Capítulo XVI

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—¿A dónde irás?

La pregunta de su madre, ocasionó que volteara a ella mientras cargaba con sus zapatos. Claro que le causaba curiosidad, y más si su hija los viernes a la tarde solía leer más sobre flores, pasar tiempo con sus hermanos o ver alguna película.

—Iré a caminar con Megumi Fushiguro. Te lo dije esta mañana y dijiste que sí— comentó tranquilamente, al tiempo en que se sentaba y se colocaba el calzado cerca de la puerta.

—Bien. Ten cuidado entonces. ¿A qué hora regresarás?

—En una, o dos horas. No creo que en más— avisó, ya abriendo la puerta —. ¡Luego nos vemos!

—¡Que te vaya bien en tu cita!— a la exclamación de Taro que estaba cocinando algunas galletas, recibió una extrañada pregunta por parte de su madre, diciendo que ese dato no lo sabía.

Decidió responder rápidamente un "deja de inventar cosas, Taro", así apresurarse. Sabía que el chico la estaría esperando fuera de la florería, y temía que hubiera escuchado algo de ellos, después de todo, el departamento quedaba sobre el local.

Al salir y cerrar tras de si la puerta, volteó de izquierda a derecha, encontrando en esta última dirección al muchacho que veía como las personas pasaban. _____ seguía sin creerse que aquello estaba a punto de pasar, y más si el apellidado Fushiguro se lo había preguntado el día anterior sin antelación.

Se aproximó a donde estaba, comenzando a sonreír y notando que volteaba a ella.

Se aproximó a donde estaba, comenzando a sonreír y notando que volteaba a ella

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—¿Y cuál es tu flor favorita?

Sacó tema de conversación el chico, tras llevar algunos cuantos minutos en silencio.

—Pues la flor de cerezo es una de mis favoritas, a parte de ser la primera del que supe su significado.

—¿Y cuál es?

—Inocencia, sencillez... y el renacimiento que trae la primavera— respondió nuevamente la muchacha, volteando a ver a Megumi que caminaba tranquilamente con las manos en los bolsillos de su pantalón. Debía admitir que le quedaba bien la ropa holgada —¿Y tú? ¿Tienes alguna que te guste?

—Realmente no— movió ligeramente sus hombros —. Mueren fácilmente las flores, así que siento que es una perdida de dinero regalarlas— dijo como si nada.

La apellidada Kikuchi lo vio con los ojos bien abiertos y las cejas algo fruncidas, para voltear al frente.

—No digas eso en la florería, sino echarás abajo el negocio— mencionó y negó con algo de diversión —. Creo que no entiendes que se trata de una belleza efímera...

Él estaba a punto de responder diciendo que podría haber una belleza que durara más, pero decidió callarse. Sólo iba a comprar las flores porque Tsumiki se las encargaba, aunque también, últimamente, servía de excusa para ir a ver a la muchacha fuera de la escuela.

FLORES |Megumi Fushiguro y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora