Todo comenzó por un onigiri (Osamu Miya x Reader)

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   —¿Quién es la que me mira como si le hubiese robado algo y buscase venganza? —le pregunté a mi mejor amigo, pero lo único que conseguí en respuesta fue que tragase saliva—. Muy bien, quiero detalles.
   —¡¿De qué hablas?! —gritó nervioso esa pregunta, yo solo lo miré con una ceja en alto—. ¿Por qué asumes que tuvimos algo? ¿Acaso mencioné algo? ¿No hace mucho calor aquí? ¿Habré cargado agua suficiente para todas?
   —Hiro, habla de una vez —le volví a insistir con respecto a la chica, quien por más que estuviese en medio del juego, no paraba de lanzarme dagas por los ojos—. ¿Quién es ella y cuál es tu historia con ella?
   —¿No podemos discutirlo después del juego? —preguntó con la esperanza de evadir el tema.
   —No.
   —¿Por qué eres tan cruel conmigo? —preguntó sarcástico Nifuji-kun, mientras yo mantenía mi mirada neutral—. De acuerdo, escupiré toda la historia ¿contenta? —yo solo asentía a su expresión retórica, indicando que comenzara su relato—. Su nombre es Sunohara Aome, está en segundo año como nosotros y es la estrella del equipo femenino. 

En el partido contra Tauiru, las chicas del Inarizaki eran intensas en el ataque ya que las del Utautairu se especializaban en los bloqueos. Tachiaki-chan la tenía difícil con la gorilona estrella del equipo contrario, a veces parecía que hacía sus remates con el propósito de romperle los brazos a nuestra líbero, mientras que el resto no podía lidiar con sus remates de fuerza descomunal. Considerando gran parte del primer set, en donde la estábamos ganando con poca diferencia de puntos y como entraría en el próximo set.
El silbato sonó, pidiendo tiempo para nosotras (tuve que esperar al entrenador del equipo masculino, porque ni Nifuji-kun o yo podíamos hacerlo). Como acordó con la capitana, él solo estaría ahí para pedir los cambios y los tiempos fuera, ya que no quería dejar solo al profesor a cargo del grupo masculino pendiente de todo el juego. Lo relacionado a la logística y estrategia de juego dependía pura y exclusivamente de nosotras.

Compartí con el equipo mis observaciones (que tenía por el momento) del estilo de juego de cuatro jugadoras del otro lado de la cancha, también les di algunos consejos de como encarar la situación si ellas decidían cambiar su estilo de juego. Para cuando volvió a sonar el silbato, indicando que el equipo debía volver al juego, noté que el entrenador mostraba una cara ni muy indiferente, pero tampoco era una de molestia o alegría. Diría que le interesó tener un panorama, donde no tuviese que intervenir con sus consejos para el equipo.
  El primer set logramos ganarles con uñas y dientes, realmente era un equipo formidable. Cuando cambiamos de lado, entré a la cancha con cierto nerviosismo por ser mi primer partido, además de sentir las malas intenciones de la estrella del equipo contrario. ¿Cómo sabía de eso? Porque tenía una sonrisa maliciosa que me erizaba la piel de pies a cabeza, Tachiaki-chan me dio una mirada de aliento y las demás en el equipo se posicionaron para cualquier jugada que se les ocurriera a las del Tauiru.
  Ahora entendía lo que dijo Aran-kun cuando relataba sus momentos dentro de la cancha: la adrenalina que enloquecía dentro de mi cuerpo, comenzaba a sudar sin siquiera mover un solo músculo y la sensación de inquietud por tocar un solo centímetro de la pelota. Vi que una de las rematadoras estaba en posición para rematar (aún que eran, al menos, tres posibles jugadoras quienes pudieran atacar) podía leer los movimientos de la armadora. Era un libro abierto. Salté para bloquearla y conseguí nuestro primer punto.

   —¡Asombroso Seki-chan! —me felicitó la capitana, revolviéndome el cabello—. ¿Cómo supiste que...?
   —Digamos que, además de estudiarlas bien, tuve buenos maestros —veía que los chicos entraban a su cancha para jugar y noté una sonrisa amplia de Shinzuke—. Vamos chicas, consigamos el segundo set también.
   —Así se habla ___________ —se escuchó desde lo alto, mis ojos fueron a parar a Igarashi-chan junto al grupo de animadoras—. ¡Vamos Inarizaki!
   —Ya oyeron chicas, vamos por el resto de los puntos —dijo la capitana, mientras que el resto asentimos.