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   —Lamento si Nifuji-kun se comportó tajante contigo —me disculpé por lo de ayer. Estábamos algo alejados de la puerta del salón del club de cocina, así que los chicos de tercero no nos interrumpirían—. Últimamente está muy raro, apenas si lo reconozco desde que está aquí...
—Tranquila, ya tuve la oportunidad de hablar con él esta mañana —incluso si me costaba creerle, no podía decirle que mentía porque no estuve allí—. En fin, quería hablar contigo sobre nuestra relación...
—¿Nuestra relación? —pregunté sorprendida ante esas palabras, pareció que Osamu también notó la forma de formular esa frase y sacudió su cabeza.
—Hablo que, hace un año querías que desapareciera de la faz de la Tierra. Pero desde que comenzamos este año escolar, pareces evitar mostrarme que sientes algo: enojo, repulsión, tranquilidad. Nada, no tengo ningún indicio de como te sientes realmente —quería desviar la mirada, incluso si todo era cierto, mi concepto hacia los gemelos cambió. No porque Shinzuke hubiese castigado casi a muerte a los Miya el año pasado, después de lo del yumi; tampoco fue por la influencia de Igarashi-chan, quien me contó hace poco que Osamu parecía tener una especie de investigación sobre la creadora del pudin delicioso que probo en el primer año; y, claro, no era una presión por parte del resto del alumnado del Inarizaki porque los consideraban las superestrellas de la escuela. Supongo que, con el paso del tiempo, me di cuenta que no valía la pena perder el tiempo viviendo en el enojo—. Estoy perdido, no entiendo nada. ¿Puedes decirme al menos, qué opinas con respecto a mí?

Lo único que pude contestarle es que no sentía el odio del año pasado, pero de todas formas, eso no significaba que estaba feliz con respecto a que mis emociones repulsivas hacia él habían desaparecido. Quizás necesite un poco de tiempo a solas, para entender mejor la situación. Asumo que las cosas entre nosotros, en comparación a principios del primer año, han cambiado bastante. Pero también quería saber si sentía algo hacia el Miya. Supongo que esta noche, mi almohada quedará más que saturada de todas las cosas que debo meditar esta noche.
Volví al salón de cocina, una vez que Osamu se retiró del pasillo en donde estábamos. Los chicos de tercero no tardaron en pedir el último chisme del día (me refiero más que nada a Aran-san y Akagi-san), mi primo solo les decía que no tenían que ser tan chismosos en mi vida y Ōmimi-kun solo mantenía la boca cerrada. Pienso que ya debe tener suficiente con el asunto del consejo y, además, tener que lidiar con estos dos todos los días. Incluso si mi animo mejoró después de unas horas, no me sentía con las ganas de cocinar mucho. Además, estábamos teniendo complicaciones con los ingredientes en el club de cocina.

Gracias a la decisión por tomar del estúpido del presidente del consejo, muchos de los nuevos miembros de primero cuestionaban el motivo de pedir más mercadería a los proveedores. Estuvimos haciendo menos pedidos de materias primas, especias y otras cosas más que utilizábamos en el club. Lo único que pude preparar fue arroz frito, pero aparentemente fue tanto lo que usé (claro que se debió a mi distracción con todas las tonterías que se hablaron en esa reunión, que me dejaron hasta medio tonta) que a los miembros del equipo no les importó repetir otro plato.
En cuanto llegué a casa, me cayó un mensaje de Kae-chan. Solo decía: "🄻🄻🄰🄼🄰🄼🄴 🄴🄽 🄲🅄🄰🄽🅃🄾 🅁🄴🄲🄸🄱🄰🅂 🄴🅂🅃🄾. 🅃🄴🄽🄴🄼🄾🅂 🅄🄽 🄰🅂🅄🄽🅃🄾 🅄🅁🄶🄴🄽🅃🄴 🄳🄴🄻 🅀🅄🄴 🄷🄰🄱🄻🄰🅁". Claro que eso me dejó más que perdida, ya tuve una mañana muy complicada y ni hablar de lo que me esperaba en casa. Me tocaban hacer la mayoría de los quehaceres de la posada porque mis tíos decidieron irse a Hokkaido para visitar a mi prima. Obviamente, no podíamos dejar que la abuela manejase todo por su cuenta. Así que, por una decisión adulta (¿a quién engaño?, fue por medio de un piedra, papel o tijera) mi primo quedó a cargo de las tareas administrativas y de contabilidad, mientras yo me encargaba de la limpieza y de acudir a los huéspedes en caso de algún inconveniente.
Fui hasta mi habitación, me aseguré de que no hubiese nadie cerca (a mi amiga le encanta gritar por teléfono) y marqué su número. No hizo falta esperar a los pitidos, porque ni siquiera sonó el primero que Kae-chan contestó.

Todo comenzó por un onigiri (Osamu Miya x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora