Severus Snape tenía curiosidad sobre los animagos. De hecho, quería convertirse en uno y este año lo conseguiría...
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Sirius Black, por su parte, estaba experimentando extrañas sensaciones que tenían que ver con otros chicos. ¿Acaso era gay...
«Por favor, señor. Un animago es un mago que elige hacerse animal. Un licántropo no tiene esa opción.»
—Hermione Granger sobre la diferencia entre animago y licántropo.
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—Solo digo que hace mucho que no hacemos, ya sabes... —insinuó con una sonrisa picaresca.
—En efecto, mi estimado canuto.
—James no lo solapes.
—Vamos lunático, sabes que quieres —recalcó el pelinegro.
«Lunático» suspiró pesadamente. Sus amigos eran unos idiotas, pero no podía detenerlos cuando planeaban una broma. Solo podía esperar que la pobre víctima no sufriera daños muy graves.
—Entones esta decidido. Ahora sólo hay que planear una buena broma para Quejicus—. Un presentimiento se asentó en la boca del estómago del joven lobo. Algo saldría terriblemente mal, solo era cuestión de tiempo.
—¿Estas bien? —el tono preocupado de sus amigos lo hizo volver en sí.
—Me voy a dormir —respondió tajante y se dirigió a los dormitorios ante la atenta mirada de sus amigos.
—¿Qué le pasará? —preguntó un hombrecillo rechoncho y austadizo.
—No lo sé. Ha de ser la luna llena.
El grupo ahora de tres chicos se quedó hablando animadamente de ideas para atormantar a cierto Slytherin, hasta que el cansancio llegó y entraron a su habitación compartida para descansar profundamente.
Mañana sería un día interesante después de todo y no se lo podían perder.
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«He leído toda la teoría del tema y aun así estoy perdido» pensó un joven pálido de cabello lacio y ojos como un par de obsidianas.
Cerró los ojos con frustración, puesto que era un tema que le interesaba muchísimo y no podía conceder la derrota a no poder conseguirlo.
—Quizás Lily pueda ayudarme a averiguar lo que me falta —murmuró por lo bajo para no despertar a su compañero.
«Estoy decidido» pensó con evidente emoción. «Me convertiré en animago»
...
La noche, como casi siempre fue testigo de los planes del día siguiente. De cómo aquellas almas aun separadas iniciaban su camino a estar juntas para toda la vida.
Después de todo, estaban destinadas...
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«Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.»
