Debía admitirlo, verlo acercarse a ella le causaba nervios. No sabía cómo sentirse, tenía una mezcla de emociones. Tenía varias preguntas: ¿dónde estuvo todo ese tiempo? ¿Qué hizo? ¿Por qué se fue? ¿Por qué vestía extraño? ¿Venía a despedirse definitivamente?
Se paró frente a ella, mientras que de por medio se encontraba el mostrador. Incluso _____ se había levantado de la silla.
—Buenos días, Megumi— borró su sonrisa rápidamente para corregir su error —. Eh- digo, buenas tardes, Fushiguro— soltó una pequeña risita nerviosa.
—Buenas tardes, Kikuchi.
Le emocionaba volver a escucharlo, y la desorientaba la sonrisa que muy pocas veces vio en él. Llego a temer que se tratara de un sueño, que se hubiera quedado dormida del cansancio, y todo aquello no fuera real en lo más mínimo.
Estuvo a punto de preguntarle respecto a cómo estaba, o algo de lo que llegó a pensar, pero su mente se bloqueó y soltó una frase típica de allí.
—¿Qué puedo ofrecerte?
Se regañó internamente por ello, esperando que el muchacho no creyera que lo veía como un cliente más.
Quería tomarse la tarde entera para ponerse al día con Megumi. Pero esa sola pregunta que hizo, le hizo ver que había un gran espacio entre ellos. La desanimó, pero no dejó de sonreír.
Él, por su parte, se giró a ver las flores. Aquel acto permitió que la chica notara que venía con compañía. Dos chicos estaban afuera, vestidos iguales. ¿A qué se debía eso? ¿Un nuevo colegio? ¿Y esos sus compañeros? Pero estos no veían el interior, ya que conversaban entre ellos.
Regresó a Megumi, notando que se dirigía a observar algunas macetas en las que habían margaritas, peonías, rosas, claveles y otras más. Paseaba la mirada de una en una. _____ finalmente se acercó a él, mientras que volteaba a ver a su hermano que despedía a sus clientes y volvía al mostrador.
Al percatarse de un movimiento por parte del apellidado Fushiguro, giró. Se inclinó a tomar con cuidado una peonía rosada para mirarla con suavidad.
La miró, como haciéndole saber que acababa de hacer su elección. La Kikuchi recordó lo que acostumbraba cada que eso pasaba.
Extendió una mano a tomar otra de esas, pero la de Megumi se lo interrumpió.
—No, por favor.
Habló de un modo serio que hizo ver a la chica que ya nada pasaba entre ellos. Le era triste. Antes, por lo menos, lo aceptaba a regañadientes.
—Bien— asintió apenas pudiendo sonreír.
Regresó al mostrador, así cobrarle.
Estaba desanimada y se veía a lo lejos. Rai le dedicaba una que otra mirada, pero era ignorado por su hermana.
—Ve a atender a los que acaban de llegar— se acercó a él, susurrando.
—Sí... ¿Estás bien?— dijo del mismo modo.
—Claro. Ve.
Se marchó al tiempo en que el de cabellos oscuros terminaba de contar y le pasaba el dinero.
—Bien, está justo— resaltó ella tras hacer el recontró.
—Esta bien.
Era incómodo los instantes siguientes a que la muchacha terminó de envolver aquella única flor. Ya no se atrevía a decir más nada.
—Que tengas un buen día, y vuelvas pronto— comentó la frase célebre al entregarle la envoltura.
Megumi Fushiguro no respondió a eso, y terminó devolviéndole la peonía.
—¿Algún problema?
—Te la regalo.
Al alzar la vista al rostro del muchacho, se asombró al notar el pequeño rubor que pintaba sobre sus pómulos. Mantenía su semblante serio de cualquier modo, solo que en su mirada se veía una pizca de timidez. O eso creía.
—¿A-ah?
Sentía su corazón latir con fuerza, y no lo negaría.
—Y con el significado que tú dijiste una vez: que es tímido, pero que te quiero.
No hacía falta que se viera a un espejo para saber que su cara estaba completamente roja. Y una boba sonrisa fue apareciendo en sus labios.
—Un tímido te quiero...— reiteró.
Antes de tomarla, se dio vuelta para ir a buscar algo, dejándolo desconcertado. Pero comprendió que solo debía esperarla mientras que buscaba una flor en respuesta. Por eso no se sintió incómodo ni planeó marcharse.
Hasta que regresó frente a él, extendiendo una de pétalos blancos.
—¿Qué significa?
—Es un narciso. Y uno de sus tantos significados son las ganas de empezar una nueva etapa junto a alguien... Yo contigo...— dijo con los pómulos sonrojados y una sonrisa de por medio.
Fue entonces que hicieron un intercambio; _____ agarró la peonía y Megumi, el narciso.
Este último, volteó a su espalda, notando que el hermano de la chica y el cliente estaban muy concentrados en unas flores y sus compañeros seguían hablando entre ellos. Aquello le dio el valor suficiente para acercarse más a ella, depositando un dulce, tierno y corto beso en los labios.
La Kikuchi se lo vio venir en los dos segundos previos, suficiente tiempo como para poner más color en su rostro. Al separase, notó que estaba igual.
—Parecemos flores de Navidad— comentó soltando una risa nerviosa, tapándose con una mano la cara.
El chico no entendió a lo que se refería. ¿Era por el color que tenían en esos momentos? Pero solamente optó por sonreír. Había pasado mucho desde que la vio así.
Incluso, llegó a dejar pasar de largo el ruido de la campanita de la puerta que indicaba que habían nuevos clientes. Hasta que sintió unos brazos rodeando sus hombros.
—¿Me estás engañando, Megumi?— habló el muchacho de cabellos rosados en un tono molesto, cerca de una de las orejas del nombrado, pero que de igual forma escuchó ______.
—¿Ah?— aún con su risita, dijo desconcertada.
Comprendió de inmediato, por el semblante de Fushiguro, que aquello era una especie de broma.
—¿Ya no recuerdas la noche en que dijiste que solo a mi me regalarías flores?— mencionó esta vez, dramáticamente, la muchacha que iba con ellos.
—Ya basta— y ambos se rieron.
—¿Es tu novia? Es muy bonita— mencionó tras verla rápidamente.
—¿Nos la presentas?
Megumi Fushiguro vio a _____ Kikuchi antes de decir cualquier cosa. Era como una pregunta que jamás esperó que se la dijeran así. "¿Quieres que seamos novios?"
Ella asintió ligeramente con una sonrisa, aceptando. Fue entonces que prosiguió su primer novio a presentarla ante sus amigos.
Se sentía nerviosa. Primero, Rai terminó de atender al cliente y ahora escuchaba atento lo que pasaba, aunque disimulaba trabajar en algo bajo el mostrador. Segundo, el hecho de tener por primera vez pareja y siendo de una forma que no esperaba. Y tercero, pero no menos importante, ese beso.
Pero recordó que las cámaras de vigilancia nadie las veía, así que si algo de información llegaba, sabía que a quién seria gracias.
Dejó de pensar en ellos unos momentos. Al menos, debía de centrarse en la pequeña y dulce curva que estaba en los labios de Megumi, que sus amigos pasaban de largo, pero que era para ella.
•Fin•
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FLORES |Megumi Fushiguro y tú|
AcakTodo comenzó por comprar flores para animar el ambiente. Luego se convirtió en un hábito para su hermanastra enviarlo a comprar más. Quizás iba por una lantana, que representaba felicidad, y volvía con dos. Tal vez quería una sola cala, que signific...