La pieza conveniente

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Iriender Marts escuchaba todo el revuelo en el salón del rey. Pero con la experiencia a cuestas ha aprendido a hacerse a un lado para no terminar avergonzado o golpeado por Gideon Marts, su padre el rey.
Iriender no cuenta con la belleza extrema y casi sobrenatural de su primo Ferguein, no cuenta con una voz angelical, es más, ni siquiera es dueño de sí mismo, pues recién se enteró que acababa de ser prometido en matrimonio a un hombre al cual nunca había visto, pero que se rumoraba era intransigente y dominante, de carácter volátil, el muchacho sabía su posición en este juego, era una moneda de cambio, un objeto que sirve para lograr un propósito.
Iriender suspiraba mientras salía a los jardines.
El castillo en el que había crecido no era más que un lugar frío para él. Una cárcel suntuosa y nada más.
A veces Irien como su madre lo llamaba afectuosamente, vagaba por los jardines, fingiendo que era feliz, fingiendo que los rumores no le afectaban y sembraban dudas... Fingiendo vivir y no sobrevivir.

Ferguein sonrió malicioso al ver pasar a su primo, como una serpiente que ha estado acechando a su presa y que por fin la tiene dónde quiere.
Creo que has escuchado el barullo que se está haciendo en el salón del rey, Irien siguió su camino en un intento fútil de que su odioso primo le dejara en paz.
-He escuchado, pero no me interesa lo que suceda ahí, Ferguein astutamente no dejó que su presa se escabullera, así que caminó a su lado, —debería de interesarte, pues es de ti de quien hablan.

Ferguein logró su objetivo, captó la atención del muchacho quien se detuvo de inmediato, -¿qué es lo que dices?, Irien miró a su primo, lo conocía muy bien. Sabía de sus malas intenciones, sabía de su inexplicable odio a su persona y sabía de la relación ilícita de este con su padre, también sabía de las múltiples veces que este lo quiso envenenar.
-Bueno, Ferguein se relamió los labios como el perro hambriento que va a roer un hueso, -llegó la comitiva de tu prometido, ellos trajeron el mensaje a tu padre en donde pide conocerte y ver si eres de su agrado, -Irien se abrazó a sí mismo, sabía que él no era hermoso, que sus ojos no eran espectaculares, que su piel no era morena exótica, sino blanca pálida y sin chiste. Con inseguridad y odiando ese sentimiento, aspiró profundamente y exhaló antes de responder,

-no me importa agradarle, Irien sonó molestamente seguro, cosa que enfadó al malicioso Ferguein.
-Debería, la sonrisa de lado que hizo Ferguein molestó a Irien, pero no lo demostraría. Nunca demostraba cuando su corazón estaba roto, sino que a solas se lamía las heridas.
-¿Por qué debería, según tú?, Ferguein se acomodó mustiamente su camisa de seda como el gato que juega con su presa antes de matarla.
-Porque se rumora que de no agradarle al líder, pues nos declarará la guerra y ese tirano a barrido con aldeas y reinos completos.
Irien tragó en seco, sabía muy bien que no había nada más que hacer y si tenía miedo, solo él lo sabría.
-Entonces afila tu espada, porque pronto nos atacaran, Ferguein molestó por la desinteresada respuesta tomó del cuello a su inexpresivo y frío primo.
-Escúchame muy bien estúpido, si Gibrain Devasting y su gente vienen por nosotros, yo mismo cortaré tu garganta, ambos muchachos quedaron nariz con nariz, Irien no parpadeó, aveces pensaba que la muerte era un regalo que le rehuía, y las marcas en su espalda daban fe de eso.
Con la calma de un asesino Irien tomó a su primo de las muñecas y le obligó a soltar su ropa, -ambos sabemos que la muerte huye de mí, pero tal vez no de ti, así que repito, asegúrate de no separarte de tu espada.
Irien se alejó sin mostrar la ira y la frustración que picaban en su piel.



-Entonces mañana vendrá nuestro rey a conocer al príncipe, y de una vez le advierte, que de no ser de su agrado lo que vea en su prometido, él mismo dará la orden de atacar su reino.
La mirada segura y asesina de Angus el mensajero y general erizó la piel del rey Gideon, quien taimadamente levantó la ceja.
-Deja de amenazarme que mañana tu rey estará poniendo fecha para el enlace, entonces seré yo quien me complazca en humillarte cada día de tu miserable vida.
Angus apretó el puño hasta que los nudillos estuvieron blancos, recordó que estaba ahí como representante de su rey, así que solo inhaló, poniéndose de pie hizo una media reverencia y ordenó a su comitiva para seguirle.
La comitiva salió no sin antes amenazar con destruir el reino de Saris si eran ciertos los rumores que hablaban sobre la falta de belleza del príncipe, los soldados de la guardia real varias veces estuvieron a punto de blandir la espada y demostrar que no estaban ahí de adorno, pero el Rey Gideon Marts no había dado orden alguna y cualquier intervención hubiera sido una franca declaración de guerra.

-Llama a Irien y tráelo a mi presencia, el rey estaba furioso, su voz podría volar en pedazos a una persona, así que el guardia obediente fue a por el pedido del rey, encontrándolo solo sentado debajo de un árbol.
Irien escuchó el ruido de pisadas en el pasto, con cautela tomó su ballesta para defenderse.
-Salve príncipe, soy enviado por su padre que le reclama ante su presencia.
Irien, tragó saliva, el rey probablemente estaba de muy mal humor después de la visita que había recibido.
Tomando su arma, la cual entregó al soldado, Irien se dirigió con paso diligente hasta el estudio donde estaba el rey, el joven tocó lo más firme que pudo.
Si su padre tuviera algunas habilidades como él, este fácilmente podría oler las emociones que exudaba su cuerpo en ese preciso momento. Este era un punto favorable para Irien, una habilidad de las hadas, una de muchas que debían ser escondidas del rey.
Irien era un chico de aspecto común y corrientes, sin grandes características de belleza. Podría parecer desagradablemente arrogante, frío y hasta malicioso, pero todo era una fachada que se veía obligado a usar para no demostrar su dolor y su miedo, todo para no ser roto más allá de lo mentalmente razonable.
Más Irien era bueno, muy bueno con las armas. Era un buen guerrero y un buen arquero, además de que podía manipular la magia, este secreto en especial era guardado celosamente, pues su padre, enfermo de poder quemó a todas las hadas del reino, llamadas canales de magia. Iniciando así una ignorante y tonta cacería de brujas, de la cual ni su propia madre, una hermosa hada llamada Alana de Leporem, se había salvado.
Gideon esperaba por su inútil hijo, el cual no era más que una pieza insípida en su juego.
El odio por su heredero solo era calmado por las dulces caricias del bello y exótico Ferguein.

Cuando las hadas digan mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora