Capítulo 33

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Cuando desperté Ashley estaba a mi lado, cubierta hasta el cuello con una manta.

Es evidente que no se me dan bien las resacas, como al resto de la raza humana, aunque ayer por la noche eso no me impidió beberme mi peso en tequila. Bueno, igual he exagerado un poco. En realidad, me alegro de no haber bebido tanto como pretendía.

Quizá la razón por la que no entiendas nada de lo que estoy hablando sea porque estoy explicando mal la historia. Rebobinemos hasta el hospital, aunque sea lo último que me apetezca, pero no me queda más remedio que hacerlo por el bien de la narración. Verás, los padres de Ashley también habían tomado un vuelo esa misma noche, por un viaje que realizaron en un congreso en la capital del país sobre las reformas hechas en la Constitución. Por lo que no volverían hasta después de mediodía. Ashley me sugirió quedarnos en su casa, acepté gustoso y no sé cómo, pero una conversación sobre Alison la llevó a hacerme cosquillas y de las cosquillas pasamos a tumbarnos en la cama, yo encima de ella. Luego se retorció debajo de mi torso para intentar vengarse, le metí las manos por debajo de la camiseta para hacerle cosquillas y a partir de ahí todo cambió. El deseo se apoderó de los dos, mezclado con una fuerte sensación de alerta y el Alcohol que tomamos en la fiesta.

No, no llegamos más allá, la sensación de alerta en mi cuerpo me generó confusión y luego malestar, por lo que cenamos y luego dormimos.

Mi cabeza palpitaba con fuerza y molesta insistencia, haciendo que todo temblara a mi alrededor. Ash se remueve entre las sábanas y se espabila.

— ¿Qué hora es?

— Mmm casi las nueve.

— ¿Cómo te encuentras?

Farfulla una respuesta más bien ininteligible y se abraza con fuerza a la almohada.

— Ashley, vamos, tienes que levantarte y comer algo. Te sentirás mejor -añado bajando la voz, y ella abre los ojos.

— No quiero -protesta y vuelve a hundir la cara en la almohada,- la sola idea de comer me da náuseas. Además ¡Que alguien me quite este dolor!.- Subió sus brazos hacia arriba para estirar los músculos.

Le alboroto el pelo. El aliento matutino es aceptable siempre que sea cosa de dos.

— ¿Por qué no te das una ducha y luego te preparo mi desayuno especial anti resacas?

— ¿Sabes cocinar?

— Oh, no sé cocinar, pero digamos que he aprendido algunos trucos por ahí

— Me impresionas.

— Te gustará, te lo prometo.

Sonrío y apoyo la frente contra la suya.

— Lo sé.

Sonrió y noto su cuerpo, su pijama, que consiste en una blusa de tiros rosa y un short a rayas del mismo tono, le queda un poco ancha debido a que ha bajado un poco de peso en estos últimos meses, logrando con ello hacer notar el contorno de sus afiladas costillas.

Terminé de vestirme, rehusando la ropa que llevaba la noche anterior, solo me había despojado de la camisa aunque estaba visiblemente incómodo, por lo que le pedí a Ashley que me diera ropa. Y aquí estoy, más incómodo y con un suéter negro ancho de mi querido suegro y unos pantalones de Chándal color crema.

Baje a la cocina, arrastrando los pies sobre el frío suelo de mármol. El resto de la casa estaba en silencio y en una parcial oscuridad. La cual comenzaba a disiparse por los rayos del sol filtrándose a través de los amplios ventanales.

Iluminé la cocina y encendí la cafetera, el sonido de ésta era lo único que tajaba la fúnebre parsimonia que reinaba en el lugar. Me senté en uno de los taburetes frente a la barra a esperar por mi bebida.

Mas Allá De Lo Que Siento Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora