojo «El problema es que me asocian con ellos.»

— No solo es un buen auto, es un clásico.– reitere y me puso los ojos en blanco mientras se entretenía con una caja mohosa.

Me agradaba, de hecho habíamos pasado de ser desconocidas a compartir varias horas del día juntas, me había resignado a verla todas las mañanas fuera de mi puerta; pasábamos el tiempo libre en la galería, ella estudiando y escribiendo ensayos y yo afinando mi piano y limpiando el desastre que parecía nunca acabar en el ático.

Dos semanas era el tiempo que había transcurrido desde que llegue de forma abrupta al pueblo y ahora el lugar me parecía más bonito, aquí todo estaba rodeado de montañas y bosques; en el pueblo no había mucho ruido ni movimiento, de hecho hasta parecía aburrido lo cual me vino de maravilla porque tampoco había sabido nada de Adán ni mis jefes, en el fondo esperaba que las cosas siguiesen así de calmadas.

Un ruido fuerte me hizo alzar la vista y observé un par de cajas caer de la pila entonces Effy me miró asustada.

— ¿Escuchaste lo mismo que yo?

Me incorporé casi de un salto temiendo por el fondo de nuestras cuentas bancarias porque ni siquiera mi pequeña fortuna se compraba a la de mis jefes. Tomé la primera caja y algo roto se sacudió dentro.

— ¡Scheisse!

— ¿Maldices en Alemán?

Pregunto y la mire de reojo; seguí con lo mío tratando de olvidar de donde había sacado esa costumbre y levanté dos de las cajas, Effy me ayudo con la tercera entonces me estire por el abrecartas encima del mueble y corte la cinta. Algo más que polvo voló del interior y lo aparte con la mano al mismo tiempo en el que los estornudos de Effy se hicieron presentes.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2021 ⏰

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