Gibrain el señor de la guerra

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Gideon veía con merecida desconfianza, como la gran comitiva avanzaba. Los estandartes con la imagen del dragón y león y la bandera del reino ondeaban por el aire, mientras cientos de caballos eran guiados en el camino con sus respectivos jinetes.
Las armaduras sucias con restos de tierra y lo que parecía sangre seca, se dejaba ver en el usado metal.
Gibrain solamente usaba el peto y sus ajustadas mallas, sus botas de combate y su espada.
A su paso las mujeres del reino y uno que otro hombre, quedaban sorprendidos con su masculinidad y su muy buena apariencia.
Quienes no lo conocían solo podían imaginar un ser horrible y bruto. Pero el hombre que guiaba aquella comitiva, era simplemente demasiado atractivo para el bien moral.
Y se notaba que reía tan varonil como él era. Lo que más causaba revuelo eran los pesados dragones que bufaban y exhalaban algún tipo de vapor de sus hocicos, lo que provocaba que emanaran un aroma a azufre y fuego. Todos en el reino de Saris querían ver a los dragones tan legendarios, que miraban interesados a su al rededor como si sintieran que había algo ahí.

-¡Avisen en los establos y pongan las mesas, para atender a estos hombres y asegúrense de traerles diversión, el soldado al cual le fue dada la orden asintió y obediente corrió a cumplirla.
Ferguein no disimuló su interés en el recién llegado. Aunque el general y varios hombres del reino dragón como empezaba a ser llamado el reino de Gibrain el señor de los dragones, eran muy atractivos, masculinos y ásperos.
-Estarás junto a mí muchacho. Así que ni se te ocurra visitar otros aposentos. Ferguein tragó saliva, no era una advertencia, eso había sido una clara amenaza.
-Yo no osaría engañarle mi rey. Gideon miró de reojo a Ferguein quien hizo una mueca tan falsa como el santo grial.
-Mejor no tientes a la suerte, fue la seca respuesta del rey a quien realmente le preocupaba que el monarca devastador no se sintiera atraído por su simple y frío hijo.
-Avisen para que Irien baje a recibir a su prometido.
El mozo que estaba cerca corrió hasta el interior del castillo para encontrar al príncipe bajando por las escaleras.
Con una ligera reverencia el joven mozo dio el recado, -mi señor, el rey ha pedido su presencia para recibir a su prometido, Irien tragó en seco, -dile al rey que estoy en camino.
Una vez más, el chiquillo se dispuso a obedecer.

Llegando a las puertas, convenientemente todos los presentes que se encontraban aglutinados, se abrieron paso para no interrumpir la marcha de Irien.

-Llegas tarde, reclamó el rey con visible molestia.
Irien solo se encogió de hombros y tentó a su suerte, -no creo que eso haga alguna diferencia, el rey Desvasting no se irá hasta haber visto el engaño al que fue sometido y nos mate a todos.
Gideon miró con visible odio a su hijo, -entonces en ese caso muchacho, mi látigo probará tu sangre nuevamente.
Irien tragó dándose cuenta que había empujado demasiado, -pero aún así nos matará. La indiferencia de Irien solo molestó más al rey que acarició con deseo su espada que colgaba en la cadera.

-¿Quién de ellos es el hijo de Marts?, Gibrain observaba con cierta lujiluria a Ferguein, la risa de Angus llamó su atención, -es el chiquillo que está del lado izquierdo del rey, y por el que estás babeando es su sobrino Feguein Navaloa, el amante de Gideon.
Gibrain no tuvo cuidado de evaluar a Irien, que le pareció simple, lindo sí pero simple y con una mirada distante y fría, muy diferente al sensual Ferguein que parecía lascivamente interesado en él.
-Una familia muy unida, dijo Gibrain con ironía, Angus rió entre dientes, -no tienes ni puta idea.

Los caballos entraron a todo galope hasta llegar a las puertas pesadas de madera enfrente de los jardines del castillo.
Gibrain quedó delante de Gideon Marts y toda su comitiva.
-Salve rey de Saris, la media reverencia de Gibrain fue educada y bien hecha, Gideon se adelantó para saludar a su homólogo, -larga vida para ti Gibrain Devasting y bienvenido sean tú y toda tu gente, Gideon hizo una seña para que el mozo de cuadra guíe a los soldados a las caballerizas, -se han acondicionado los alrededores para que tus soldados sean albergados y tanto tus soldados, tus caballos y los dragones sean alimentados, en un momento se les servirá comida.
Gibrain y Angus bajaron de sus caballos, dejando estos en manos de sus soldados.

Gideon hizo una seña a Irien y a Ferguein para que ambos hombres se adelantaran y quedaran flanqueando al rey.
Gibrain Devasting, tengo a bien presentarle a mi hijo, Irien de Marts y Leporen, Gibrain se acercó para mirar al muchacho quien a su juicio apenas tendría edad legal para ser desposado.
-Esto es un niño, la voz molesta de Gibrain hizo eco en los asustados presentes.
Irien no bajó la mirada, a pesar de que el rey devastador era más alto que él por una cabeza y un poco más, -le aseguro señor, que tengo edad legal para desposarme y para tomar una espada.
La audaz respuesta sacó de sus casillas al rey quien bruscamente jaló al muchacho, -es un adulto que goza de ser golpeado, dijo el rey a modo de patética disculpa mientras su mano se levantaba para castigar fuertemente al joven hombre que en un breve momento fue lanzado al suelo.
Gibrain observó como el rey interactuaba con su reino y su hijo.
Ferguein astutamente quiso mediar, -mi señor, deje en privado el castigo que quiere dar en público, el rey dándose cuenta de su error, se acomodó un mechón de salpimentado cabello, -solo quiero demostrar al rey Gibrain que en este reino no toleraremos faltas de respeto.
Gibrain levantó la ceja, Angus observaba inexpresivo, -¿y con semejante irreverente me quiere emparejar?, Irien se levantó por su propio pie, su cara ardía de humillación y coraje, mientras Gibrain miraba con deseo a Ferguein, el rey viendo aquella escena y tan demente como él era sonrió, no dejaría pasar una oportunidad si con eso evitaba una confrontación en un campo de batalla o en una justa. Pues no tenía ni la edad, ni la habilidad para pelear por el reino.
Y ancestralmente como hasta ahora, las guerras son caras y desgastan a los reinos.
-Su majestad, cualquier negociación que usted tenga en mente, soy todo oídos para escuchar y llegar a acuerdos en donde todos nos veamos complacidos, el rey Gibrain sonrió, detectando en Gideon su disposición para congraciarse con cualquier petición que este hiciera... Y deseaba que así siguiera.

Cuando las hadas digan mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora