Dando y recibiendo

627 72 1
                                    

La mirada de Iriender se sentía pesada. Sabía que su cordura había huido con la corrida que se había dado.
Y vio en Gibrain la seguridad de que haría cumplir cada palabra que había dicho al sentir otra vez como este chupaba más suavemente.
En un momento de distracción, Gibrain notó la mullida cama, con cuidado se levantó y tomó al joven rey de la mano llevándolo hasta la cama.
Iriender estaba confundido, sorprendido y excitado. Todo eso embotaba su cerebro.
Gibrain no paraba de acariciar extasiado el delgado y curtido cuerpo.
Con veneración su mano recorría cada parte de la cálida piel, valorando que era el cuerpo de un guerrero, muy diferente supuso al extinto cuerpo de Ferguein que era más alto y musculoso. Iriender a penas si se aceptaba así mismo, a penas si se miraba como un hombre hermoso y digno de ser amado.
Habiendo conquistado reinos enteros, habiendo derrocado reyes con sistemas opresores, habiendo logrado capturar dragones para protegerlos,ahora Gibrain tenía una nueva misión, la de conquistar el corazón de Iriender y protegerlo.
Admiraba al joven rey, admiraba su astucia y su fuerza para sobrevivir.
Su corazón no era el de un tonto blandengue, era el de un hombre mundano que si fue herido, perdonaba, hasta que harto buscó la venganza pero era un hombre justo, un hombre que por toda misión tenía el mejorar las condiciones de la gente muy pobre de su reino.
-Eres hermoso, dijo Gibrain muy convencido, mientras su inquieta mano viajaba por el hermoso mapa corporal.
Iriender se removió incómodo, Gibrain levantó la mirada, -Irin eres hermoso volvió a repetir ante el silencio que predominó, el color carmesí tiñó el rostro juvenil y desvió la mirada, Gibrain sonrió malicioso, así que su joven prometido era tímido con los halagos.
-Me encargaré de decirte cada día lo hermoso que eres hasta que lo creas, Iriender no decía algo, no podía, no había sido preparado nunca para recibir halagos después de una mamada, pero sabía que Gibrain le decía la verdad.
-Yo realmente no sé qué decir, Iriender se escuchaba tan inocente.
-Solo di, gracias Gibrain y por favor follame.
Aquella broma fue muy acertada, pues Iriender rió de buena gana dejando la tensión atrás, Gibrain se sintió embobado por la fácil risa infantil de Iriender, así que con renovada fuerza besó la rosada boca de Irien, provocando que este se sienta deseado nuevamente.
Pronto el joven rey estaba retorciéndose de placer mientras Gibrain le escupía en la raja del culo provocando que por momentos cerrara las piernas, pues para Iriender casi fue mortal sentir como Gibrain acercaba su cara entre sus nalgas, mientras las piernas de Iriender descansaban en los amplios y musculosos hombros.
Nunca alguien le había tocado ahí, por eso cuando Gibrain aspiró con fuerza como si oliera una flor, el inexperto hombre casi muere, o grita, o asfixiaba a Gibrain con las piernas.
-No aprietes o me vas a reventar la cara como si fuera una nuez, Iriender gimió lo mejor que pudo y aclaró su garganta.
-Yo, trato, aaaagh, pero... Dándose por vencido en articular palabras, Iriender suspiró y con fuerza brutal sus manos se aferraron a las ostentosas sábanas.
Gibrain sonrió satisfecho mientras su lengua asaltaba y se deleitaba del oscuro sabor a hombre. Con lujuria devoró el cerrado agujero, con lujuria y un orgullo invasor se sintió feliz de ser el primero.
Pronto el pequeño apéndice se abrió camino, aflojando, mojando y fue extendiendo aquellas paredes tan nuevas. Su ego volaba como las flechas en una guerra solo con ver a ese hermoso hombre retorciendo su cuerpo, deseando no sentirse expuesto, pero rogando por más, sin que lograra comprender del todo lo que se avecinaba. Un dedo fue cambiado en lugar de la húmeda lengua. Un dedo que invadía, abría, y entraba en el canal como si de memorizar todo el camino tratara.
Cuando entraron el dedo índice y medio, la exploración cambió de ritmo, ahora invadían, dilataban, maltrataban, y en algún punto el dedo medio escarbó hasta tocar la próstata. Ese solo movimiento provocó que en Iriender se desgarrara un grito de placentero asombro.
-Hermoso, dijo con reverencia Gibrain y besó el interior del muslo mientras veía las reacciones de Iriender que pronto empezó a rogar de forma incoherente.
-Me voy, aaaaah, yo, no puedo, por favor, aaaaah, Gibrain vio su recompensa salir en forma de lechosos cordones blancos.
Provocando a Iriender, Gibrain levantó más el rostro hasta acercarlo a la deliciosa esencia. Con hambre recolectó cada gota, mientras Iriender tembloroso, respiraba agitado, sabiendo que su experiencia en ese momento, apenas empezaba.
Como si fuera un objeto muy ligero, Gibrain movió sin mayor esfuerzo al rey, colocándolo boca abajo y dejando expuesto el redondito trasero.
Una vez más escupió y ahora tres dedos profanaron aquel delicioso cuerpo. Iriender estaba agotado, tanto que solo alcanzó a gemir con lastimera cadencia.
Gibrain besaba los omóplatos bien marcados.
-En un momento te voy a clavar esto, Gibrain tomó su muy dura erección y la pasó por la raja, el ano ya muy dilatado de Iriender ávido parpadeó como si quisiera atrapar aquella dureza. Gibrain rió con los dientes apretados.
-Voy a hacerlo despacio, voy a tomar tu culo y a abrirlo, cuando me sientas entrar exhala y empuja, Iriender asintió al sentir la palmada en su nalga, la cual le avisaba que Gibrain estaba arrodillado en una pierna mientras tomaba su polla humedeciéndola con mucha saliva.
-Me...¿me dolerá?, escuchó Gibrain en un leve gemido.
-No te voy a mentir majestad, como eres virgen, sí, dolerá, pero lo haré bueno para ti.
Iriender dejó escapar un suspiro y se colocó ofreciendo su cuerpo, empujándose aún más.
Con un leve acomodo Gibrain empujó despacio, de inmediato sintió como Iriender empujaba y se relajaba tal como le había instruido, conteniéndose hasta sentir que se volvería loco, Gibrain esperó unos segundos hasta que se calmó y empujó un poquito más, y un poquito mas.
Mientras Iriender sentía que su cuerpo era partido, tanto como dolía, también crecía una desconocida necesidad de empalarse solito.
Gibrain se enterró por completo, y la sensación fue mejor que cualquier clímax de guerra, mejor que cualquier vuelo sobre un dragón.
Agradecido por que el rey ofrendaba su cuerpo, Gibrain besó la espalda y pronto empezó un delicioso ritmo de vaivén. Fue despacio, quería joder duro, con fuerza, pero algo que nunca había pasado ahora sucedía, quería tomarse el tiempo para disfrutar y grabar en sus recuerdos ese hermoso momento.
-Te amo Iriender, sin saber soltó aquellas palabras.
Iriender se corría sin necesidad de tocarse, y fue consciente de aquellas palabras, pero el silencio fue lo siguiente aparte de las respiraciones pesadas.
Algo había en aquel cuarto, con aquella pareja.
Algo había estallado y no era semen, era algo más, algo que asustaba, algo que paralizaba pero también daba valor, daba honor y fuerza.

Cuando las hadas digan mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora