Las hadas dicen mi nombre

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Las velas iluminaban el comedor. Gibrain recordaría agradecer a Evander por ayudarle a organizar algo íntimo. Una vez tuvieron la idea lista, Gibrain envió con un mozo un mensaje para Iriender.
Quien confirmó su asistencia a una reunión de carácter urgente.
Mientras se lavaba, el joven príncipe era consumido por los nervios, pues miles de dudas rondaban en su cabeza.
-¿Y si me repudia?, o ¿propone que nos separemos?, su corazón se sentía desolado. Estaba seguro de que su soberbia lo había llevado muy lejos esta vez, haciendo que ya no hablasen más que lo necesario.
Determinado a averiguar qué era lo que Gibrain tenía que decir al respecto, Iriender se secó y se vistió para matar, con sus calzas más ajustadas, acomodando su polla semidura sólo por pensar en Gibrain, la camisa blanca con olanes y su cabello castaño claro no muy peinado, dejando que las ondas se formen sueltas y libres.
Al darse cuenta de la hora, Iriender salió a tiempo, sólo para encontrarse con Gibrain recargado en la pared, su mirada depredadora recorrió el delgado cuerpo, -bajemos juntos, con una sonrisa de lado, Gibrain ofreció el brazo al rey, que miraba con deseo y asombro al rey dragón.
Débilmente Iriender asintió y tomó el brazo de su pareja.
En silencio los dos hombres bajaron hasta llegar a un hermoso comedor iluminado por múltiples velas.
Iriender miró asombrado a Gibrain, -esto es hermoso, el suave rubor hacía una adorable huella en las blancas mejillas.

-Me alegra que te guste, sonrió Gibrain jalando la silla principal para que Iriender tomara asiento.

La cena fue muy amena y agradable, -¿sabes? Yo en un principio creí todo lo que se decía de ti, dijo Iriender apenado.

-Yo mismo empecé el rumor, el guiño que dio Gibrain a Iriender era tan sexy que podría derretir el hielo de las montañas con un guiño.
Al joven rey casi se le cae la mandíbula al escuchar aquella confesión.

-¿Por qué lo hiciste?, la cara perpleja de Iriender no tenía precio. -Eso te hizo ganar más enemigos.
Gibrain se encogió de hombros.

-Mi intención era precisamente esa, causar terror y hacer que la gente me temiera, no repartir flores y nubes.

Iriender negó con la cabeza, -yo lo supe él día que te conocí, supe que no eras para nada, aquel tirano que describían, -pero no me sentía seguro para conocerte. Gibrain sonrió con ternura, ahí estaban dos hombres conociéndose, abriendo sus sentimientos.

-Yo no te lo puse fácil, ¿verdad pequeño?, la mano de Gibrain tomaba con dulzura la de Iriender, como si quisiera transmitir todos los sentimientos que tenía por el joven hombre.
Iriender miró a Gibrain, sabía que este le amaba y eso dio un poco de calma a su desbocado corazón.

-Te amo Irien, te amo como nunca he amado a alguien mas y dudo volver a amar de esta forma. Esa noche yo huí porque tuve miedo de este sentimiento y de no poder expresar correctamente mi amor.
Pero te amo Iriender de Leporen, señor de Saris y dueño de mi amor.
Iriender temblaba, después de haber sido despreciado por su padre, de haber sido blanco para asesinarlo, después de haber ganado combates, volado sobre dragones y saber de sus habilidades, el amor era un sentimiento indómito y desconocido para él, como visitar una tierra inhóspita y no tener la certeza de que habrá en el siguiente paso.

-Te amo Gibrain Devasting señor de Almada. Ambos hombres se miraron a los ojos, leyéndose y encontrando lo que desesperadamente querían confirmar.



Gibrain miraba con avaricia el cuerpo magro del joven rey.
La herida se estaba curando bien, así que con renovada confianza Gibrain le dio a Iriender el pequeño frasco con aceites, Irien derramó un pequeño chorro en su mano y se disponía a prepararse.

-Quiero que me jodas Iriender, los ojos de Gibrain hablaban de determinación.
Iriender asintió solicitó y su lengua picaba por probar aquel delicioso trasero.
Con cuidado masajeo la dura verga del rey dragón, mientras su lengua cumplía su deseo... Probar esa deliciosa carne. Al estar cerca no pudo evitar pellizcar con los dientes la fina piel de las pelotas, mientras su lengua se paseaba por el perineo, ansiando llegar hasta el ano. El aroma a hombre, a guerra, era tan único y perfecto.
Colocando las piernas de Gibrain en sus hombros y con el culo de su consorte expuesto, Iriender chupó con avaricia cada pedacito de esa pequeña zona. Se deleitó con hambre, con anhelo, con amor.
Pronto estuvo enterrado hasta la raíz, la presión sobre su polla era abrumadora, -aaaah, me voy a correr, me encanta sentirte, Gibrain miraba a Iriender que balbuceaba con incoherente deleite.

-Jodeme más duro, ordenó Gibrain, Iriender perdido, con la piel roja por el deseo, asintió para enterrarse de lleno una vez más y seguir el delicioso vaivén de meter y sacar con gustoso ritmo.
-Aaaaah, aaaah, Gibrain te amo, gritó extasiado Iriender.
Esta vez no hubo confusión y ninguno murió de miedo mientras Gibrain apretaba fuertemente la polla del joven rey.

-Yo también te amo Irien, más que a mi vida.






Las carretas llegaban cargadas de gente, de artículos personales, de sueños de libertad.
Los refugiados se abrían paso con esperanza en Saris.
El reino brillaba verde, próspero y feliz.

-Iriender de leporen, señor de Saris. Gracias por recibirnos en tu reino, la pequeña mujer observaba con curiosidad a Iriender.

-Sean bienvenidas, espero que su gente decida hacer de este lugar su hogar.
La pequeña hada sonrió con benevolencia.

-Lo es, este lugar es perfecto para que las hadas renazcamos.
Alana estaría orgullosa. Sobreviviste y tu poder de sanidad es lo que provoca que el reino florezca.
Las hadas te reconocen como Iriender de Leporen, sé libre y lleva a este reino a la gloria, tu nombre se escucha en cada dimensión, en cada lugar. Las hadas hablan de ti con reverencia.

Iriender miró la gran comitiva de refugiados, todos arrodillados, la mirada de orgullo de Gibrain calentó su corazón.
Iriender, el pequeño que no fue amado, que no fue visto con beneplácito, ahora era alguien digno y se aseguraría de que las generaciones no cometan el mismo error de exterminar.
Esa era su misión ahora...

Cuando las hadas digan mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora