capitulo 7

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Viernes por la noche.

Antepenúltimo día de vacaciones

Uff...

Faltaba poco para volver al ajetreo de la escuela, como me hubiera gustado que Alison estuviera conmigo en ese instante. Aunque hayan pasado veintiséis días me siento como si llevara siglos soportando esta agonía de no tenerla conmigo.

Cuando Andrés, Diego y yo llegamos a la casa de Andrea, nos instalamos en el sofá para encontrar una discoteca en la que el portero se trague que todos tenemos veintiún años. No sé porque, pero algo me dice que tenemos más probabilidades de encontrarnos a un famoso por la calle. Quién sabe. Por otro lado las chicas están ayudándose a elegir modelito una a las otras. Pronto se hará de noche y no queremos llegar cuando la discoteca este hasta el techo de gente

Cuando las chicas salen de la habitación treinta minutos más tarde como es de costumbre, todos los chicos nos quedamos embobados mirándolas, estaban muy coquetas, Andrés repasa los atuendos de pies a cabeza, a cual más espectacular, y por un momento temo que se le desencaje la mandíbula, pero cuando sus ojos se posan en Samantha sabemos que de allí no va a salir más. Esta alucinante con su vestido ajustado purpura. Así que Andrés lo podemos dar por perdido.

Este le toma la mano como una reina y nos avisa que llegaran una hora después al lugar.

— ¿Y qué? – dice Camille - les apetece pillar una buena esta noche ¿o no?

El establecimiento el cual decidimos hacer nuestro último encuentro antes de clases se llamaba the treasury SF. Que nos viene de perlas porque así evitamos hacer cola y nadie nos pide el carnet. Sirve cócteles coloridos y comida de bar dirigida por un chef en un entorno inspirado en una bóveda de un banco. El impresionante espacio Beaux Arts de 1916 es un lugar popular para almorzar y divertirse, desde air hockey y skee ball hasta máquinas de pinball y videojuegos. También hay un par de bares independientes que sirven una selección de cervezas artesanales y cócteles, sin mencionar una gran lista de whisky.

Los chicos y yo nos sentamos en la zona de bar, con vistas sobre la sala de videojuegos, y pedimos unas copas. Todos piden sus bebidas; mi experiencia con el alcohol se reduce al vino y a alguna que otra cerveza barata. Si quisiera, Andrea podría emborracharme y yo no me enteraría de nada

— Oliver pásame esa botella - Comentó Camille.- Empiezo a aburrirme.

— No puedes empezar la fiesta aún, espera a Sam y Andrés.

— No sé qué se llevan esos dos en manos pero sé qué no es nada bueno.- Comentó Andrea a modo de broma.

Un fuerte "uhhh" de parte de Camille, Diego y yo se escuchó en el ruido de la sala en el que nos encontramos

— Se nota que preferirían estar en cualquier otra parte haciendo algo que, sospecho, me traumatizaría de por vida.- Este comentario fue de Diego.

— Todos nos quedamos mirándonos en silencio hasta que Camille rompió la incomodidad.- Déjame decirte que ustedes son tan aburridos

— ¿Aburridos?, ¿por qué lo dices? -cuestiona, realmente curioso ante su observación.

Exhaló. -Tenemos diecisiete años, estamos en la edad de experimentar, equivocarnos, aprender. -Extendió un brazo hacia arriba para agregar dramatismo a su opinión - Si no nos divertimos ahora, ¿cuándo lo haremos?

— Aún tenemos mucha vida por delante - dijo sin estar completamente de acuerdo, pero sin querer atacar su criterio

— yo sólo digo.- Camille alzó las manos en señal de rendición.

Nos reímos y eso ayudo a disipar la incomodidad del momento. Y sí, a pesar de tener diecisiete años, ninguno de los chicos había tenido algo más allá de una simple relación o una cita que terminaba en algún café de la ciudad. cada uno de los chicos ha tenido su primer amor, su primera decepción y si, su primer corazón roto, muchos creemos que el primer amor nos cambia la vida, cuando no es así, las mariposas, los nervios, todo es una jugarreta de tu mente, Cuando mi novia Hannah jugó con mi corazón de mil maneras para al final terminar conmigo porque según ella no era lo "Suficientemente atento" me prometí que no cometería otra vez el mismo error, que no
permitiría que una chica se convirtiera en el centro de mi mundo. La decisión la tomé para no volver a sufrir, pero por favor, Sólo era un niño de quince años que ni siquiera sabía el verdadero concepto de la vida. Nunca me planteé el poder que tenía sobre mis sentimientos, ni se me ocurrió pensar que podía triturarlos como lo hizo. Por eso me enamoré hasta los huesos.

Mas Allá De Lo Que Siento Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora