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Tiempo sin saber de ti __________-chan —me respondieron del otro lado de la línea—, ¿ni siquiera un hola o pasearte por la zona?
—Ja, ja, mira como me río Nifuji-kun —escuché que del otro lado, mi contrario si estaba riendo realmente—. En fin, de verdad me vendría bien cobrarte ese favor.
Muy bien, ¿qué necesitas? —respondió el chico, en cuanto pudo recuperar el aire.

Nifuji Hiro, es un amigo mío que trabaja en un puesto local de vegetales en un mercado cercano a la posada, que suelen vender los viernes y fines de semana. Lo conocí en una ocasión, en donde la abuela tuvo que ir hasta el mercado para hacer un pedido enorme de verduras, ya que la mayoría de los huéspedes que se hospedaron en aquel entonces no consumían ningún tipo de carne. Tenemos la misma edad, pero él va a otra preparatoria porque ayuda a su familia en su campo, recolectando los vegetales y frutas para luego vender en el mercado. Se trataba de un chico castaño, alto, con gran contextura física (un torso y hombros anchos), ojos negros y piel rosada. Lo distintivo era una cicatriz que tenía en la frente, ocasionada por un accidente que tuvo de niño cuando se tiró al agua y se dio contra una roca.
Diría que es un amigo de la infancia, hasta Shinzuke lo conoce porque siempre lo invitaba a reunirnos en la posada para pasar el rato. De verdad que cobré el favor que me debía de forma descomunal: le había pedido más de veinte variedades de vegetales y frutas, le rogué si sabía de alguien que vendiera pescados para que me averiguara sobre presupuestos y también si podía conseguirme un descuento con las personas que vendían arroz. Literalmente había liquidado esa posibilidad, pero teniendo en cuenta la situación del club creo que lo vale.

En menos de dos horas, aparecieron al menos tres camionetas con toda la mercadería que le había encargado a Nifuji-kun. Los chicos del club de cocina le prometieron que en el fin de semana recompensarían al mercado entero (incluso a los comercios que no habían contribuido con este pedido en particular), con una comida completa durante todo un día. Gracias al cielo, porque muchos se pusieron a cocinar como locos para tener todo listo para la noche y la tarde. Parecía que los miembros estaban dispuesto a ponerme un monumento en el medio de la habitación, debido a que había resuelto la situación en menos de tres minutos, después de entrar.
Apenas si tuve tiempo de almorzar, considerando que nos matamos preparando toda esa comida para lo que restaba del día. Igarashi-chan se asomó a la puerta, pero al ver el manicomio que era el lugar, prefirió seguir su camino y no interrumpir el flujo de trabajo. Luego de varios minutos cocinado y dejando los ingredientes listos, los de primero tuvimos que ir hasta la pista para comenzar con el festival deportivo.

—¡Bienvenidos chicos de primero! —en el medio de la pista, habían armado un palco improvisado en donde el presidente del consejo estudiantil se paraba con un micrófono en mano—. Es un placer para mí, anunciar que el festival deportivo entre clases de primer año está oficialmente abierta —se escucharon vítores de todos los rincones—. La mejor de las suertes para todas las clases y que ganen los mejores deportistas del Inarizaki.
—Siento que apenas podré hacer una prueba el día de hoy —le comenté a Kae-chan, quien se encontraba a mi lado—, ¿de dónde sacaste la banda que llevas puesta?
—Ahh... Lo olvidé —me tendió una banda de color blanco mezclado con negro—. Iba a dártela en cuanto sonara la campana del almuerzo, pero como estabas tan ocupada decidí no meterme en ese lugar.
—Ni te imaginas el infierno que se volvió, en cuanto yo puse un pie dentro —le comenté, mientras me amaraba el pedazo de tela sobre mi frente—. Parecía que era otro salón.
—¡Atención todo el mundo! —alguien en la cabina de comentaristas utilizó los parlantes—. Vamos a empezar con la carrera de 100 metros, categoría femenina. Necesitamos que todas las representantes de las distintas clases se posicionen en la línea de partida, será una carrera de dos series y después...
—Te veo al terminar con la carrera —me saludó mi amiga, yendo hacia donde debía ir—. ¡Deséame suerte!
—Haz tu mejor esfuerzo, Kae-chan —levanté mi brazo y lo moví de un lado a otro. Ella me devolvió el gesto con una sonrisa—. ¿Dónde pusieron el itinerario?
—¿Te refieres a esto? —escuché una voz masculina a mis espaldas, al voltear me encuentro con la sonrisa de Nifuji-kun sujetando el cronograma de las actividades—. Admito que el Inarizaki si tiene una especialidad en inculcar la competencia en la sangre de sus estudiantes, pero apenas si les dan descanso.
—¡¿Cómo demonios continúas aquí Hiro-kun?! —pregunté alarmada, intentando no armar un escándalo, considerando que me tomó por sorpresa hace unos pocos segundos atrás—. Pensé que ya habían descargado todo de las camionetas...
—Sí, incluso ya se fueron —lo único que se me ocurrió hacer en ese momento, fue levantar una ceja ante la gran duda que me provocaba su respuesta—. Le pedí a Nanashima-san quedarme a verte en el festival y, como alguien del consejo le debía un favor, logró conseguir un permiso especial a las apuradas.
—Demonios Hiro, podrías haberme pedido eso hace tiempo —solté un suspiro, para calmar un poco mis nervios—. Hay dos cosas que tengo que pedirte, tranquilo que si quieres coquetear con quien quieras, no me opondré.
—¿Más condiciones? Dios _________-chan, nunca cambias —le di un pequeño golpe en el brazo, ambos soltamos risas—. Bien, dime cuales.
—No menciones lo de la posada o que soy pariente de Kita, queremos mantener ese asunto lo más oculto posible —el hizo como si un cierre se desplazaba por su boca—. También necesito que no digas absolutamente nada del club, me refiero a que no digas que yo estoy en el club de cocina de la preparatoria.
—¿Por qué no...? —iba a continuar su pregunta, pero alguien nos interrumpió.
—¿Amigo tuyo? —tuve el rostro de Suna-kun a centímetros de mí, además de que detrás de él estaba acompañado no solo de los gemelos Miya, sino que también estaba Inaba-kun.
—Sí, de la infancia se podría decir —dije totalmente nerviosa a que hubiesen escuchado algo de nuestra conversación anterior—. Pensé que detestabas el festival deportivo e ibas a buscar una escusa para no participar Suna-kun.
—Fui obligado por este par de fotocopias —señaló a los gemelos—, sino iban a denunciarme con el entrenador para que me suspendiera una semana.
—¡No es justo! —se quejó Atsmu, mientras mostraba una cara de puchero extremadamente tierna, que casi todas las chicas de primero querían perseguirlo—. ¿Por qué ella puede tener a alguien fuera de la escuela para verla en el festival?
—Estaba de paso y, casualmente tengo a un amigo en Inarizaki que me había ofrecido venir a ver el festival —te adoro Nifuji-kun, jamás se me hubiese ocurrido una excusa mejor. Encaró al resto de los chicos y se presentó—. ¿Que tal? Me llamo Nifuji Hori y soy de primer año de la preparatoria Utautairu. Es un placer conocerlos a todos.
—Suna Rintaro —no esperaba más de Suna-kun—, es un placer.
—Me llamo Inaba Shiro, estoy con Seki-chan en el club de kyūdō. Es un placer conocerte.
—Yo soy Atsumu Miya y, el tonto que ves a mi lado, es el idiota de mi gemelo Osamu —dijo Atsumu, lo impresionante fue que Osamu no reaccionara ante el insulto que le dirigió el rubio teñido—. Así que, tu eres de Tauiru.
—Así es, competiremos contra ustedes la próxima semana ¿no? —preguntó sarcástico Nifuji-kun, conocía perfectamente esa cara que le mostraba a Atsumu. Esto no terminaría bien—. Supongo que tendré que agradecerle a mi amigo, por permitirme evaluar la competencia.
—¿Qué posición? —preguntó Osamu, entrando por fin a la conversación.
—Vamos 'Samu, usa un poco la cabeza y la memoria, que aparentemente te quejas de que no recuerdas nada. ¿No lo reconoces? —le regañó su hermano—. Lo consideran el mejor bloqueador central de la prefectura.
—No sabía que practicaras voleibol, Hori-kun —miré impresionada a mi amigo, ya que jamás me había comentado algo al respecto—. Considerando que vives trabajando.
—Me ofrecieron aplicar para entrar a Inarizaki, pero no acepté por los horarios —ahora estaba más que impactada ante esa noticia—. De todas formas, agradezco al equipo que tengo. Espero que vayas a ver el partido contra el Inarizaki, aún que considerando que tu... —lo miré amenazantemente, sabiendo que estaba a punto de meter la pata—. Ya sabes a qué me refiero.

Los chicos no le quitaban los ojos de encima a Nifuji-kun, pero intenté no prestarle atención a ese asunto. Después de que Igarashi-chan volviera de su competencia, en la cual salió segunda, me preguntó por el interés de los chicos en mi amigo externo a la preparatoria. Le di algunos detalles y ella pareció querer unirse a ellos, pero con otro propósito en mente. Hasta el momento, solo había competido en la carrera de obstáculos en dónde terminé tercera, por haberme tropezado con un estúpido estante que salió de la nada, cuando la persona que estaba delante de mí me la tiró.
Apenas si presté atención a las otras competencias, porque estaba al pendiente de si alguno de mis senpais venía a pedirme ayuda con respecto a la obra que se estaba llevando a cabo en la cocina. Considerando que la última competencia del día sería la carrera de relevos mixta, tenía mucho tiempo libre en el medio. Me dirigí al edificio principal para darles una mano a mis compañeros de club. Cuando llegué al piso de la sala de cocina, me encontré que varios estaban cerca de la ventana y parecían tener las caras rojas.

Entré y vi que tenían casi todo listo, solo faltaban los platos para el momento del fogón de esta noche. Nanashima-senpai y Kamitani-senpai eran los únicos trabajando a toda máquina en la cocina. Según dijeron los que se encontraban afuera, no pararon de trabajar un segundo. Como el resto no estaba del todo seguro en como darles una mano, así que prefirieron dar un paso al costado antes de arruinar todo. No lo pensé dos veces y entré a ayudarlos. Tenía tiempo de sobra, además no me costaba nada darles una mano.
Justo unos quince minutos antes de que volviera para la carrera, Kita estaba esperándome en la puerta. Tenía puesta la chaqueta del equipo de voleibol puesta y tenía otra a mano. Me la colocó sobre los hombros y yo me la puse apropiadamente. Caminamos unos pasillos hasta llegar al exterior, yo siempre detrás de él, lo que me preocupaba era el silencio.

—Igarashi-san me dijo que te escapaste unos minutos —dijo después de varios minutos, incluso si no me miraba directamente a los ojos, reconocía que no estaba molesto—, fui a ver como te había ido hasta ahora y me encontré a Nifuji-san.
—Tuvimos que hacer un encargo de último minuto al mercado —intenté explicarle al situación sin sonar ansiosa o preocupada por su reacción—, así que en recompensa por ayudarnos con el pedido de último minuto, Nanashima-senpai le consiguió un permiso especial para ver el festival.
—Al menos supo manejar la situación en cuanto los miembros de primero preguntaron de donde nos conocíamos —algo reconocible de Kita es que es muy observador, no se le escapa ningún detalle en nada—. Supongo que le dijiste la situación.
—Sí, pero por poco no mete la pata —reconocí—. ¿Qué tal en la competencia de kyūdō?
—No comprendo muchas cosas, pero al menos quedé cuarto de ocho —estaba emocionada que haya conseguido un resultado bueno en su competencia, considerando que le costaba mucho el enfocarse en la ceremonia previa al tiro y en tratar de darle a la diana—. Creo que comienzo a admirarte por practicarlo.
—Me alegra escucharlo.

Todo comenzó por un onigiri (Osamu Miya x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora