Capítulo 40

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HARPER

Regresé a casa después de haber pasado casi todo el día con Sky. Ya llevaba más de tres días ingresado. Me di cuenta que estaba estacionado el auto de mis padres en la entrada de la casa. Corrí hacia la puerta y la abrí. Ellos estaban en la sala con las maletas de viaje.

—Harper, ¿Dónde andabas? —preguntó mi madre.

Corrí inmediatamente hacia ella y la abracé con fuerza. Los había extrañado tanto estos últimos meses. Me alejé un poco y la miré a ella y a papá.

—¿Cómo estuvo el viaje? —pregunté.

—Bien, tu padre pudo arreglar los problemas de la empresa —comentó mamá—. ¿Cómo han estado?

—Bueno, de hecho quiero hablarles de algo —logré decir casi en un susurro.

—¿Qué pasa cariño? —preguntó papá preocupado. En eso Harvey venía bajando las escaleras cuando nos vio.

—¿Está todo bien, Harper? —inquirió mamá—. ¿Te pasa algo?

—Está bien, mamá —le respondió Harvey mientras se acercaba a nosotros—. Solo los extrañaba, ¿verdad hermanita?

Miré a Harvey en silencio, sabía que no quería que yo hablara, pero estaba cansada de todo esto.

—No, nada está bien —dije con firmeza.

—Harper —me llamó Harvey que me miraba con enfado.

—¡Basta Harvey! Estoy harta de todo esto —grité.

—Si lo haces te arrepentirás —añadió entre dientes sin dejar de verme.

—Si no lo hago, me arrepentiré —le corregí.

—Harper, ¿Qué sucede? —me preguntó mamá preocupada.

—Yo... necesito ayuda —dije finalmente—. Y no soy la única.

Miré a Harvey que también me miraba en silencio.

—¿A qué te refieres? —mi padre se acercó a nosotros.

Esto era más difícil de lo que pensé, decir aquellas palabras en voz alta era algo que realmente se me complicaba, no había un manual de como decirlo sin tener que decirlo, tener que pronunciar aquello que tanto he luchado por mantener en secreto, ahora debía de sacarlo a la luz y enfrentarme a eso. Sabía que era ahora o nunca.

—Tengo problemas alimenticios —confesé con la voz temblorosa—. Y Harvey ha estado vendiendo drogas.

Mis padres se quedaron en silencio mientras nos miraban a ambos sorprendidos. Harvey los miró y después a mí.

—Lo siento —susurré entre lágrimas—. Pero ambos necesitamos ayuda.

Tomé a Harvey de la mano, pero él la soltó rápidamente.

—No me toques —espetó con enfado.

—Harvey —lo llamó mamá—. ¿Es cierto que estás vendiendo drogas?

—Diles —le dije a Harvey—. Por una vez en tu vida se honesto. Hazlo por Harley.

—¡Cállate! —gritó Harvey, su voz se escuchó como eco dentro de la casa—. No la metas a ella, ¿entendiste?

Lo miré fijamente, me dolía tanto verlo de esta forma.

—Harvey, sé que tu no quieres hacer esto, puedo verlo en tus ojos, tu no eres así —añadí mientras lo tomaba ligeramente de las manos.

—Tu no sabes lo que siento —musitó, quitando la mirada de mí.

—Entonces dímelo —dije entre sollozos—. Soy tu hermana, ambos debemos de protegernos, tú eres el único que me queda.

Me acerqué a él y lo abracé. Las lágrimas se sentían pesadas, mi propio cuerpo también se sentía pesado.

—Sabes que te amo y qué quiero lo mejor para ti, eres mi hermano y no quiero perderte a ti también —le susurré en el oído sin soltarlo.

Harvey se resistía, hasta que logré sentir ligeramente un abrazo de su parte, pero no era el único, sino que nuestros padres también se acercaron a abrazarnos.

—Nosotros no lo sabíamos —escuché la voz de mamá—. En verdad lo lamento muchísimo.

—Lo siento tanto cariño —añadió esta vez papá—. Por no haber estado aquí con ustedes cuando más nos necesitaban.

Por primera vez después de tanto años sentí aquel cálido abrazo y cariño que desprendía mi familia. Sentí también la calidez de Harley imaginándome que estaba aquí abrazándonos, donde quiera que esteuviese, la sentía cerca aunque no la pudiera ver, siempre la mantendría en mi corazón y haría lo que fuera por que estuviera orgullosa de nosotros cuatro, esto, apenas era un nuevo comienzo.

La juventud perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora