22.

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«Nick se acomodó sobre su mismo asiento. Era un día soleado, la estrella mayor se elevaba e iluminaba todo al rededor. No tenía reloj, pero sabía que debía ser no poco antes de las tres de la tarde. Giro su mirada a los lados, dejando un largo suspiro al aire. elevo ligeramente la vista al cielo y acabo por dejarse caer en su figura. Oh dios, era tan hermoso, tan lindo, tan perfecto. Como corría, reía, hasta como respiraba era bello. La manera en las que su cabello se balanceaba al compás de sus pasos. Era simplemente hermoso.

Nicholas se consideraba un fan del deporte, en especial de uno en el que era sumamente bueno. El basquetbol, sabia distintos tiros, tácticas, movimientos y lograba encestar en tiros limpios y perfectos. Era un prodigio según muchos, pero únicamente se constaba de practica y más práctica. Aparte de todo su mundo deportivo, tristemente le prohibieron inscribirse en aquel deporte. Todos exigieron que se lo dejaran, pero ningún profesor le permitió, por lo que acabo optando por el futbol.

Eran épocas deportivas. Las olimpiadas que sucedían una vez al año. Unas épocas en la que todos se juntaban, suspendiendo las clases y centrándose en competir. Eran separados por colores: azul, amarillo, verde y naranja. Él era del equipo amarillo, tristemente no le toco con todos sus amigos, pero tenía algunos conocidos, por lo que fue mucho más soportable.

Nick sabía que debía aprovechar todo ese tiempo, pues era su penúltimo año, el único año el que tendría el lujo de descuidar su academia. El siguiente que venía, lo atacarían los estudios hasta hundirlo. Por eso debía aprovechar ese año. Poder estar con sus amigos. Podía estar con él.

Él tenía unos ojos marrones, profundos y hermosos, aunque no le miraban muy seguido. Su cabello despeinado por todo el viento que corría. Su piel era clara, mostrándose brillosa por el sudor que caía por su piel, pero no se veía mal. Se veía jodidamente caliente. Tenía un polo color rojo, mostrando que era un equipo contrario, que decía su apellido "Knner". Vestía un buso holgado que pertenecía al colegio, junto a un par de zapatillas blancas.

Nicholas tenía un gran cariño a aquel chico. Le encantaba verlo sonreír, pero ¿Como? ¿Cuándo podría decirle todo lo que habia empezado a sentir por el repentinamente? En ese momento, cuando lo vio, cuando lo supo. Ahí cuando sus miradas se rozaron por unos segundos. Supo que se habia enamorado perdidamente de él. Cada vez que la veía miles de sentimientos se intercambiaban, pero solo cuando se trataba de él.

Una manera. Debía haber una manera de darle a ver todo lo que el sentía. Debía decirlo. No se iría antes de que su chico lo supiera. Se declararía. Solo hacia falta de que llegue el próximo año... porque como siempre.

Aún es muy temprano, debes esperar un poco más.»

Att: El príncipe de tus sueños.

- Disculpe joven. ¿Qué ve a llevar? - pregunto la chica ubicada detrás de la caja registradora.

Portaba una pequeña gorra, dejando salir su cabello, por un lado, amarrado en una coleta alta. Tenía un maquillaje natural, bastante suave y dejando hacerle ver un rostro dulce e inocente. Lleno un poco más abajo, se podía apreciar un polo blanco al igual que unos jeans azul oscuro, siendo cubierto por el mandil café oscuro. Mas abajo prefiero no ver. La joven le sonreír con tranquilidad, parecía que se habia perdido en sus pensamientos, divagando en su mundo de sueños. Aquello que el chico de las cartas era protagonista.

Nicholas.... Nick.

Obviamente era un apodo que se había colocado, era un nombre americano, algo lejos de todo su mundo. No lo negaría, era lindo, pero no sabía dónde lo habia escuchado. Por alguna razón, esa vez se le habia dado un antojo a de algo más americano. Lo cual convino muy bien con su carta. De alguna manera le parecía sumamente cómico. Podía verse como estúpido, pero igual. Era pequeño y le hacía feliz. Era una persona de gustos simples.

- Un Capuchino más un pastel de zanahoria. - hablo luego de haber pasado toda su mirada por el largo panel de comida y bebidas.

- ¿Un pastel de zanahoria? ¿Enserio Kim? - pregunto una voz que conocía bien.

Se giro observando sus ojos almendrados. Su hermosa tez morena al igual que los lindos hoyuelos que aparecían es sus mejillas. Su cabello era marrón, imaginando que ese podría ser el color natural. Tenía ropa de invierno, todo variando de colores entre plomo y negro. Sus manos estaban cubiertas por guantes y su cuello con una bufanda con juego de colores entre blanco y negro en forma de un mosaico.

Pegado a él, una chica con cabello teñido de morado, una mirada curiosa, unas orejeras de color beige. Elevo una ceja al conectar miradas como aquella desconocida. La ajena estaba enrollada en el brazo izquierdo del moreno, pegando su mejilla de manera mimosa.

- Hola Kim. - saludo formalmente siguiéndole el agradable juego. - ¿Qué le paso a tu cabello?

- Me cansé y lo volví a su color natural. - explico sobándolo y despeinándolo un poco.

- ¿Por eso ibas con gorro todo este corto tiempo? - encontró sentido al ver como dias anteriores el mismo individuo cubría su cabello con un gorro de lana.

- En efecto. ¿Qué te trae por acá, SeokJin?

- Estoy yendo a comprar papel higiénico, NamJoon. - hablo con sarcasmo haciendo reír a Kim, a la desconocida a su lado y también a la cajera quien estaba detrás de él. - Vine a perder el tiempo. Mi madre hoy regresa tarde y quiero algo para merendar.

- Igualmente. Déjame invitarte. - pidió colocando su mano libre en su pecho.

- ¡Pero me ibas a invitar a mí! - chillo la chica a su lado formando un adorable puchero en sus labios.

- Les puedo invitar a los dos. - explico mirando el panel de forma disimulada, aunque igual compraría lo de siempre. - ¿Aun tienes la boleta del joven? - pregunto, viendo como la joven asentía con amabilidad. - Auméntale un Mocca de Vainilla y un brownie. Para ella un chocolate caliente junto a una galleta de chispas de chocolate.

La joven asintió mientras apuntaba todo con una gran agilidad. NamJoon extendió su tarjeta y está la paso. Coloco la clave y esperaron unos segundos en silencio. No era incomodo, pues la música de jazz que sonaba de fondo le daba un toque suave al ambiente. Pasaron entre unos siete minutos hasta que le entregaron sus pedidos. Como habia especificado, todo viniendo en tres bolsas distintas. SeokJin tomo la iniciativa y los invito a caminar con un movimiento.

- ¿Quieres soltar mi brazo? - pregunto NamJoon quien giraba su mirada a la menor.

- Pero tengo frio. - se excusó sintiendo la mirada algo entraña de SeokJin sobre ella.

Kim elevo una ceja y se acercó lo suficiente para poder susurrarle en el oído:

- ¿Qué mierda te fumaste?

- NamJoon. - le llamo SeokJin quien le miraba con una extraña sensación. - ¿Quién es ella?

- Soy su novia. - Se apresuro a decir la chica de cabellos morados soltando el brazo ajeno.

- ¿Novia? - repitió SeokJin

- ¿Novia? - repitió NamJoon abriendo el doble sus ojos.

SeokJin no supo que decir. ¿Novia? ¿Kim NamJoon tenía novia? Ósea, lo podía imaginar, era un gran chico y muy talentoso en distintas cosas, pero jamás lo imagino así de pronto. La vio unos segundos. Era una hermosa chica, podía comprender porque NamJoon habia optado por ella. No obstante, algo en su interior golpeo. No entendía. Ósea si sentía un ligero gusto hacia su persona, pero nunca a un nivel tan grande como para lanzarse a llorar. Mas que amor, se convencía que era admiración.

No sabía cómo describirlo, solo podía decir que aquel joven de hoyuelos era especial.

La risa aguda de la chica lo saco de sus pensamientos, luego un quejido al ver cómo le habían metido un ligero zape en la nuca.

- Debieron ver sus caras. Son lo más. - anuncio la joven mientras bebía un poco de su dulce chocolate. - Me llamo Yoo JiMin, pero dime Karina.

- ¿Son novios? - continuo atónito por la información.

- ¡Claro que no! - chillaron los dos al mismo tiempo.

SeokJin los miro algo desconfiado, aunque algo en él se calmó por alguna extraña razón. 

𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐑𝐈𝐍𝐂𝐄 𝐎𝐅 𝐘𝐎𝐔 𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌𝐒 || 𝐍𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora