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  Gracias a dios, no hubo más peticiones de alcanzar el balón a los chicos del club de voleibol. Cuando la práctica terminó, (para aclarar) mucho antes de lo que Kita pensó que demoraría, yo no me moví de mi sitio hasta que Ojiro-kun se presentó en la puerta del pasillo, ya cambiado para irnos de la preparatoria. La mayoría de los miembros del club ya se habían retirado, pero parece que otros morían de curiosidad por saber quién estaba en el palco de arriba. Encontré con la vista a Suna-kun y a los hermanos Miya, al igual que a Ōmimi-kun, quien era el que buscaba sacar a los chicos de la cancha.
  En la salida, solo vi a Kita parado en la entrada, esperándonos para irnos a casa. Por suerte, no había nadie del equipo cerca además de él y Ojiro-san. Al estar en las clases avanzadas, tenía la ventaja de que no todos me conocían, además de estar en los primeros días de la preparatoria, donde no todos se conocían bien. Durante la vuelta a casa, yo me mantenía callada, mientras los dos amigos hablaban de aquel entrenamiento, especialmente como los de primer año se habían complementado perfectamente con el resto del equipo.

Unos días después, se cumplían mes y medio que habíamos empezado el ciclo de preparatoria, que nos habían pedido que preparásemos el festival deportivo. Genial, esto si que sería un escenario que no me hubiese gustado tener en estos momentos. En nuestro salón, no éramos muchos que estábamos en clubes deportivos. Había tres chicos del club de beisbol, dos chicas del equipo de futbol y yo en el de kyūdō.
Mi escapada en el club de cocina resultó algo útil en mi rendimiento de kyūdō. Al principio, me costaba mantenerme enfocada para hacer bien los pasos previos a lanzar la flecha. Creo que tener en cuenta que el equipo de voleibol estaba al pendiente de mí (en cierta forma, ya que le imploré a Kita y Ojiro-kun que no dijeran nada) me tenía los nervios de punta. Pero la cocina resultó ser algo que me dio una especie de escape a toda esa presión.

   —Oye Seki-chan —me acorraló Igarashi-chan, ni bien puse un pie en el salón—, hace unos minutos vino alguien del equipo de voleibol preguntando por ti. ¿Acaso ya tienes un club de admiradores o algo?
—¡¿De qué demonios estás hablado Igarashi-chan?! —miré a mi amiga con nerviosismo y fastidio a la vez—. Sabes que no me interesa para nada esas cosas, ¿te dijo quién era?
—Un chico de la clase 1, alto y de cabello castaño —alcé una ceja al principio, con esa descripción, podríamos hablar de cualquiera—. Sino recuerdo mal, dijo que su nombre era Suna...
—Ahh... Suna-kun, ¿dijo por qué me buscaba específicamente a mí?
—Pues, solo me dijo que te dijera si podías reunirte con él en la biblioteca en el receso —ella levantó los hombros como si fuera tan insignificante—. No olvides que quiero toda la información en cuanto se reúnan.
—Deja de ver esto como si fuese una cita, Igarashi-chan.

Pasamos las clases como si nada, sonó la campana indicando que era hora del receso y fui directo a la biblioteca como Suna-kun me solicitó. Entré allí, sin saber lo que me esperaba tras la puerta. Con Suna-kun había entablado una especie de amistad, y digo "especie" porque a pesar de ser tan frío e indiferente, conmigo parecía mostrar una faceta que nadie conocía. Nos llevábamos bien a nuestro propio estilo. La sorpresa fue que no venía solo, estaba acompañado por los gemelos Miya y un chico más.
Recuerdo haberlo visto aquel día en el entrenamiento del club de voleibol, en donde Kita me "obligó" a esperarlo en la zona del piso superior en el gimnasio. Se trataba de un chico alto, cabello plateado y alborotado, ojos marrones y lo que más destaca de él son sus manos, que son ligeramente grandes. Se presentó como Hitoshi Ginjima, de la clase 1-2. Tenía un presentimiento hacia donde iría la conversación, lo cual no me sentía para nada cómoda. En especial, en presencia de los gemelos Miya.

—Wow Suna-kun, no creí que fueses de las personas que precisan de refuerzos —solté con cierta burla, así era nuestra dinámica de conversación normal—. ¿A qué debo la reunión de fraternidad?
—Admiro tus agallas para demostrar esa actitud, frente a un grupo de chicos atléticos —soltó una pequeña risa, la cual fue respondida con una sonrisa de mi parte—. Siento que sea de esta forma, honestamente quería pedirte este favor por mí...
—¡La lanza libros! —gritó Atsumu, señalándome con un dedo—. Vaya, ¿de verdad está en las clases avanzadas?
—Cierra la boca, Atsumu —le reprendió Ginjima-san, mirando nerviosamente en mi dirección y volteando a ver a su mellizo, esperando que hiciera algo—. Vamos Osamu, ayudame aquí.
—No puedo responder por las idioteces de mi copia —aparentemente, eso era algo que los hermanos mantenían incluso después de varios años.
—¡Cállate imbécil! —le respondió su hermano, recibiendo la mirada furiosa de varios estudiantes que estaban estudiando cerca, recuerden que estábamos reunidos en la biblioteca de la escuela—. Quizás si fueras capaz de aceptar la oportunidad de enseñarnos, no estaríamos en esta situación.
—Hablando enserio, Suna-kun —miré a quien consideraba mi amigo en ese grupo con cierta seriedad en mi rostro—. Dime de una vez que necesitas, tengo varias cosas que organizar y no estoy para ser mediadora de una pelea de idiotas.
—¡¿Cómo nos...?! —Atsumu Miya estaba a punto de explotar ante mi comentario, pero Ginjima-san fue más rápido y le amordazó la boca con un pañuelo que tenía en la mano.
—Necesitamos tu ayuda para preparar los exámenes semestrales —lo miré con duda, todavía faltaba más de un mes para eso. Era raro que alguien como Suna, quien demostraba ser muy relajado a la hora de preparar un examen, se preocupara por las clasificaciones—, de verdad precisamos unas horas de tutoría y quisiéramos que fueras tú la que nos ayudara.
—Por favor, ayudanos a estudiar Seki-chan —los cuatro hicieron una reverencia ante ese pedido. No quise pensarlo dos veces, así que fui directa con ellos.
—Agh... Mira Suna-kun —empecé mi discurso—, de verdad no entiendo tu necesidad espontánea de tener buenas clasificaciones, pero diré lo siguiente y es mi decisión final. Puedo ayudarte a ti y a Ginjima-san, pero no confío en los gemelos Miya.
—¡¿Qué?! —ambos hermanos posaron una mirada en mi penetrante rostro, pensando en como hacerme frente ante esa decisión.
—Como escucharon, no confío en ustedes para enseñarles cosas que después será un desperdicio de mi tiempo —respondí en un tono frío, sin una gota de compasión—. Conozco como le retribuyen los favores a las personas, por lo que no estoy dispuesta a pasar tal humillación. Ahora, si me disculpan, tengo otras cosas que hacer.

No les di la posibilidad de responder a mi declaración y me marché como si nada hubiese pasado de regreso a mi clase. Internamente me sentía bien en haber hecho eso, la verdad se sentía genial tener cierto control de la situación. Digamos que era una especie de venganza que deseaba hacer después de lo que pasó en la primaria. Tuve que ayudar a los gemelos a preparar varios exámenes, vaya a saber porqué les iba tan mal pero así fue. Luego de pasar días, horas que le quité a mis prácticas de kyūdō para ayudarlos, ellos me lo retribuyeron con humillaciones, maltratos y traición.
Lo raro fue que en el resto del día, ninguno de los cuatro volvió a mostrarse por mi salón. Vaya a saber si Suna-kun y Ginjima-san no aceptaron mis condiciones. Quedaba a decisión de ellos si querían aceptarlas o no, a final de cuentas, eran sus calificaciones la que estaban en juego, no las mías. Ahora mismo estaba en el club de cocina junto a Kamitani-senpai, preparando unas piezas de sushi junto con un tonkatsu acompañado de ensalada de repollo y tomate.

Kita me había avisado que vendría con sus compañeros de club a visitarme en la sala de cocina y si podía prepararles algo de comer, ya que ellos querían probar mi comida. Cuando le comenté a Kamitani-senpai, quedó más que emocionado con la idea de armar un menú para ellos. Teníamos todo preparado para cuando ellos llegaran, así que dejamos los platos al alcancé y justo cuando estábamos preparando el postre, alguien tocó la puerta.
Aparte de Kita y Ojiro-kun, había dos chicos más en el club. Uno de ellos ya lo mencioné antes, Ōmimi Ren es una de las personas más altas que conocí, es más lo llamé gigante la primera vez que lo conocí, ojos oscuros, cabello negro, piel clara y una apariencia un tanto amenazante en general. Después, estaba el líbero del equipo, Michinari Akagi el más bajo del equipo, piel clara, cabello oscuro peinado hacia arriba, al igual que sus ojos y siempre lo veías con una sonrisa, sin importar qué.

—Con permiso —dijeron los tres cuando ingresaron al salón—. Gracias por recibirnos.
—Bienvenidos, nos complace que vinieran —los recibió mi senpai—. La comida ya está lista para que la prueben.
—Wow... Ese aroma es hipnótico —dijo Ojiro-kun, observando el tonkatsu con amor—, ¿lo prepararon todo ustedes?
—Mi senpai el tonkatsu, yo el sushi y ahora estamos preparando en conjunto el postre —respondí la pregunta y Kita me mostró un pulgar en alto.
—Basta de charla, muero de hambre —dijo Akagi-kun, desesperado por comenzar a degustar—. Gracias por la comida.
—Muchas gracias por la comida —los otra tres imitaron su acción.

Todo comenzó por un onigiri (Osamu Miya x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora