CAPITULO I

1.6K 121 29
                                    

     "Despedidas y reencuentros "

Había escuchado hablar de la vida después de la muerte, de almas que reencarnaban en otras y vivían vidas prestadas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Había escuchado hablar de la vida después de la muerte, de almas que reencarnaban en otras y vivían vidas prestadas. Había escuchado hablar de sueños, de destinos y de cosas que se suponía no eran reales, pero cuando cerraba los ojos el cielo sobre mi cabeza era gris y el líquido carmín formaba terciopelo rojo sobre la nieve. Cuando cerraba los ojos los árboles escarchados me rodeaban y podía escuchar el hielo crujir muy cerca de mis pies entumidos.

Había escuchado tantas cosas, como que la muerte era paciente y que hubo alguien que se enamoró de la forma sutil de sus besos, pero todas eran historias mal contadas, hasta que cerraba los ojos y el agua helada me tragaba sumergiéndome en la completa oscuridad del fondo en el lago, entonces todo se sentía real, estaba muerta.

Desperté de golpe y me falto el aire «¡Mierda!» maldije ora mis adentros y respire hondo cuanto pude; alce la vista desorientada y me encogí sobre mi asiento cuando reconocí el sitio, algunos curiosos en el vagón del metro me miraban y enderecé la espalda juntando mis cosas antes de ponerme de pie en cuanto las puertas del metro se abrieron. En algún punto me había quedado dormida.

Me abrí paso entre la gente que abordaba y me quede cerca de la puerta, por suerte mi parada era la siguiente y había despertado a tiempo antes de... en fin, me abrace a mi misma y me quede juega en mi lugar. Mi cuerpo me había traicionado de nuevo y no lo culpaba, hacía noches que no dormía y al final la bañera y el asiento del vagón se habían convertido en sitios muy cómodos.

Eche un vistazo por la ventana, las estaciones pasaban fugaces fuera del vagón, una tras otra desapareciendo en la oscuridad del subterráneo; pegue un respingo cuando algo se pegó a la ventana y fruncí el celó confundida cuando observé lo que era «Una mariposa...»

Una mariposa se había posado sobre el cristal con el metro andando, literalmente estaba ahí parada, era imposible. Pose la mano junto a ella entonces una segunda le secundó y luego una tercera.

—Qué demo...

Mi cuerpo cayó con rapidez golpeándome contra el tubo de agarre frente a mi cuando el vagón frenó de forma abrupta; cuando abrí los ojos la luz roja de emergencia estaba encendida y me incorporé mareada. Sostuve mi peso sobre uno de los asientos y cuando alce la vista mi sangre se heló, no había nadie, estaba completamente sola en el vagón.

Me puse de pie rápido, o al menos lo más rápido que pude y me sostuve con fuerza, estaba golpeada y eche la mirada por todos lados; la alarma sonaba y retrocedí con el pulso a mil cuando la puerta se abrió con un chirrido espeluznante. Podía sentir el latido de mi corazón sobre mi garganta golpear con fuerza.

—¿Hola? Hay...¿Hay alguien ahí?

A este punto la alarma se detuvo pero la luz roja seguía parpadeando; me aferre a mi bolso y me quede bajo el umbral de la puerta, enfrente las luces amarillas parpadeaban en los pasillos y ahogué un grito cuando tras un corto lo vi aparecer.

 Oscuros de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora