—¿Hay alguna flor para decirle a mi madre que no me fue bien en los exámenes y no me eche de casa?
Le preguntó Sato, estando sentada a un lado de Kikuchi, habiéndole quitado el asiento a otro compañero por unos momentos.
—Pero si aún no nos dan los resultados— respondió esta misma, ya que hacia unos minutos acababan de entregarlos.
—No importa, debo de tenerlo de ante mano, ya que siento que no me fue bien.
—Somos todos— agregándose a la conversación, habló Gen —. ¿Y por qué exageras que te echarán de tu casa?— cuestionó, apoyando un brazo en el respaldar de su silla.
—Esa mujer es demasiado exagerada— dijo para poner los ojos en blanco un segundo y, en su rostro, mostrar una mueca desanimada.
—Mmm... Tal vez una rosa color rosa. Yo que sepa, no hay flor con el significado que buscas, pero ésta es una de las tantas para pedir disculpas— comentó _____ luego de pensarlo.
—Entonces, pronto me verás por tu florería a comprarte unas cuantas.
—Quizás yo también— comentó la apellidada Tanaka.
—Tú, cállate, tienes siempre buenas notas— dijo su amiga, haciendo que la apellidada Sato afirmara a ello y comenzara a discutirle para que dejara de decir esas cosas.
La muchacha por su parte, aprovechando de que comenzaba a ser ignorada por ambas, volteó disimuladamente a donde se encontraba Megumi Fushiguro. Este se veía más tranquilo que veces anteriores. Quería acercarse a preguntarle qué tal le había ido a él, sacar tema y así. Le emocionaba saber que lo que sentía llegaba a ser correspondido, y más si creyó que tal vez no sería de esa forma. Pero no pasó de allí.
Desde ese día, habían pasado cinco y no habían cruzado palabra alguna durante ese período.
Cada que intentaba ir a hablar, alguien la interrumpía, no la escuchaba por un ruido aún mayor o simplemente se acobardaba. No se comprendía en lo más mínimo en eso último.
Luego de una semana, ya no supo más nada de él. De un momento a otro, ya no asistía a la escuela, dejándola con la duda. Uno que otro también la tenía, pero prefería seguir en su silencio.
Esa tarde se hallaba en la florería, apoyada en el mostrador mientras aguardaba a la llegada de algún cliente. Pero sólo veía a la gente pasar de un lado a otro, aunque no se trataran de muchos.
Volteó a ver a Taro, que nuevamente reemplazaba a Rai. Esta vez porque el menor no había despertado en buen estado. Notó como leía algún libro, quizás trataba sobre la sociedad, la economía o la política. No era muy fanática de esos temas, y menos en uno dedicado completamente a ello.
Y giró a las grandes y pequeñas macetas, que contenían diversas flores. Pronto sería momento de ir a la huerta de la familia para verificar cómo andaba todo por allí. Al menos, eso estaba ocupando sus pensamientos últimamente para así distraerse del apellidado Fushiguro. Lo extrañaba.
Nunca creyó que esa sería la última vez que llegaran a hablar.
—¿Qué te sucede? Siempre que ves en donde están los tulipanes amarillos sonríes...
—Porque significan ofrecer una sonrisa— informó al tiempo en que salía de su trance —. Y no me sucede nada... Pronto tendré las notas, y creo que estoy nerviosa— dijo lo primero que se le ocurrió, luego de pensar en el tema de Megumi.
—Si has estudiado es obvio que te habrá ido bien— comentó el muchacho, cerrando con cuidado su libro para no perder la página.
—Ya suenas como mamá.
—Dicen que soy el más parecido a ella.
—Y con Rai agradecemos eso.
Observó como su hermano le dedicaba una mirada sin emoción alguna, para ella terminar sonriendo.
Al ver cómo ingresaba un cliente, por debajo del mostrador, _____ le dio un ligero golpe en la pierna a Taro, indicándole que fuera él a atender. No tuvo de otra y se acercó amablemente a la mujer.
La Kikuchi volvió a quedar pensativa, ahora en que esos eran días en los que podía aparecer Megumi Fushiguro por allí. Parecía todo calendarizado como los días de su periodo, sólo que el chico comenzaba a tardarse.
Tenía la mínima esperanza de verlo aparecer por un extremo del cristal frontal de la tienda, viendo al interior y encontrar su mirada. Luego ingresaría y le pediría una flor. Probablemente hablarían como lo habían hecho la últimas veces, o tal vez como fueron en un comienzo.
De un momento a otro, parecía que él había dejado de existir. ¿Acaso tendría que desviar sus sentimientos a alguien más? No quería eso, porque sentía una linda sensación cada que el apellidado Fushiguro estaba cerca, aparte de haber comenzado a conocerlo y sabiendo que alguien igual no encontraría. Podía parecer un chico malo, pero realmente no lo era.
—Ay, Megumi...— murmuró, siendo la primera vez en que lo llamaba solamente por su nombre, a pesar de que solo ella se escuchara.
Lo extrañaba demasiado.
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FLORES |Megumi Fushiguro y tú|
AcakTodo comenzó por comprar flores para animar el ambiente. Luego se convirtió en un hábito para su hermanastra enviarlo a comprar más. Quizás iba por una lantana, que representaba felicidad, y volvía con dos. Tal vez quería una sola cala, que signific...