Capítulo 27

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(Liam)

Ya había tomado una decisión, estaba dispuesto a irme. No quería saber nada de Irene ni de Diana, al menos por un tiempo. Tenía que reorganizar mis ideas, mi mente estaba totalmente confusa. Cuando llegué a casa vi precisamente a quien no quería ver, Diana estaba ahí parada en medio del pasillo viendo llegar medio borracho. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver a la que ha sido mi hija durante 16 años y pude notar cómo sus ojs también se humedecían. Ambos nos quedamos mirándonos sin saber qué decir, me hubiese encantado poder correr a abrazarla, pero presiento que ella ya sabe la verdad y eso no haría más que estropear más las cosas. Una vez más mi sueño se cumple, no de igual forma, pero sí es el mismo fin. En ese sueño perdía a mi hija por estar cegado al amor, ahora la pierdo por estar cegado a la realidad. Las palabras de Irene me ayudaron a salir del pozo sin fondo en el que estaba cayendo mi corazón.

-¡Liam! ¡Has vuelto! -dijo saliendo de la habitación

-Sí -le respondí con voz ronca. Diana miraba atenta la escena.- Vengo a recoger mis cosas - Dije finalmente tras coger fuerzas para decir esas palabras

-¿Qué? -me preguntó Irene -¿Te...te vas?

-¿No es evidente? -¿Cómo puedo estar haciendo esto? -Me metí en la habitación y comencé a meter todas mis pertenencias en una maleta.

Cuando ya habia recogido, bajé la maleta de la cama y comencé a arrastrarla por el suelo hasta llegar a Diana. No pude evitar acariciar su mejilla antes de marcharme, me daba miedo y pena perderla. Retiré la mano y la metí en mi bolsillo como para guardar la esencia de su rostro y bajé las escaleras. Pude escuchar los llantos de Irene desde abajo y el alma se me cayó a los pies. Necesitaba que alguien me parara, que alguien me dijera que lo que estaba haciendo era una gilipollez, que mi hogar y mi familia estaban en esta casa, pero por otra parte necesitaba que nadie me echara el freno. Iba a montarme en el coche cuando escuché la puerta de casa abrirse.

-¡Espera! -me gritó una voz. Me giré y Diana corría hacia mí. -No puedes irte -me dijo exhausta de la carrera que se había echado

-Diana... tienes que entenderlo... este ya no es mi hogar, no sois mi familia

-No, eso no es cierto. La que está ahí dentro llorando por ti es tu mujer y yo... yo soy tu hija

-No Diana, tú no eres mi hija. -dije con un dolor en el pecho tremendo

-Sí, sí que lo soy. Durante 16 años has sido mi padre, has estado presente en los momentos más importantes de mi vida, lo dejaste todo para ser mi padre, no puedes marcharte sin más. Que la genética no diga lo mismo que mi corazón no quiere decir que tú no seas mi padre. -Las palabras de Diana me llegaron al alma. La acerqué a mí y comencé a depositar besos y a acariciar su cabello mientras, a ambos, nos resbalaban lágrimas por nuestras mejillas. -No puedes irte - Dijo entre sollozos.

-Escúchame -le dije colocando ambas manos en su rostro. -Yo también te quiero mucho y siempre serás mi hija para mí. Pero lo que me ha hecho tu madre es muy duro, no es una simple mentira. Si hubiese sido sincera desd el principio, las cosas hubiesen sido muy diferentes.

-¿Te arrepientes de la vida que has tenido a mi lado? -me preguntó

-Ni un solo día, ni un solo minuto y ni un solo segundo de mi vida contigo la cambiaría por una vida sin ti.

-Pero te vas a ir, ¿verdad?

-Tengo que hacerlo, pero puedes venir a verme siempre que quieras. Siempre estaré para ti

-¿Te vas para siempre?

-No lo sé.- Espero que no...

Le di un beso en la mejilla y me metí en el coche. Si me quedo un minutos más me acabaré arrepintiendo de mi decisión. Arranqué el coche y, sin mirar para atrás, puse dirección a casa de mis padres. Con suerte mis hermanas ya no viven allí, así que sé que no seré del todo una molestia. De todas formas, no me quedaré para siempre. Tengo la esperanza de que volveré con Irene, no porque la haya perdonado, sino porque la amo y no puedo vivir sin ella.

Finalmente llegué a casa, lugar del que salí con 18 años porque iba a tener una hija y lugar al que vuelvo con 34 años porque he perdido, no solo una hija, sino una vida. Salí del coche y me acerqué a la puerta principal. He de decir que mi relación con mi familia no ha sido muy cercana desde lo de Diana. No sé por qué comencé a alejarme de ellos, hasta llegar al punto de que solo hablábamos un par de minutos por teléfono en Navidad. La puerta se abrió y tras ella apareció mi madre, tan sonriente como siempre. 

-¿Liam?

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Yyyy aquí os dejo un capítulo de Déjà Vu, espero poder recompensaros la falta de capítulos de este fin de semana la semana que viene. Disfrutadlo y nos leemos la semana que viene

Besos!!

Atte: PayneGirl23

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