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Nifuji-kun me acompañó hasta la posada, en todo el camino nos acompañó un silencio tranquilo pero innecesario. Cada vez que intentaba encontrar la razón de este ambiente extraño para mí, él cambiaba de tema o lo desviaba de alguna forma. Por lo que dejé de insistir en el asunto. Llegué y mi mente parecía en blanco, hacía mis tareas rutinarias en la posada pero sin prestar atención a los detalles. Honestamente, no tengo idea de que es lo que me perturba más: si la reunión con el consejo mañana (en donde probablemente tratemos el asunto del cierre del club de cocina) o el intento de charla de Osamu sin resolver.

—Me comentaron que el club de cocina tendrá una reunión con el consejo mañana temprano —dijo mi primo de repente, mientras me ayudaba a preparar la cena para el personal—, Ōmimi-kun forma parte desde hace una semana.
—Desearía que no fuesen malas noticias —dije con cierta molestia, no por hablar de estas cosas con Shinzuke, sino por la frustración que tenía—, pero no paro de sentir una especie de mal presentimiento con respecto a mañana. No sé, espero que Kaminatani-senpai lo resuelva para mañana.
—Saben que si necesitan apoyo, los de tercero del club de voleibol estamos dispuestos a darles una mano —me alentó mi primo, al cual yo le brindé una sonrisa en respuesta—. Escuché que las animadoras también se unirían a la campaña de ser necesario...
—Gracias chicos, pero esperaré a que Kamitani-senpai diga algo luego de su junta con el consejo —respondí, dándole los últimos detalles a la comida—. Listo, llevemos esto a la mesa. Creo que escuché a la tía protestar que nos demoramos demasiado.
—Es que pareces que tomas demasiado tiempo en hacer comidas simples, ___________ —me aguanté de mirar mal a mi primo y llevamos los platos repletos de comida a la mesa, donde nos esperaban mis tíos y la abuela.

Durante la cena, sentía que tenía muchas cosas pasando por mi cabeza, una de ellas era la situación con el club de cocina. Acompañaría a Kamitani-senpai a la reunión con el consejo mañana, logró convencer a varios clubes no deportivos a tener una junta de emergencia. Irían al menos dos integrantes de cada club (sus presidentes/capitanes con algún representante de segundo) para intentar hacer que el presidente del consejo entrase en razón. El director ya aclaró que no se metería en este asunto, por lo que estábamos a nuestra suerte en conseguir una victoria para quienes no participaran de clubes deportivos. Me parecía una ridiculez y, sobre todas las cosas, era injusto con gran número de los estudiantes que venía al Inarizaki por otros motivos.
A la mañana siguiente, me levanté muy temprano para ayudar al chef de la posada a preparar todo lo necesario para el desayuno (por suerte, no teníamos mucha gente hospedándose en esta época del año). Ni bien terminé, caminé a la salida lista para enfilar hacia la próxima batalla del día: la junta con el consejo estudiantil sobre la clausura de los clubes no deportivos. En la entrada a la preparatoria me encontré a Kamitani-senpai junto a Hiro-kun, parados en la reja de la preparatoria. Creo que mi amigo tenía más sorpresas bajo la manga con su transferencia al Inarizaki de las que me pudiese imaginar. Nos acompañó hasta el salón del consejo, donde probablemente estaría el resto de los clubes, nos deseó suerte y entramos al infierno del consejo estudiantil de la preparatoria Inarizaki.

Era un salón de tamaño normal, pero había una mesa larga donde había espacio solo para once asientos (pero en la habitación éramos como 29 alumnos). No había ningún adulto o si quiera algún profesor para supervisar la inminente masacre que resultaría de esta reunión. Kamitani-senpai me ayudó para llegar a nuestros asientos asignados (nosotros teníamos prioridad a estar sentados en la mesa, porque el club había sido uno de los propulsores a esta "rebelión"), me senté a duras penas, con codazos y mucho griterío por quejas de que debería haber suficiente espacio para que todos tuviésemos una silla. Luego de varios minutos, donde parecía que las quejas nunca acabarían, entró el presidente del consejo estudiantil como si fuese el emperador de Japón.
Yamamura Asuza, el presidente del consejo estudiantil de este año, era un chico alto, tez pálida, ojos negros, cabello teñido de rojo intenso, dentadura blanca y perfecta, acompañada de una sonrisa de superioridad que me daba asco. Varias chicas que venían a defender sus clubes, parecieron olvidar por unos minutos el porque discutían en cuanto entró aquel chico. Creo que estaba entre un grupo minoritario en esa habitación, en la que no sentía absolutamente nada hacia ese patán. Su actitud hipócrita era suficiente para mandarlo a volar.

Todo comenzó por un onigiri (Osamu Miya x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora