Capítulo 22

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HARPER

Iba caminando por el pasillo de la Universidad cuando Sky se apareció y me detuvo.

—Tenemos que hablar —dijo con serenidad.

—Ahora no —respondí, quise dar un paso pero él no me dejo.

—Harper —pronunció casi en susurro—. No quiero que las cosas se queden así.

Lo miré en silencio desde mi lugar. Deseé tanto besarlo en esos momentos y decirle cuanto lo extrañé.

—Bien, pero que sea después, no aquí —añadí.

Pasé por un lado de él para dirigirme a la cafetería.

—¿Acaso te avergüenzo? —preguntó.

Escuché aquella voz rasposa por detrás de mí. Me detuve y me giré para verlo.

—¿Por qué dices eso?

—Parece que no quieres que nadie se entere que sales con el drogadicto —soltó indignado.

—Yo no pienso eso Sky.

—¿Ah no? —ironizó—. La chica animadora y popular saliendo con el drogadicto.

Lo miré con decepción mientras fruncía la cejas.

—Que lástima que pienses eso de mí.

Me di la vuelta y comencé a caminar sin mirar atrás. Cuando llegué a la cafetería, me senté en la mesa con las demás. Había olvidado comprar el desayuno, aunque realmente no tenía ganas de comer en estos precisos momentos.

—Siento llegar tarde —dije cuando me senté. Las chicas me voltearon a ver en silencio.

—¿Qué hacías hablando con el drogadicto? —me preguntó Melanie.

Alcé la vista para verla.

—¿Qué? —emití perpleja.

—Te acabo de ver hablando con ese chico raro —añadió.

La miré en silencio comprendiendo lo que me acababa de decir. Después recordé lo que Sky me había dicho hace unos momentos.

—Ese drogadicto como tú le dices, es mi novio y se llama Skyler —le respondí.

Melanie y las demás abrieron los ojos con sorpresa.

—¿Desde cuándo tú tienes novio? —inquirió, haciendo una cara de disgusto.

—¿Desde cuando debo darte explicaciones? —solté irritada.

—Harper, si sigues así te sacaremos de las animadoras —agregó con firmeza—. Vas a arruinar nuestra reputación, ¿Si sabes que no debemos mezclarnos con esa clase de gente?

—¿Cuál reputación? —me apresuré a decir, mi voz sonó con mucho enfado—. ¿Como puedes expresarte así de los demás? —resoplé—. Y para que lo sepas, no me importa, es más, hazlo, estoy harta de todo esto.

—¿Disculpa? —añadió sin quitarme la mirada. Noté que toda la cafetería nos miraban tan atentos, pero no me importó—. ¿Acaso ese chico te dejó loca? Vaya, por eso nunca me agradaste completamente, siempre fuiste rara, creo que viene de familia.

La miré asombraba desde mi lugar.

—Escucha Melanie, ni el perfume más caro, ni el maquillaje o la ropa podrán quitarte lo zorra y arrogante que eres —pronuncié entre dientes—. Es más, deberías comerte todo el maquillaje que sueles usar para ver si así también eres atractiva en tu inferior. Un día cuando te quedes sola, te darás cuenta la clase de basura que eres.

La juventud perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora