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Erick colgó el teléfono. Hablar con __ lo había calmado un poco, el escuchar su voz siempre lo tranquilizaba. Se giró y el guardia lo guió hasta la habitación donde se encontraría su padre.

- Ya puede entrar a ver a su amigo, señor Max. Tiene media hora para hablar con él -Dijo y abrió la puerta.

Erick asintió y entró. Había conseguido una identificación falsa gracias a Joel con el nombre de Max diciendo que era un amigo de la familia de Erito.

Afortunadamente, ninguna persona lo había descubierto y logró entrar sin problemas. Erito estaba sentado en el centro de la habitación, con los brazos apoyados en la mesa y la cabeza agachada. Solo entonces cuando escuchó la puerta cerrarse Erito alzó la mirada. La expresión de su rostro se transformó en una de sorpresa cuando lo vio.

- ¿Hijo?

- Hola papá -Dijo Erick mientras corría la silla y se sentaba al frente de él.- ¿Cómo has estado?

- Bien, supongo -Dijo, frunciendo el ceño.- Cuando me dijeron que un tal Max vendría a visitarme, no me lo creí. Debí suponer que eras tú. ¿Cuántos años han pasado desde que no te veo? ¿Cuatro, cinco?

- No lo sé, dejé de verte cuando cumplí diecinueve.

- Bueno -Susurró y se recargó en la silla.- Sabes que todos te están buscando en este momento, ¿Verdad? ¿Qué le hiciste a esa pobre chica?

- Yo no le hice nada -Gruñó.- Ella está bien conmigo.

- Debes entregarla.

Erick lo miró enfadado.

- No lo haré, luché mucho por tenerla. __ me pertenece.

- __ ...-Repitió.- Recuerdo que una vez la vi, pero si ella tiene apenas quince años...

- Ella creció, papá.

- Oh ... -Suspiró.- Recuerdo que cuando me visitó, ella hablaba mucho de ti. Es una buena chica, me agrada, pero debes entregarla a la policía, por favor -Sus ojos le imploraron que le hiciera caso, con un destello de padre protector, que Erick no veía desde hace tiempo.- No quiero que tengas problemas después y te pudras en la cárcel. Por Dios Erick, tan solo mírame. Cometí errores y ahora estoy pagando por ellos. Cuando __ me visitó, es cierto que le pedí que te hiciera creer que estaba muerto. Pero lo hice para protegerte, no quería que terminaras como yo.

- Eso ya pasó -Dijo él, clavando su mirada en la suya, eran perfectamente iguales. Los rasgos en el rostro de Erito eran duras, definidas, mientras que en las de Erick eran más suaves, y en el cabello de Erito ya estaban apareciendo las primeras canas. Pero había algo en ellos dos que nadie se los quitaba. Su sonrisa.- Si por algo vine aquí, fue para arreglar las cosas entre nosotros dos. Pero no me digas que entregue a __, porque no lo haré.

Para la sorpresa de Erick, Erito sonrió. Cuando lo miró, sus ojos demostraban admiración.

- La amas.

Era una afirmación y Erick lo sabía. En cuanto lo vio a los ojos, su mirada era tierna al pensar en __.

- Si, papá. La amo muchísimo.

Era la primera vez que Erick no se avergonzaba al expresar sus sentimientos. Siempre se demostraba a sí mismo como un hombre duro, pero en parte __ lo había ayudado a ablandarlo.

- Me alegra oír eso -Sonrió Erito.- Me gusta que luches por lo que quieres. Pero por favor, ten mucho cuidado. No quiero verte el día de mañana por aquí en la cárcel.

- No te preocupes, sé lo que hago.

De repente, la puerta se abrió. El guardia entró.

- Lo lamento señor Max, pero ya se tiene que ir. El tiempo de visitas ya terminó -Dijo mientras se acercaba donde Erito.

Por costumbre, Erito alzó los brazos y dejó que el guardia lo esposara. Erick asintió y se volteó a ver a su padre antes de irse.

- ¿Vendrás a verme mañana? -Preguntó Erito.

- Claro que si. Te lo prometo.

ACOSADA -Erick Brian Colón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora