Capítulo 18

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Sé que no me equivoco cuando digo que los chicos esperamos el lugar perfecto, la cita perfecta y momento perfecto para que la chica que te gusta por fin decida hacerte caso y te bese. Después de eso no te sacas de la cabeza la imagen de sus labios sobre los tuyos. ¿Acaso soy el único que piensa eso? Lo más parecido que tuve a esas ideas fue una habitación medio desordenada, una pelea y sangre en la nariz pero al menos el beso si fue Perfecto.

Y la chica también.

Luego de terminar de escribir con Ashley a eso de las ocho de la noche, empiezo a retroceder mí día a día como si fuera una película, El tiempo pasa deprisa. Hace un dos meses estaba llorando encima de la mano de Alison, preguntándome porque la vida era tan complicada, ahora estoy contemplando el techo haciéndome tantas preguntas sin respuestas, pero con una muy concreta: ¿Soy realmente feliz? Porque, Ashley llegó a mi vida como un regalo traído del cielo, a veces hablamos hasta quedarnos afónicos y aveces compartimos el silencio, pero ella siempre está ahí para mí. Entonces... ¿Soy realmente feliz?

Esta noche me cuesta dormir. Suspiro y me apoyo contra la pared de mi habitación. Las noches como la de hoy se están convirtiendo en la norma y una parte de mí no puede reprimir cierto resentimiento hacia mí mismo. Ha sido una semana muy intensa, o, mejor dicho, una vida. Mis padres se han divorciado, he recibido mi primer beso con Ashley y mi padre ha dicho que se va. No podría inventármelo aunque quisiera.

Me pongo un pijama viejo y bajo a la cocina cansado como si llevara el peso del mundo dobre los hombros. La cabeza me pesa una tonelada y me pican los ojos. Si a eso le sumamos todo lo que ha pasado estos últimos meses, ahora mismo soy la viva imagen de la desgracia. De pronto, percibo un olor delicioso procedente de la cocina. Es Daniela, está inclinada sobre una olla y no deja de remover su contenido. Diría que está preparando su famosa receta de chili, mi preferida, y al verla no puedo evitar salivar.

— Hola —murmuro con un hilo de voz mientras me siento en la isleta.

Mamá me sonríe, pero no es el gesto contagioso de siempre. Se le nota que está seria y puedo imaginar por qué. Me pongo en su lugar y no puedo evitar sentirme culpable. Ella quería a Daniel como amante y como amigo, y le debe de resultar muy difícil tener que elegir entre su hijo y él. Tapa la olla y baja el fuego. Rodea la isleta y se sienta junto a mí, con un brazo alrededor de mi hombro. Apoyo la cabeza en el suyo, cierro los ojos y me relajo por primera vez desde hace días.

— ¿Cómo te encuentras?

— Como si me hubiera pasado un autobús por encima. Dos veces.

Se ríe y me alborota el pelo.

— Me ha parecido oírte hablar un buen rato.

Nos quedamos en silencio durante unos minutos hasta que finalmente decido responder.

— Era Ashley.

Luego de lo sucedido, con el paso de los días nos unimos más, seguimos Hablando durante horas, ninguno mencionó nada acerca de eso. Durante el día, nos enviábamos mensajes casi cada diez minutos, así que hablábamos de todo un poco, seguíamos siendo Ashley y Oliver pero algo había cambiado y de qué manera. Me sentía como si me ahogara sin ella y solo podía confiar en que ella sintiera lo mismo.

— Oh, Ashley.- Dice cautivada.- Esa chica es un amor, ¿vendrá a casa pronto?

— Mamá.- Me reí a carcajadas.- Solo ha venido una vez y ya quieres que viva con nosotros.

— Amor, sabes que soy tu madre, y esa chica vaya que te ha cambiado la vida, deberías traerla más seguido a casa, me cae muy bien.

Suspiro.

Mas Allá De Lo Que Siento Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora