Te espero en el borde del abismo

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-Don...¿dónde queda el borde del abismo?, Iriender tomó la gruesa muñeca de Angus, mientras este lo acomodaba en la cama de paja, Angus observó el rostro de palidez cadavérica, Vander, el muchacho que le ayudaba miraba angustiado al general, Gibrain se arrodilló para tocar la caliente frente que estaba empapada de sudor.
-Esta delirando, respondió Gibrain preocupado, Angus y Vander asintieron, -Mi señor, traeré un cuenco con agua y paños para mojarlos y tratar de bajar la fiebre, Gibrain asintió sin mirar al muchachito, Angus sonrió a este quien feliz fue a por las cosas.
-La infección es fuerte, dijo Gibrain, el pecho de Irien subía y bajaba pesadamente.
-Necesito llegar al borde del abismo, suplicó Irien quien se aferró al brazo de Gibrain, pero los ojos del príncipe estaban perdidos en el sopor de la fiebre, Gibrain tomó suavemente la mano del príncipe, -estamos cerca, Iriender, aguanta, Gibrain respondió piadoso.
El chiquillo llegó con el cuenco y varios paños en sus hombros, -mi señor, hay que desvestirle y humedecer el cuerpo para tratar de bajar la fiebre, Angus asintió, pero Gibrain miró con desconfianza al chico, -¿estás seguro de que no enfermará más?, el chico algo tímido asintió, -he cuidado a mis hermanos y mi madre así nos bajaba la fiebre, Gibrain miró a Angus, -Gibrain, hagámoslo, no hay mucho que perder. Gibrain algo renuente ayudó a desvestir al joven príncipe.
Poco pudieron hacer para disimular su asombro al descubrir los tres hombres las marcas inconfundibles de látigo que surcaban por la estrecha y pálida espalda del muchacho. Eran muchas las cicatrices que marcaban aquella carne joven. Gibrain apretó la mandíbula maldiciendo por haber juzgado a Iriender calificándolo como un niño altivo y soberbio.
Con delicadeza Angus y Vander acomodaron otra vez a Irien, -pasa los paños con cuidado, ordenó Gibrain,mientras él y Angus se hacían a un lado, dejando al experto trabajar.

-Las marcas, dijo Angus observando al objeto de su afecto hacer su trabajo eficientemente, -Gideon Marts es un bastardo hijo de puta, dijo duramente Gibrain mientras cruzaba los brazos musculosos. Angus negó pesadamente con la cabeza, -el muchacho también ha tenido su cuota de mierda con Gideon, Gibrain se apoyaba de un pie a otro, -Marts no es mas pendejo que yo, Angus volteó a ver a Gibrain, su rostro se mostraba distante, -no soy un santo, pero nunca he tomado la vida de alguien inocente, nunca he dado un castigo que no se merezca y nunca he tocado algo que no se me haya ofrecido, Angus rascó su barba, -pero juzgaste a este chico, y lo repudiaste públicamente, Gibrain observó intensamente a Angus quien no bajó la mirada, -lo hice, no soy diferente a Gideon Marts.
Angus palmeó el hombro de Gibrain, -eres diferente, Gideon es un bastardo con toda la intención y tú fuiste un pendejo por ignorancia, todos juzgamos sin conocer, todos somos jueces aficionados y corruptos.

El cuerpo de Iriender temblaba, la noche era fría, pero él estaba muy caliente, con la piel roja por la fiebre, la respiración del muchacho era trabajosa y sus párpados cerrados no paraban de moverse.

-Has llegado al borde del abismo joven príncipe, Iriender sonrió al ver al hermoso y enorme dragón dorado batiendo orgulloso sus alas, -Tine, sonrió Iriender reconociendo la inconfundible voz de su guardián, mientras observaba el panorama a su alrededor, un enorme abismo y un paisaje que no se podía distinguir era lo que se mostraba.
-Tine, eres hermoso, Iriender extendió su mano para tocar al majestuoso dragón de gran envergadura.
-Tú eres valiente príncipe Iriender, y estás en el borde del abismo, Iriender una vez más observó ese lugar. Todo era extraño, sombrío y no lo reconocía como un lugar que hubiera existido en la tierra.
-¿Dónde estamos?, ¿dónde están los demás?, Iriender miraba todo el lugar, su mano instintivamente fue a su cuello y se dio cuenta que no había herida alguna.
Tine rió con aquella voz humeante y ronca,
-Esto mi querido muchacho, es el borde del abismo, es el lugar en donde decides si saltas o regresas para pelear, es el último camino que recorre el hombre, Irien entendió, sus ojos miraron con miedo el denso abismo que no se distinguía por la bruma intensa que se arremolinaba como un ser vivo dispuesto a atacar.
-Gibrain no está de acuerdo con mi padre, con los demás que quisieron matarme, a pesar de que me dañó durante la justa, el dragón gruñó, -eso es porque no lo hizo con la intención real de que murieras.
Pero tu herida se pone cada vez peor,-si decides saltar, estarás bien, no hay un juicio Irien, solo decisiones que afrontarán los que se queden.
Irien dejó salir una lágrima, -mi madre ya cruzó el abismo, dijo el muchacho con entendimiento.
-La obligaron a cruzar antes de tiempo Irien, pero tú caso es diferente, si cruzas la verás y estarás con ella siempre.
-Nada me ata a la tierra dijo Irien mientras su pie derecho bailaba en el arenoso borde del acantilado.
-No has hecho lazos Irien, solo te has protegido, tu misión espera o puedes dejársela a alguien más, Irien levantó la vista para encontrarse con los amables ojos del dragón, -¿mi misión?, el dragón asintió, -liberar y liderar, amar, matar, ver nacer y enterrar, esa es tu misión.
-Y si... ¿Y si no quiero hacerlo?, Tine batió sus potentes alas, -ya te dije hijo de Alana, no hay juicio, solo elecciones.
Irien miró una vez más el abismo, -madre, en su momento te veré ,con una solitaria lágrima corriendo por su rostro, emprendió su camino de regreso.

Todo el campamento dormía, los soldados, los chiquillos que eran prisioneros, los caballos, los dragones, todos o hacían fuego o buscaban acurrucarse en el calor cómodo que las grandes bestias producían.
Pero Gibrain Devasting velaba junto al improvisado lecho, mientras escuchaba a Iriender murmurar algo sobre su madre, y supo que este estaba agonizando.
Vio al joven soltar una sola lágrima la cual limpió con devoción. Sentía respeto por el valeroso príncipe y él se comparó a su lado como un tonto cobarde.
Si el joven moría, Gibrain se encargaría de vengar su muerte, nada podría hacer Gideon Marts para salvarse del implacable castigo que Gibrain dejaría caer sobre el rey y su gente.


-Estaré contigo hijo de Alana, tu y yo por fin seremos uno, yo estaré a tu lado, eres mi jinete y yo soy tu servidor, mis hermanos que están en manos de Gibrain te escucharán y tú a ellos, levantarás a otros jinetes y la magia resurgirá junto con más canales.
Irien sonrió con tristeza pero estaba decidido, mientras daba la espalda alejándose del peñasco, la luz lo guiaba a la salida.
Al salir del túnel lo primero que vio fue los cálidos rayos del sol atravesando las copas de los árboles, el campamento con soldados durmiendo, luego una respiración pesada y su mano que estaba atrapada en la del hombre a su lado.
Gibrain... Gibrain Desvasting había velado por él, había estado tomando su mano, si partía de la tierra, ese hombre, ese extraño sería su única compañía.

Cuando las hadas digan mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora