CAPITULO IV

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                      "Como piezas de ajedrez"

                      "Como piezas de ajedrez"

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Viernes 12 de octubre 2019
Centro de New York

Las luces del edificio parpadeaban haciéndose notar calles a lo lejos y deteniendo el tráfico cuando autos caros y mujeres guapas se aglomeraban frente a la estructura rodeados a su vez por la prensa que buscaba imágenes de uno de los clubs elite más solicitados de New York. Cientos de pares de ojos se volvieron cuando el rugido del motor de un deportivo se escuchó a sus espaldas y tres camionetas oscuras aparcaron con violencia a mitad frente a la entrada. Cuando la puerta del auto se abrió,  un hombre enfundado en traje oscuro descendió y dio la vuelta extendiendo su mano para que su acompañante pudiese tomarla; los ojos de la mujer observaron todo a su alrededor con desprecio y la prensa se apresuró a tomar fotos siendo apartados por un anillo de hombres que los envolvió a la espera de órdenes. Dos hombres más descendieron de una de las camionetas acompañantes y se unieron a ellos, ambos compartían el rostro y el de apariencia más relajada se detuvo frente a las cámaras sonriente.

— Deja de jugar a la puta celebridad.

Sintió un empujón de parte de el otro cuando paso a su lado de mal genio.

— Se siente bien estar de vuelta.– suspiro y se le acercó por detrás sin dejar de sonreírle a las cámaras y a las mujeres que lo rodeaban. — Necesitas una mujer Hermano. Vlad te ha contagiado el mal genio.

Palmeó su hombro y se apresuró a entrar en el edificio sin darle tiempo para quejarse. La música retumbaba en las paredes insonoras y las luces apenas iluminaban los pasillos semejantes a laberintos sitiados por mujeres y hombres que resaltaban de entre la multitud por sus ropas blancas y antifaces de encaje. Los techos altos y la decoración era elegante mientras los cuadros que colgaban a los costados del pasillo sobre las paredes albergaban imágenes en óleo de seres preciosos que mostraban alas, garras y desnudos sin perder la elegancia, casi como criaturas mitológicas.

Atravesaron el lugar guiados por una mujer de cabellos rojos hasta la segunda planta en donde las estructuras cúbicas de cristal se alzaban imponentes dejando ver todo a su alrededor; la mujer corrió la cortina fina que cubría la entrada y luego fue echada a un lado por los escoltas con brusquedad dejándoles el paso libre. Mujeres enfundadas con el mismo atuendo sensual que el resto se escabulleron con el rostro oculto entre antifaces en el interior del cubo y ofrecieron bebidas y atención a las visitas siendo Andreas el único que acepto a dos de ellas a su lado con orgullo.

— Escuche que teníamos visitas.

Solo tres de los cuatro pares de ojos se volvieron hacía el umbral de la entrada cuando la voz de Zhila  se escuchó y ella tenía la vista puesta sobre el peli negro oculto entre las sombras.

 Oscuros de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora