—Lo que digas— dijo soltando una risita —, pero es cierto que el brócoli es una flor comestible.
—No, es un vegetal— siguió comentando su compañera de clase.
—¿Por qué le discutes eso a alguien que sabe de flores?— preguntó el chico que acompañaba a la muchacha.
—¿Entonces por qué no vende en la florería de su familia?— cuestionó confusa.
—Porque no vendemos— comentó ____ aún causándole gracia aquella situación —. Si quieres, mañana seguimos con esto. Debo irme a casa— se detuvo mientras alzaba una mano, para girar su cuerpo en otra dirección.
—Corroboraré si es cierto lo que dices. ¡Nos vemos mañana, Kikuchi!
—¡Igual, chicos!— sacudió su mano, así emprender camino.
Desde pequeña le habían enseñado acerca de plantas y todo relacionado con estas mismas, después de todo, su familia tenía una de esas tiendas. La dueña fue en un comienzo su abuela, y actualmente su madre. Pudiera que ya todos hubieran estudiado una carrera que no tuviera nada que ver con el local, pero siempre estaban dispuestos a trabajar allí. Podía decirse que era una especie de tradición quizás.
Y _____ aceptó ayudar en la tienda a temprana edad, hasta volverlo más o menos oficial hacia tres años.
Miró bien por donde iba, calculando que todavía le faltaban algunos minutos para llegar a casa. Luego de almorzar, tendría un pequeño turno a la tarde en la florería, así que podría descansar o hacer sus tareas, así ir luego.
Al llegar, volteó a un lado, notando que no habían muchos clientes por la hora que era. Quiso averiguar si su madre era la encargada de ese turno o alguno de sus hermanos, pero el hambre le ganó. Abrió la puerta para pasar por el largo pasillo y, en un momento, toparse con las escaleras que la llevarían a la vivienda que estaba en la segunda planta, sobre el local.
—Hola, ya llegué— informó mientras se quitaba los zapatos.
—Que gran noticia...— oyó la distraída y desinteresada voz de su hermano Rai, sabiendo de antemano que debía estar jugando algún videojuego.
—Obviamente, si tu linda hermana mayor ha llegado— se colocó unas pantuflas para ir al living, encontrándolo ahí.
—Sí, sí... Tendría que estar en un museo— respondió aún igual, sin despegar la vista de su pequeña consola.
—¿Sabes? Te daría un clavel amarillo.
Dijo deteniéndose a la entrada del pasillo, volteando a verlo para ver su reacción ante ello.
—¿Tiene buen significado? ¿Que quieres mucho a tu hermano menor?
—No, tiene uno malo— sonrió inocentemente, finalmente logrando que la viera con una ceja alzada.
—¿Quién rayos se aprendería el significado de cada flor y dependiendo de su color?
—Yo, ¿quién más?
Y fue a su cuarto a cambiarse antes de ir a almorzar, dejando a su hermano con la duda y tomando su celular para investigar al respecto. Casi al minuto, oyó una exclamación de reclamo por lo que le dijo, pero ella solo aguantó la risa.
—Que tenga buena tarde.
Eran las seis de la tarde y ya se despidió de una anciana que había ido hasta allí, cargando de regreso un gran ramo de diversas flores. Le había costado armarlo, pero en su opinión había quedado bien.
—¿Quieres que te haga una taza de té?
A la pregunta volteó a su hermano mayor, Taro, que vestía un delantal como ella, siendo los dos encargados en ese momento, aunque había cambiado de lugar con Rai que puso la excusa de que la chica estaba violenta.
—Por favor. ¿Hay de algún sabor?
—Sí. ¿Alguno en específico?
—No, sorpréndeme— hizo un gesto con sus manos, viendo como ingresaba al cuarto de descanso, sin verla.
Soltó un suspiro para reacomodarse en la butaca alta en la que estaba, girando a ver a la vidriera, notando como las personas pasaban de un lado a otro. Tampoco muchos llegaban a pasar por la posición un poco alejada del centro de la ciudad en el que se hallaban.
Apoyó uno de sus codos sobre el mostrador, así colocar su mentón sobre la palma de su mano. Se trataba de un día sumamente tranquilo. Fue entonces que se percató que Megumi Fushiguro está allí.
—¡Buenos días! Digo... ¡buenas tardes!
Dijo sorprendida, mientras se ponía de pie rápidamente. Jamás creyó que volviera a aquel sitio: no le veía cara de ser fanático de las flores. A parte, de la primera y última vez que fue, había transcurrido dos semanas.
—¿Qué puedo ofrecerte?
Fue dibujando una pequeña sonrisa, juntando sus manos frente a su pecho, aguardando a que le respondiera.
—Tienen...— y revisó dudoso, pero sin muchos ánimos un trozo de papel que llevaba en una de sus manos —¿peonías?
La apellidada Kikuchi abrió un poco sus ojos. ¿Se le iba a confesar a alguien? Ella sabía que las flores tienen miles de significados dependiendo hasta del país, pero decidía optar los significados que parecían serles más internacionales. Por eso, para _____, las peonías, y más si eran rosadas, significaban que la persona era tímida y la entregaba con el significado de un "te quiero".
—Por supuesto— ensanchó su sonrisa —. ¿Cuántas quieres?
—Una estará bien— y desvió la mirada al percatarse que la chica salía en búsqueda de lo que le pidió.
Buscó con la vista esa flor y extendió su mano con cuidado a tomarla. Y una más también, dándole a la acompañante el significado de "suerte" para su confesión.
—¿Sabes contar?
—Claro— giró a él, extrañada de lo que dijo.
—¿Entonces por qué tomas dos?
—Va por la casa— volvió a sonreír.
—No la quiero.
—Que pena, porque te la daré igual.
Megumi volvió a verla, arqueando una de sus cejas. ¿Acaso era verdad lo que había dicho su hermanastra?
Continuó viéndola hasta que las envolvió, se las entregó y le cobró al precio de una. Se marchó al tiempo en que escuchaba como se despedía de él, diciendo la típica frase de los comerciantes "espero que vuelvas pronto".
Ahora sólo pedía que Tsumiki no comenzara a enviarlo a comprar flores seguido, porque comenzó a notar que la mayor iniciaba a desarrollar cierto interés hacia estas mismas.
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FLORES |Megumi Fushiguro y tú|
RandomTodo comenzó por comprar flores para animar el ambiente. Luego se convirtió en un hábito para su hermanastra enviarlo a comprar más. Quizás iba por una lantana, que representaba felicidad, y volvía con dos. Tal vez quería una sola cala, que signific...